Por Jennifer Cabana
Descubrir una canción nueva, para bailar o escuchar, será por siempre un acontecimiento en la vida de quienes amamos la buena música. Bien sea una salsa, un guaguancó, o un bolero, el encontrar una pista que nunca antes habías escuchado, muchas veces concebida y grabada desde hace décadas, es un verdadero placer.
Música que ha estado ahí siempre, pero que por cuestiones del destino -sumada a la casi que inexistente variedad de la radio comercial, o el desplazamiento forzado de ciertos géneros a causa de nuevas sonoridades- había estado en silencio. El Encuentro de melómanos y coleccionistas de la Feria de Cali, creado por el salsero y ‘DJ errante’ Gary Domínguez y que cuenta con la organización de Corfecali y la Alcaldía municipal, es precisamente un espacio creado para deleitarse con cientos de canciones que cientos de artistas han ido componiendo a través del tiempo.
Es la segunda vez que asisto a este evento y no sabía con qué me iba a encontrar en su edición número 30. Llegué con la certeza de que viviría alguna experiencia para no olvidar. Y así fue.
Desde la Unidad Deportiva Jaime Aparicio, en sus alrededores rodeado por múltiples y coloridos puestos de cholaos y comida rápida, arribamos miles de colombianos y extranjeros apetecidos por la música y sus historias.
Adentro y sobre la tarima, un presentador entusiasmado anunciaba la llegada de una nueva coleccionista de discos de acetato, conocedora de la magia que envuelven sus surcos. Era una mujer de sesenta y pico de años, quien, junto a su esposo, creó una reconocida salsoteca caleña llamada La Ponceña.
Con un cariño auténtico, característico en las personas que comparten lo bueno sin esperar nada a cambio, la dama procedió a programar ‘El Buzón’ de Bobby Rodriguez y La Compañía (1976). Luego de escasos segundos se empezó a llenar la pista con parejas bailadoras. Por mi parte, había llegado sin compañía al encuentro, salvo uno de mis cuadernos y un lapicero, por lo que me atreví a pararme a bailar sola.
La noche comenzó con muchísimo sabor y a medida que anunciaban una nueva canción, aumentaba la emoción, sonaban más fuerte las claves que melómanos del público tocaban con fervor.
Pronto me sacarían a bailar distintos parejos con sus distintos estilos. Uno en particular, un señor de más de 70 años, lucía un par de zapatos blancos, un pantalón khaki, camisa floral anaranjada, una corbata amarilla, un chaleco de cuero y un sombrero negro de alas cortas. Debajo de su tapabocas se distinguía una sonrisa grande al hacer lo que más le gusta: ‘bailar arrebatao’.
Para mi sorpresa, al final de la segunda canción que bailamos juntos, me preguntó sin chistar “¿Me regalas tu Whatsapp?”, a lo que no pude sino sonreír en respuesta.
Con mi cuaderno y Shazam a la mano, fui construyendo una lista de canciones nuevas que aquí les comparto:
‘Paula C.’ (2014) de Rubén Blades, en la que el artista relata la tristeza que quedó tras el abandono de una mujer que quiso mucho.
‘El tartamudo’ (2009), también de la autoría de Rubén, es una crónica que cuenta la historia de un encuentro sexual fallido entre un hombre borracho con problemas para pronunciar palabra y una prostituta del barrio.
‘Pedrito el lento’ (2010) de La Negramenta, es acerca de un personaje anónimo de un vecindario cualquiera y característico de Latinoamérica.
‘Monina y Ramón’ (1971) Rafi Val y La Diferente, composición de Bobby Valentín que trata sobre una mujer que baila muchísimo con su pareja.
‘Testamento de un Sonero’ (1990), versión del grupo Manguare: Esta pista en particular la pusieron a sonar para honrar a aquellos artistas, músicos, gestores culturales que fallecieron entre 2020 y 2021. Fue grato, en medio de la nostalgia que produce la ausencia, reconocer al amigo, periodista y melómano Rafael Bassi Labarrera de Barranquilla, de igual manera al virtuoso y multi instrumentista de vientos Michi Sarmiento, de Labarcé, municipio de María la Baja en Bolívar.
De manera sentida también se rindió homenaje a Junior Jein, cantante y compositor de música urbana, y pionero de la salsa choke, oriundo de Buenaventura, asesinado a bala en junio de este año.
Además de regalar canciones a lo largo de cinco días en el marco de la Feria de Cali, los organizadores del Encuentro de melómanos y coleccionistas, aprovecharon para visibilizar y hablar acerca de la problemática social que golpea el país, recordando al público presente que la Sucursal del Cielo no es solo salsa y bembé, también es una capital en donde habita una fuerte contracultura, en donde no hay cabida para el olvido.
