Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe tienen la soga política al cuello por lo de Odebretch. Depende de los colombianos no dejarlos salirse con la suya.
Las CariCronis de Elías
Jorge Guebely – jguebelyo@gmail.com
El hacker de La Candelaria me llevó a su laboratorio. Quería que escuchara la siguiente grabación, chuzada la semana anterior:
– ¡Marica, salte de palacio para darnos en la jeta!
– Meme… Memeeee.
– Si estás mojado, entonces yo entro por donde entraba mi compatriota Job y nos damos en la mula.
– No, mi… mi… mi presidente.
– ¡Descarao! ¿Cómo se atreve a llamarme su presidente si traicionó todas mis órdenes democráticas?
– No, mi…mi… Sus tres huevitos los convertí en tres locomotoras.
– ¡Esas locomotoras no tenían maquinistas para andar!
– Si…si… Pero sus tres huevitos no tenían pollitos para piar… Jejejeje
– Mire, traidor, lo llamo para que no se meta con Oscar Ivancito
– Co…co… ¿Con cuál Óscar Ivancito?
– Mi muchachito candidato, el de la cara desbaratada, y la platica de Odebretch para su campaña libertadora.
– Ca… ca…
– Cacá no. Campaña libertadora.
– ¿Li…li… libertadora de qué?
– ¡De su dictadura de la mermelada!
– Pe…pe… pe…
– No me hable de los Pepes, eso es historia patriótica. Hablemos del momento histórico actual, de los centavitos de Odebretch a la campañita de Óscar Ivancito.
– Pe…pe… Pero eso ya está en manos de los humanistas y honorables magistrados del Consejo Nacional Electoral.
– No me venga con cuentos. Ningún magistrado elegido por nuestros partidos políticos puede ser honorable. Ni siquiera son seres humanos, simplemente son fichas… fichas políticas.
– Po…po…por eso.
– Nada de popó. Usted mueve sus fichas y yo las mías. Dígale a Germancito que mueva las de él y nos encime al Fiscal. Y armamos un pacto de silencio.
– No, mi…. No, mi… No, mi presidente. Yo soy muy honorable.
– ¿Cuál honorable? Si su campaña también recibió unos milloncitos. Si no, que lo diga el testaferro de Robertico. Ése que dirigía la Fundación Fantasma Buen Gobierno y ahora lo hace su hijito.
– Ay sí… Ay sí… Ahí sí me jodió. ¿Y cómo le hacemos?
– Yo le digo a mi primo Mario que le diga a ese epónimo patriota, Otto Bula: “Senador, salve usted la patria”. Nosotros le redactamos la carta con errores ortográficos. En eso somos duchos.
– Y mi…mi… ¿mieeeentras tanto quéeee hacemos?
– Marica. Mientras tanto, destapamos otro escándalo. Para eso tenemos hartos de reserva. Entre bandas de patriotas no nos tiramos los instrumentos.
………….
De pronto, la conversación se tornó confusa. El hacker me miró y dijo: “¡Uy, hermano! Fíjese qué peligro estos políticos de la era capitalista”.










