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Ricardo «El Cachaco» Jiménez, lucha contra un tumor que le afecta el hígado

Ricardo Jiménez, o sencillamente RJ, por el nombre de una de sus empresas, es un hombre siempre ligado al deporte, las compraventas y las apuestas. Hoy espera un milagro para seguir viviendo.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA«El Cachaco» Jiménez fue intervenido en la Clínica del Norte en días recientes, para tomarle una muestra del tumor que afecta su hígado, para determinar si es benigno o maligno.

El día antes de la operación, «El Cachaco» Jiménez llamó a Toño Rada, que estaba en la misma clínica para una intervención quirúrgica, y le dijo: «Hermano,vamos mañana  a jugar en la misma cancha, es el  partido de nuestras  vidas. Esta vez nuevamente le voy a ganar».

Esa frase en contexto lo que quería era recordarle que en sus etapas de futbolistas se  habían enfrentado: Toño Rada con  Colombia y el «Cachaco» Jiménez con la selección Atlántico. Ese fue el último partido que jugó el combinado nacional ante de partir a Arica(Chile) a jugar el Mundial de fútbol.

Atlántico ganó a Colombia dos goles a uno. Los dos goles los marcó «El Cachaco» Jiménez.

A los 71 años de edad, Ricardo cumple al pie de la letra en su apartamento el tratamiento que le mandó el médico Héctor Pulido para minimizar la inflamación y así proceder a la intervención quirúrgica. Lucha para vencer el tumor, no cambia su temperamento, sin pelos en la lengua para decir decir su verdad.

El futbolista

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Iván Jimenez, hermano de Ricardo.

Ricardo Jiménez Zuleta nació en Medellín, desde niño mostró sus dotes futbolísticos, jugaba de centro delantero, con olfato goleador, hábil y muy veloz.

Representó a Antioquia en el torneo nacional juvenil de fútbol y en la primera categoría. Cuando se radicó en Barraanquilla también se ganó un puesto en la selección Atlántico.

Ahora, en la tranquilidad de su apartamento, «El Cachaco» Jiménez, recibe la visita de su hermano, Iván Jiménez. Con él evoca recuerdos.

«Yo vivia en Valledupar. Me dedicaba a cultivar algodón. Me iba excelente. Mandé a buscar a Ricardo para montarle su propio negocio, obviamente de recolectar el  «oro blanco». Pero, cuando ya todo estaba listo para arrancar y ya le había hecho toda la inducción, lo llamaron del Deportes Quindío, recomendado por el técnico de la selección Antioquia, José Zauli. Pasó la prueba y yo perdí un socio en el negocio del algodón, pero la familia tenía un futbolista profesional», relata Iván Jiménez.

«En el Quindio me pagaban 900 pesos. Tenía que pagar entre hospedaje y alimentación 900 pesos. Es decir que no me quedaba ni un peso. Me tocaba hacer rifas para poder correr con los otros gastos. Sólo duré un semestre. Reflexioné que del fútbol no íba a poder vivir. Mi otra pasión eran los negocios, por lo que decidí dejar el fútbol competitivo», acota Ricardo.

«El Cachaco» Jiménez, como hombre de fútbol, creó y patrocinó a través de su empresa de chance RJ el torneo de fútbol intermunicipal, que durante siete años consecutivos fue un éxito. El nivel competitivo  del torneo fue respaldado por la gran asistencia de público en todos los estadios del departamento del Atlántico. Además fue patrocinador del Sporting y de otros deportes, como el boxeo, atletismo, baloncesto y béisbol.

El mundo del chance

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Ricardo Jimenez y Mario Miranda (ex boxeador)

Su hermano mayor, Eduardo, fue el primero de ellos en radicarse en Barranquilla. Luego que Ricardo tomó la decisión de salir del Quindío, siguió los pasos de su hermano y vino a calar en la capital del Atlántico, hace  50 años.

Aquí forjó sus empresas. Fue el pionero en el negocio de las compraventas. Montó la primera en la calle 30, le puso el nombre «La Boyacá». De allí pasó al negocio del chance. Inicialmente montó la empresa «La manito». Fue un negocio próspero, llegó a tener 1.200 vendedores. Luego creó  apuestas  RJ.

«Él negocio de las apuestas, de la bolita, genera empleo en Colombia, pero hay algo irónico, es que mientras que este negocio le aporta a la salud, sus vendedores que son la fuerza, que mueve esta industria, no tiene acceso a la salud. No reciben ni una aspirina. Algo contradictorio. Cuando iniciamos este negocio, al principio era clandestino, nosotros reemplazamos al Estado generando trabajo a las madres cabeza de familia, a los discapacitados y todas las personas pobres que no podían acceder trabajar en una empresa», dice Ricardo con voz enérgica.

El chance es legalizado en el año 1982 y Ricardo Jimenéz recuerda que como él era el pionero de este negocio, fue el más perseguido por las autoridades. «No recuerdo cuántas veces estuve preso en la cárcel municipal, pero al semestre eran mínimo dos veces. Fueron siete años duros. Recuerdo dos anécdotas: la primera formé con los internos del penal un parrandón, que me llevaron la boleta de libertad y no la quise recibir para continuar «chupando» en la cárcel. La segunda fue que cuando estaba preso convencí a los guardias para irnos de farra, todo a cuenta mía. Cuando ya estaba saturado de tanto tomar, dejé a los guardias tomando y regresé a la cárcel y el policía que estaba en la puerta de guardia no me quería dejar entrar. Le dije que yo estaba preso y no me quería creer. Me tocó meterle una trompada. Del golpe lo rodé como a un metro y corrí e ingresé a mi celda».

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Ricardo Jiménez mantuvo una fuerte amistad con Antonio Cervantes

Referente a la aparición nuevamente de la venta ilegal de chance, Ricardo Jiménez sostiene que «cada día la apuesta ‘La Blanquita’ tomará más fuerza en el mercado porque para el comprador es más rentable comprarla, porque le van a pagar el 100%, mientras que en las apuestas legales, con los impuestos y los descuentos, al ganador le dan cada día menos por el acierto. Para los vendedores, ocurre el mismo fenómeno; es decir, que es más rentable vender ‘La blanquita’, porque les paga el 35%, mientras que la legal, el 17%. Si no se  replantea el negocio, las cifras de ventas del chance legal cada día disminuirán. Para eso hay que democratizar la venta del chance y acabar con los monopolios».

En cuanto a los atentados en contra de las vendedoras de chance, Ricardo Jiménez sostiene la teoría que eso no viene por el no pago de vacuna. «Aquí en Colombia todos pagamos vacunas desde el vendedor de tinto hasta el más encopetado empresario. Lo que pasa es que se avecinan nuevas licitaciones para el negocio del chance y un grupo poderoso quiere desplazar a quien maneja el monopolio actualmente. Así como nos sacaron del negocio en su momento a sangre y fuego, le están aplicando la misma medicina, pero esta vez contra su base, que son las humildes mujeres cabeza de familia».

Y agrega finalmente: «Yo estoy vivo de milagro. Aun cercano mío le tiraron el pitazo que me iban a matar y me  tocó viajar en «bola de fuego» a Miami/Estados Unidos. Fueron unos días terribles. Leí la noticia en El Heraldo de que  habían asesinado en  una emboscada a unos socios al ingresar a la  empresa de apuestas. Cuando estacionaba un carro, pensaba que eran unos sicarios que llegaban por mi. Vivía en sobresaltos».

Hoy Ricardo Jiménez está tranquilo. Cuenta con el apoyo de su familia y amigos. Cuenta los días para que le efectúen la operación que lo liberé del tumor que le está aprisionado el hígado.

Sobre el autor

Comunicador y Periodista. Editor deportivo de Lachachara.co, tiene experiencia en radio, prensa y televisión. Se ha desempeñado en medios como Diario del Caribe, Satel TV (Telecaribe), RCN, Caracol radio, Emisora Atlántico, Revista Junior. Fue Director deportivo de la Escuela de fútbol Pibe Valderrama y dirigió la estrategia de mercadeo y deportes de Coolechera. Para contactarlo: Email: figueroaturcios@yahoo.es
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