A partir de la dura tragedia que se vivió esta semana por causa del incendio del bus donde murieron bajo el fuego más de 30 niños y varios quedaron heridos, la joven periodista Melissa Ochoa nos comparte su análisis.
Por Melissa Ochoa
Jaime Gutiérrez Ospina, conductor de la buseta, y Manuel Salvador Ibarra Plaza, un líder espiritual de la iglesia pentecostal irían por lo menos a 20 años de cárcel sindicados de homicidio con dolo eventual en concurso homogéneo.
Lo usual es que en tiempo de luto callemos, suele suceder que una tristeza profunda embarga todo el ser, es muy probable que se bloqueen los pensamientos, se apague la voz interna de la conciencia, nos broten lágrimas o simplemente se nos sequen las fuentes, el corazón pareciera no latir y la sonrisa aparenta ser un viejo recuerdo.
Pero, lejos de poder quedarme callada, hago el esfuerzo y me refiero a un tema tan terrible, trágico y deprimente del que no quisiera hacer parte, aunque más puede la responsabilidad social que conlleva ser un comunicador.
El trágico accidente que ha conmovido a todo un país, también ha sido la excusa perfecta para concientizarnos sin importar la raza, religión, región, filosofía, orientación sexual, respecto de las condiciones sociales, económicas, calidad de vida, seguridad, derechos y la realidad a la que nos exponemos.
Así mismo, también ha sido la oportunidad perfecta para “aceptar” esa realidad e incluso conocer cuáles son las prioridades por las que velamos por estos días en este país que nos compete a todos.
En época de elecciones presidenciales, campañas mediáticas sucias, vísperas del mundial, fútbol, más el ajetreo que conlleva la vida cotidiana de cada quién, se constituye en una ardua tarea pensar en los siguientes puntos.
¿En qué condiciones está el bus en el que mande a mi hijo solo para el colegio hoy? ¿En qué chatarra de 1600 pesos, por lo menos en Barranquilla, voy a ir hoy apretado? En el caso de las mujeres ¿Cuántos van a intentar rozarme hoy como no deben en la chatarra de 1600 pesos en la que me toca irme a trabajar con los niños que mandan solos para los colegios? ¿Será que el taxi o el bus de servicio público en el que transportaré hoy mi alma y mi cuerpo a velocidades que superan la fuerza de gravedad tendrán el SOAT en regla? ¿Qué rayos es el SOAT?
Pues parece ser, por lo que hoy vemos en las noticias, que estos pequeños detalles hasta el momento no habían sido de mucha importancia, ya que 32 niños murieron al explotar un bus que se utilizaba para traficar gasolina y que respondía muy deficientemente ante todos las cuestiones antes expuestas.
El caso ha dado para hablar de todo y para todos, inclusive los futuros psicópatas del país, como el vergonzoso caso del joven estudiante de Derecho al que se le ocurrió ganar rating personal a través de un crudo “Hashtag” denominado #Ardocomoniñoenbus, tuvo la oportunidad de darse al al estrellato y a la estrellada del año en las redes sociales mostrando una perspectiva indolora, racista y absurda. Casi le cuesta también a él su propia vida y que pudo salvaguardar con ayuda del ESMAD; aunque probablemente le costará su título, su libertad y hasta su nombre.
Se ha dado lugar para juzgar, para señalar, para culpar, para omitir, para ignorar, para pelar, para todo.
Cada quien ha encontrado una manera de rendir tributo a la memoria de los angelitos fallecidos, ya sean velas, minutos de silencio, una vuelta en bicicleta en Francia por parte de un deportista colombiano, un toque de trompetas antes del partido del último partido de la liga postobon, cadenas de oraciones, fotos de perfil y portadas para Facebook con cintas negras, tres días de duelo nacional, la presencia del presidente Juan Manuel Santos en el lugar del siniestro y palabras de consolación enviadas desde el Vaticano por parte del Papa Francisco.
Sin embargo, entre las cenizas de este dolor no han faltado los actos que nos siguen demostrando la belleza y la razón ilógica de existir y persistir aún en medio de las peores circunstancias, no han faltado los afectivos actos de los jóvenes Barranquilleros que optaron por movilizarse hasta las instalaciones de medicina legal con alimentos no perecederos, y hasta la comida preparada para los padres de los niños que permanecen esperando pruebas de ADN y recibiendo ayuda psicológica por parte de las grupos brigadieres del Ejército Nacional y trabajadores sociales.
Cuentan algunos testigos que se han acercado al recinto y cuyos nombres piden no sean revelados, que las instalaciones de medicina legal en Barranquilla se encontraban bajo un sórdido silencio, solo se escuchaban uno que otro llanto y que cuando alguien hablaba lo hacía en un tono muy bajo y pausado. Algunos de ellos, como un soldado que es tío de uno de las niñas fallecidas, incluso intentaron suicidarse frente a los psicólogos que intentaban brindarles la asistencia requerida.
Y a todas estas surgen preguntas sin respuestas en mi cabeza ¿Deberíamos buscar culpables o responsables? o simplemente ¿Deberíamos responsabilizarnos de nuestros actos?
Sea cual sea la posición correcta, al menos dos personas han dado la cara y se han hecho acreedores de mensajes de apoyo y un impotente repudio por parte de algunos otros, pero lo han hecho sin lavarse sus manos.
En un principio, la naturaleza humana fue indudable, ante precoces declaraciones no muy bien asesoradas por parte de Manuel Salvador Ibarra Plaza, un civil más cuyo desempeño en la vida es ser líder religioso de una iglesia de denominación Protestante en Colombia, intentó justificar sus responsabilidad por haber contratado un transporte no apto para la tarea y Vicky Dávila con toda su idiosincrasia que la caracteriza, su tono de voz imponente y su empoderada imagen de RCN y LA FM le aplicó la fuerza que nunca tiene para enfrentar a Uribe y casi se lo come vivo, no sé si más por el hecho de que fuera un líder religioso de esos que piden diezmos y ofrendas o más bien por la impotencia de que hubieran muerto tantos niños por no cumplir una regla que muchos gentiles, impíos, promiscuos, sicarios y abuelitas tampoco respetan.
Por otra parte está ese anciano conductor que a lo mejor por una escueta educación, falta de cultura y civismo y un poco de ambición como el que ronda y caracteriza a los pueblos de nuestro país y algunas de sus ciudades, ahí están en manos de la justicia, sin echarle la culpa ni a Eva, ni Adán, ni a la serpiente, ni a las entidades reguladores de estas leyes, las que ni siquiera se pronuncian.
¿Responsables de qué? Con ellos o no, ¿Dejara de girar el mundo? ¿Cambiara esta situación en cuanto a las condiciones de vida para nuestros niños en el país? Lo cual constituye la calidad de nuestro futuro ¿Dejarán de arder en un bus o explotar con granadas en las manos para poder jugar fútbol viendo los colores de la montañas? ¿Dejaremos algún día de llorar por estas causas y veremos cómo llueve café en nuestros campos? ¿Por fin se llevara a cabo la deschatarrización del transporte público en el que les echan burundanga cuando los ven solos y le meten la mano entre las faldas escolares a nuestras niñas cuando regresan de sus clases en los colegio de señoritas?…
Me inunda el dolor y las lágrimas me corren por las mejillas, la mirada se me queda fija, a veces prefiero no escribir nada y dejar que pase pero veo una noticia y vuelvo a escribir, me ha tomado toda la semana esta nota y solo las noches pudieron aclararla, porque solo encontraba preguntas sin respuestas.
Me gustaría instar a que cada llevemos un seguimiento de esto para saber dentro de cuánto se nos va olvidar por completo, o por el contrario, que lo que olvidemos por completo sea lo que solía ser por haber logrado un cambio, que también hallemos en cada uno de nosotros un lugar para el perdón, y para la meditación ya que es de humanos errar y de todo lo malo siempre podemos aprender algo bueno, o al menos esos espero, en mi caso muchas veces las lecciones emocionales son las que más recuerdo.
Mi madre me dijo una sola cosa que ha logrado consolarme y me gustaría compartirla esperando que tenga el mismo efecto en el amable lector: Esos niños no iban para la iglesia… venían de ella e iban porque querían, sus padres no eran ningunos, era Dios mismo y puedes estar segura que ellos están en el cielo con él.
En tan angustiosa situación y sin querer errar en el uso de las palabras ni de herir la susceptibilidad de alguien, a veces es mejor callar como en los funerales, pero en todo caso las palabras son poderosas y más cuando son usadas en el tiempo correcto y a veces fuera de tiempo, por eso dedico este poema a los Padres, Familiares, Amiguitos, Compañeritos, Maestro, Princesas y Principitos víctimas de esta tragedia que nos ha envuelto a todos en un solo cuerpo, sé que mi corazón y el de una nación entera esta con ellos, desde lo más profundo de mi ser, cuanto lo siento.
Préstame tu esperanza.
Préstame tu esperanza por un momento,
Al parecer he perdido la mía.
El dolor y la confusión son mi compañía.
No sé dónde fijar la mirada
Y al mirar hacia adelante, el futuro
Parece no brindarme una nueva esperanza
Sólo veo caos, días dolorosos y más tragedia.
Préstame tú esperanza por un momento,
Al parecer he perdido la mía
Toma mi mano y abrázame;
Escucha todas mis confusiones;
La recuperación parece tan lejana.
El camino hacia el alivio se ve largo y solitario.
Préstame tu esperanza por un momento
Al parecer he perdido la mía;
Apóyame, ofréceme tu mano, tu corazón y tu amor;
Descubre mi dolor que es tan real, y está siempre presente.
Me encuentro sumergido en el dolor y en pensamientos incoherentes.
Préstame tu esperanza por un momento;
Llegará el tiempo en que la herida cicatrice,
Y compartiré mi restauración,
La esperanza y el amor con otros.
Extraído del libro, Victoria sobre la oscuridad de, Nail T. Anderson, Adaptación del Poema “Lend Me Your Hope” (Préstame tú esperanza) Autor desconocido.