Los pobres no eligen gobernantes, ni los gobernantes gobiernan para los pobres.
El comentario de Elías
Por Jorge Guebely
Para los estratos bajos, sólo espejismo contiene la palabra “democracia”. Su semántica le es distinta a lo que realmente es. Los pobres no eligen gobernantes, ni los gobernantes gobiernan para los pobres. El “demos” o pueblo referencia exclusivamente a las élites económicas y sus inmediatos servidores. La democracia es un asunto de los estratos altos, el resto vive en el espejismo.
Espejismo democrático hubo en la Grecia clásica. Sólo una quinta parte de la población podía votar: los varones mayores de edad y con poder económico. El resto estaba excluido. El “demos” de entonces, lo constituían la aristocracia, los demiurgos (comerciantes y artesanos enriquecidos) y los geomoros o campesinos con tierra. De allí que la raíz “demos” sea un acrónimo entre demiurgo y geomoros.
Espejismo democrático también fue la democracia romana. Únicamente la élite elegía, entre sus miembros, al ejecutivo para asegurar su persistencia. A la plebe (artesanos, comerciantes y nuevos terratenientes) le concedieron estatus de “demos” después de muchos años de luchas. Y hasta le permitieron funciones secundarias. Y como en la Grecia clásica, varios sectores sociales fueron excluidos de su democracia.
Astuto fue el espejismo democrático creado por el liberalismo del siglo XIX. Universalizó teóricamente la inclusión para luego imponer la exclusión con mordazas económicas. Sólo el capital tiene acceso a la democracia. La política se convirtió en profesión liberal de voraces políticos, los alfiles de las élites económicas. El capital es el único pasaporte para ingresar al “demos” del sistema capitalista. Únicamente él permite usufructuar la democracia, explotarla, vivirla. Los estratos menores eligen lo ya elegido por los estratos mayores. Deben conformarse con ver la democracia como si ésta circulara por la superficie de una enorme pantalla de televisión.
Espejismo democrático que genera alucinaciones en la conciencia de los excluidos. Muchos sueñan con gobiernos igualitarios, y fantasean con un poder legislativo que legisla en favor de todos, e imaginan un poder judicial que aplica igualmente justicia para todos. Fantasías venenosas. No vislumbran el hábil entramado que oculta una realidad opuesta a la que pregona frecuentemente el vocablo “democracia”.
Sin embargo, semejante espejismo de poder es el que menos destruye la especie. “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”, afirmaba Churchill con ironía y realismo. Mentira mucho más deseable que cualquier dictadura verdadera. Permite soñar, por lo menos, en un “demos” más incluyente, en convertir el espejismo en realidad. Labor de personas que aún creen en el surgimiento del ser humano.