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Viacrucis por el pueblo migrante de Venezuela

Los hermanos  Venezolanos  que viven la dura experiencia de la migración  y que han sido forzado a huir, pero, que caminan con fe y con esperanza  volver a su pais.

Por: Padre Rafael Castillo Torres

Padre Rafael Castillo

Padre Rafael Castillo

El caminar de Jesús en el viacrucis lo haremos junto con el caminar del pueblo migrante de Venezuela. Con esto, nos solidarizamos con ellos y con sus familias, con sus comunidades de origen, con la gente buena que sale a su paso y les ofrece acogida y solidaridad.

Jesús es un hombre que ama la vida toda y busca que los hombres y mujeres vivan con dignidad, que los migrantes y sus familias tengan vida digna. El camino de Jesús al Calvario es el caminar del pueblo venezolano que hoy sufre de diversas maneras… es el peregrinar de un pueblo que vive la exclusión y la opresión.

El lema para el viacrucis del migrante es: tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era migrante y me hospedaste. Mateo 25, 35

 

Oh Jesús, te pedimos por Nuestros hermanos de Venezuela que andan de camino,lejos de su tierra y viven la dura experiencia de la migración.Ellos son hermanos nuestros que buscan encontrar un trabajo que asegure el sustento de sus familias.

Tú mismo te identificas con ellos, ya que fuiste a Egipto,Junto con tu madre María y José.Ellos necesitan además del pan material,de tu palabra de vida, para no perder los valoresde su cultura y de su fe.

Oh Jesús, bendice a nuestros hermanos venezolanos y a los migrantes en todo el mundo,guárdalos junto a tu corazón y llena sus vidascon el amor de Dios.Que como peregrinos de la Iglesia de Dios,donde nadie es extranjero, podamos alcanzarLa justicia y la paz en esta tierra,caminando hacia la patria celestial.

Primera Estación: Jesús es Condenado a muerte

Jesús es juzgado y condenado a muerte por los jefes del poder político, económico y religioso de su tiempo. Hoy nuestros hermanos migrantes son condenados a dejar sus comunidades de origen para buscar una vida más plena para los seres que aman; son condenados dejar a sus familias por la falta de empleo, la violencia y el hambre. Como comunidad, a veces también juzgamos y condenamos a otros/as injustamente, a veces no nos escuchamos, seguimos nuestros propios intereses y no somos solidarios. Vemos al migrante como una amenaza y no como a un hermano que busca un futuro mejor para su familia.Jesús busco la construcción de una vida digna para su pueblo, mostró el rostro de un Dios amigo, un Dios que camina con su pueblo y no lo abandona.

Segunda Estación: Jesús Carga con su cruz.

Los soldados romanos se burlan de Jesús, lo golpean, lo coronan de espinas, le despojan de sus vestiduras, le cargan la cruz, etc. De la misma manera nuestros hermanos/as migrantes son despojados del poco dinero que les envían sus familiares para continuar su camino, la autoridades les agreden, el crimen organizado los secuestra o los desaparece, la comunidad les niega la ayuda humanitaria, etc. La cruz es impuesta por “los poderes deeste mundo”, la cruz no es voluntad de Dios. La experiencia de la cruz es un reflejo del dolor humano y Dios no quiere que sus hijos e hijas sufran. Ante el dolor humano, Dios padece con su pueblo, lo acompaña, está con él en todo momento. Nuestros hermanos migrantes cargan con el peso de la injusticia y del pecado estructural; cargan con la falta de atención médica, de alimento, de vivienda, de empleo, de educación.

Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.

En muchas ocasiones, el pueblo colombiano hace lo mismo que los egipcios con el Pueblo de Dios: maltratamos, oprimimos, ponemos duras cargas, abusamos de nuestros hermanos/as migrantes. Nuestro gobierno, en sus distintos niveles, no es sensible al dolor que padece el pueblo Venezolano. Nuestras comunidades, en muchas ocasiones lucran con la necesidad del migrante. Nos olvidamos de que también somos un pueblo oprimido, que también muchos colombianos, especialmente de nuestros pueblos de la región caribe,  tuvieron que migrar hacia Venezuela en busca de una vida más digna para sus familias.

Cuarta estación: Jesús se encuentra con su madre.

En nuestro país, en nuestro pueblo y en las comunidades de origen encontramos muchos rostros de mujeres que día a día luchan por dar vida a sushijos e hijas, mujeres que son signo de lucha, de esperanza y consuelo en la comunidad. En el viacrucis que viven los migrantes, muchas veces se encuentran las manos, el rostro, la palabra, el alimento de las mujeres. Las madres siempre son un ejemplo de esto.

En el viacrucis que vivimos como pueblo, hemos sido testigos de la presencia maternal de Dios en la lucha de tantas mujeres que abogan por sus hijosmigrantes desaparecidos. Ellas tienen el mismo coraje y valor que tuvo la virgen María cuando le tocó salvar a su hijo de Herodes el sanguinario.

Quinta estación: El cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz.

Hoy nos seguimos encontrando en el camino, en las vías, en los albergues, en las calles y en los Centros de acogida a un tal Simón de Cirene. En el caminar del y la migrante, muchas veces encuentran hombres de buena voluntad que dan su mano amiga al migrante, que curan sus heridas y defienden sus derechos.

Y más allá de la frontera, hombres y mujeres que colocan un poco de agua a lo largo del camino. Sus acciones son un gesto de confianza ante el hermano que está en peligro, son la Alianza que nuestro pueblo necesita.

Sexta Estación: La Verónica Enjuga el Rostro de Jesús.

A Verónica le costó mucho acercarse a Jesús para limpiar su rostro. La gente se burlaba de ella y a pesar de ello, verónica tuvo el valor de consolar a Jesús, de darle un aliento de vida. Nosotros muchas veces hemos perdido nuestra capacidad de dar consuelo a otros y otras; en especial de dar consuelo al hermano/a migrante; nos hemos olvidado de escuchar y ser una luz de esperanza para otros/as. Muchos se espantaron al ver el rostro desfigurado de Jesús, así como nosotros nos espantamos de ver el rostro desfigurado del migrante que ha sido golpeado por las autoridades y el crimen organizado. La comunidad de seguidores y seguidoras de Jesús nos revelas su rostro al acercarse al pobre, abatido, castigado y humillado, al migrante.

Séptima estación: Jesús cae por segunda vez.

La vida de Jesús es un constante bajar alas realidades humanas más crudas ydolorosas. La migración es una de ellas.Así también el pueblo venezolano sufre con la cruz al no tener empleo, alno conseguir la alimentación básica consu trabajo, al no contar con una mayor ymejor educación, al ver a sus enfermos sinninguna posibilidad de encontrar medicina.

Jesús nos invita a no dejar tirado alpueblo venezolano a quienes tenemos tanto que agradecerle, a animarlos alevantarse, a ayudarlos generosamente mediante  nuestra solidaridad.

Octava Estación: Jesús consuela a las Mujeres de Jerusalén.

En la sociedad las mujeres han sido marginadas desde hace mucho tiempo, se les ha negado la dignidad. Jesús nos enseña a tener una actitud incluyente, de valoración, colaboración con la mujer. Las mujeres migrantes viven una situación de mayor vulnerabilidad. Muchas ocasiones los mismos migrantes agreden a las compañeras, les acosan y agreden, les maltratan física y emocionalmente. Jesús les reconoce la dignidad, las reconoce como portadoras de la Buena Nueva.

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.

Hecho de vida : El testimonio de un hermano migrante.

A Venezuelan citizen rests in Cucuta, Norte de Santander Department, Colombia after crossing the Simon Bolivar international bridge from San Antonio del Tachira, Venezuela on July 25, 2017. Some 25.000 Venezuelans cross to Colombia and return to their country daily with food, consumables and money from ilegal work, according to official sources. Also, there are 47.000 Venezuelans in Colombia with legal migratory status and another 150.000 who have already completed the 90 allowed days and are now without visa. / AFP PHOTO / Luis Acosta

Una vez que logramos dejar la trocha y pasar esa parte de la frontera de Colombia con Venezuela tuvimos, todos, la oportunidad de subirnos a un camión que pasaba. Iba despacio y sin detenerse, por lo que había que cogerlo corriendo.  Yo corrí para alcanzarlo perono pude subirme. Caí al suelo y rodé como 10 metros. Quise levantarme pero no pude, la pierna la tenía deshecha. Mis compañeros alcanzaron a subirse y yo me quedé gritando. Dios me perdone, pero pensé en morirme.

En esos momentos uno piensa que morirse es la solución. No aguantaba el dolor, mi pierna estaba sangrando y mi corazón parecía que iba a explotar. Le hablé a Raúl  y me decía: “quédate, yo no me puedo quedar, Yo tengo que llegar a Barranquilla, no puedo quedarme contigo”. Pero luego regresó, me rescató y se quedó conmigo. Me amarró la pierna con una camisa, para que no me desangrara y me cargó en el hombro.

A un indígena le pedimos ayuda, pero nos dijo que no podía, porque se metía en problemas con la policía que cuida la frontera. Pedimos ayuda y muchos nos dijeron que no. Solamente un señor se acercó y nos auxilió. Yo ya no aguantaba, me venía tambaleando y les decía  que me dejaran morir, es un dolor terrible. Gracias a Dios estoy con vida, pude llegar y les puedo contar mi historia.

Decima  estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.

Jesús llega muy maltratado al Gólgota; pero aún le falta vivir la vergüenza de la desnudez, del despojo. Pobre entre los pobres, amigo de los pobres y de los migrantes hasta el último aliento.

Hoy Jesús sigue siendo despojado de sus vestiduras en todos aquellos que son despojados de su tierra, en quienes tienen que dejar sus comunidades de origen por causa dela violencia, en quienes les es robada la identidad, en quienes son desaparecidos, en los que mueren en el desierto sin saber quiénes son.

Undécima estación: Jesús es Clavado en la Cruz.

En la cruz, nuestro Dios, en la cruz, nuestro pueblo, en la cruz los migrantes. En y desde la cruz, Dios está haciendo una nueva Alianza con su pueblo, con los excluidos y los migrantes del mundo. La cruz cobra un nuevo sentido, quedan ahí confirmadas las causas y razones para seguir creyendo en la humanidad, en que otro mundo es posible, como son el perdón, la inclusión, la reconciliación, la confianza, la acogida, la compasión, la solidaridad. Es decir, la salvación como un don para quien la acepte.

Duodécima estación: Jesús muere en la Cruz.

Jesús aceptó su muerte en la cruz no como una resignación pasiva, sino como un acto de amor por la humanidad, por los excluidos. Los gobiernos de América Latina y mucho más el régimen que hoy oprime al pueblo venezolano y persigue a la Iglesia, toman siempre decisiones políticas y económicas que benefician a unos cuantos, a pequeños grupos de poder y dejan fuera a la población y la empobrecen aún más. Con estas decisiones  condenan a la muerte y a la miseria a millones de hermanos/as. Son decisiones políticas que atentan contra la vida.

Decimotercera Estación: Jesús es Bajado en la Cruz

Bajemos de la cruz a Jesús y al pueblo migrante de Venezuela.

Despreciado y tenido como la basura de los hombres, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, estaba despreciado y no hemos hecho caso de él.

Decimocuarta estación: Jesús es Sepultado en el Sepulcro:

José de Arimatea estaba convencido del mensaje de Jesús, pero aún temía. Sin embargo tiene el valor de ir con Pilato y pedir el cuerpo, baja el cuerpo de Jesús y lo pone en un sepulcro nuevo. A nosotros también a veces nos gana el temor y el desánimo para pedir ante las autoridades leyes y políticas más justas para los migrantes. No pocas veces abandonamos a los crucificados a su suerte.

Jesús se despojó de todo, no se reservó nada, ni para este momento. Ponen su cuerpo en un sepulcro que le donó José de Arimatea. ¿Cuántas veces hemos sabido de muchos migrantes que no tienen quién los reconozca, quién les brinde ayuda para el traslado de sus muertos?

 

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