El analista político Juan Carlos Torres revisa el más reciente proceder del Fiscal Eduardo Montealegre y lo que estaría buscando hacia el futuro.
Por Juan Carlos Torres Trillos
La ineficiente sincronización entre el pensar, digerir y expresar del Fiscal Eduardo Montealegre, aunado a su intrépida e incontenible emoción frente a las cámaras y micrófonos, amenaza con desafiar la juridicidad colombiana, vulnerando el principio universal de la cosa juzgada; como consecuencia de su desaforada declaración de levantar indultos a la desmovilizada organización guerrillera, Movimiento 19 de Abril M-19.
Su imprevista alucinación envía un mensaje adverso al que promueve el Gobierno Nacional en torno a las garantías vinculadas al proceso de Paz que se gesta desde la Habana con la guerrilla de las Farc y que él mismo ha refrendado; y el conato que prospera con los Elenos.
A cuatro meses de desertar del cargo de Fiscal, Montealegre termina congraciándose con el sumo pontífice criollo su Majestad Alejandro Ordoñez, enemigo íntimo de gabinete; y con la turba uribista que suscita su linchamiento por la misteriosa contratación en asesorías que supera los diecinueve mil millones de pesos.
Otra de las tesis del desatinado planteamiento medieval del Fiscal Montealegre es que éste ex buen muchacho de Uribe, uno de empollados “huevitos” enclosetado en la gestión Santos, fragüe desde su inquisición un plan B destinado a retrasar la candidatura de Gustavo Petro de cara a las elecciones presidenciales contiguas. Prueba de ello, que líneas de investigación que adelantará la Fiscalía General de la Nación no apunta sólo a combatientes de la toma del Palacio de Justicia, sino a altos mandos del M-19.
Su complejo de figurar ante escenarios, entrevistas, cámaras, luces y micrófonos, cual célebre corresponsal frustrado; lo autoproclama como una especie de portavoz de los ciudadanos (que nadie le ha pedido) semejante a Alejandro Ordoñez, su auténtica radiografía desde otra tribuna. Parecen más políticos que administradores de justicia.
Peor que las necedades del Fiscal, el papel de los medios de comunicación que le sirven de caja de resonancia. Un administrador de justicia que siguiere al Estado hacerle “conejo” a la única amnistía y desmovilización exitosa en Colombia en toda su historia, dice mucho de sus calidades como jurista.
Una eventual revisión de la cosa juzgada por parte de la Corte Suprema y el levantamiento de indultos por parte de la Corte Internacional de Derechos Humanos CIDH, supone equiparar otras actuaciones del Estado de homologas características, como Justicia y Paz y todas las concesiones paramilitares, presagiando la hecatombe jurídica de nuestro vergonzoso sistema que de por sí, pende de una fibra de hilaza de la hebra.
Montealegre como dice una cosa dice otra, igual ya estamos familiarizados a sus frecuentes cantinfladas de razonamiento en modo piloto automático, y como todo marchito empieza a heder, a cuatro meses para la consumación de su gestión, empiezan a rugir las descargas de odio visceral de un uribismo que no perdona ni olvida; y todo por cuenta del complejo de farándula del Fiscal, su ambición mediática y de no saber cerrar el pico.