Por Rafael Sarmiento Coley
Desde tempranas horas de la tarde de cada diciembre Barranquilla empieza a celebrar el Día de la Inmaculada Concepción que, según lo estableció el Papa Pío IX (el muy recordado «Pío Nono») en la bula papal del 8 de diciembre del año 1854.
En Barranquilla, sin ser una ciudad muy rezandera, se conmemoran ciertas fechas del calendario del catolicismo. Y el 8 de diciembre es una de ellas.
Es un festejo colectivo que empieza el 7 de diciembre a tempranas horas de la noche.
La tradición desde tiempos muy lejanos es un derroche de alegría, música y luces de faroles con velas encendidas. Por eso es que los barranquilleros la denominan la «Noche de Velitas».
Y lo celebran aunque estén en el más remoto rincón del mundo.
También cada año los barranquilleros desempolvan sus discos alusivos a tal festividad.
La discoteca para celebrar «la noche de Velitas» está bien llena.
Pero sobresale el legado del barranquillero Adolfo Echeverría Comas con su inmortal «Las cuatro fiestas», grabada por el Cuarteto del Mónaco con la voz de Nury Borrás.
Las tres fiestas son: el Nacimiento de Jesús, Año Nuevo y Carnaval.
Todas estas festividades se han convertido en un motivo para el reencuentro de las comunidades, un atractivo turístico y en un motor para empujar la economía local.
Por todos los barrios se ven los vendedores ambulantes y estacionarios de escapularios y estampitas de la Virgen María, faroles de diversos colores y las velitas.
No se trata de una devoción apegada a los respetables cánones religiosos. Es una oportunidad de la gente para soltar los amarres de lo cotidiano.
