Mientras siguen los conversatorios, fiestas, conferencias y misas para honrar al periodista en uno de sus días oficiales, la lucha diaria sigue siendo una batalla por sobrevivir.
Este lunes 4 de agosto fue la celebración del Día del Periodista en Colombia. Antes era el 9 de febrero, pero una Ley promovida por el entonces congresista costeño, Carlos Ramos Maldonado, fijó esta nueva fecha.
Nuestro director, Rafael Sarmiento Coley, recuerda que este proyecto lo lideró Carlos Ramos para quitarle el honor a Manuel del Socorro Rodríguez, «que era un español republicano, fundador del primer papel periódico en Colombia con el propósito de hacer oficialismo en procura de los intereses de su país y no del nuestro. Por eso, el representante oriundo de Barranquilla prefirió que los periodistas tuvieran su día oficial cuando Antonio Nariño, ese sí patriota, divulgó los Derechos del Hombre en su Gaceta».
Esa es la historia. La realidad es que hoy los periodistas tienen mucho qué celebrar porque irónicamente hace falta sudor y pasión para ejercer el oficio, con una persistente inseguridad por la violencia que ciñe a la libertad de expresión en el mundo y por las carencias económicas a las que se enfrentan a diario la mayoría de los periodistas, por no contar con empleos estables, que cubran su seguridad social y que les garanticen un sueldo.
El periodista de radio, sobre todo, que sigue siendo el medio que más espacio ofrece para trabajar, por lo general es concesionario de un programa. Es decir, le toca pagar al dueño de la emisora por el derecho a trabajarlo. ¿Qué significa trabajarlo? Es que tiene que salir a la calle a buscar las noticias y entrevistas, pero también a vender pautas comerciales para sostener el espacio y que le quede para el pan de cada día.
Lo duro de esto es que cada vez es más competido el entorno, y la economía en general, a quien primero golpea es a la publicidad. Por eso el Gobierno nacional y local es siempre el primer «pautante». Sin esa platica no podrían mantenerse a flote ni los medios más grandes.
En Barranquilla es muy preocupante que a este escenario se sume que el Distrito se demora a veces hasta 3 ó 4 meses para pagar las pautas comerciales. Imagínense a un empleado trabajando de sol a sol sin recibir pago durante ese tiempo. Pues esa es la realidad de quien celebra dos veces en el año su Día.
El honor y el compromiso por realizar un periodismo de beneficio para la comunidad no está en juego, por eso los periodistas siguen trabajando aunque se demore la «carta» que también esperaba el Coronel.
Ojalá la Alcaldía Distrital recuerde que los periodistas también trabajan para sobrevivir.
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