
Por Óscar Arias-Díaz
Hace algunos días se marcó la historia de la televisión o mejor dicho otro capítulo dentro de la historia de HBO en tiempos donde las plataformas buscan generar views, likes, suscriptores y acaparar el interés de las audiencias heterogéneas y fragmentadas de hoy en día.
Las lecciones, sacrificios, tristezas, alegrías, melancolías y nostalgias de una familia billonaria son tan solo algunos elementos vistos en la serie Succession de HBO y disponible todos los domingos tanto en la plataforma hoy llamada MAX y en los canales de cable de HBO, en simultáneo y casi como un recuerdo de otros tiempos donde esperábamos series como The Wire, The Sopranos o Game of Thrones. Tal vez, esos tiempos no volverán del todo, pero seguirán como un recuerdo que nos dejó el viejo paradigma de la televisión de ayer.
Se marca el cierre de una era. Era de la familia Roy y con ella la postal de una familia billonaria de Norteamérica. Los Rockefeller, Carnegie, Hearts y familias más cercanas como los Goldman, sin dejar de lado los tech-billionaires como Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg. Son tan solo alguna de las analogías que se pueden hacer con lo que presenciamos de esta serie que marcó como siempre un antes y un después desde el punto de vista de lo formal, en la dirección, actuación, puesta en escena y otros elementos que se analizarán por los siglos de los siglos y Amén. Porque si aun sigue siendo casi ritualistico el llegar al domingo y ver la oferta de HBO, donde la fórmula de actuación, dirección, música y buenos guiones como lo más sólido para atraer el público tan esquivo hoy en día.
Sobre lo construido y lo que se pueda decir de Succession nos adentramos a una historia tan contemporánea como el sistema capitalista en donde vivimos. Donde la “moral flexible”, las luchas entre izquierdas, centros y derechas siguen vigentes, en donde se mantienen las intrigas por el poder y donde los conglomerados económicos mandan más que los políticos de turno. Eso en una posición sintética y casi reduccionista es lo que vemos de principio a fin desde el capítulo 1 de la primera temporada hasta lo último que se vio el domingo pasado en esta serie que tiene como showrunner y es escrita bajo la brillante pluma de Jesse Armstrong y la producción de Adam Mckay y Will Ferrel, si el mismo actor de comedia que algunas veces nos hace reír con algo simple y cotidiano.
Al final, seguimos transitando en un mundo donde muchos buscan su propio interés o como se define en nuestra cultura colombiana “El cómo voy yo, ahí”, la búsqueda del poder, ambición, codicia y engaños de una familia norteamericana que puede llegar a darnos desde la ficción una postal de algo no tan distante en nuestro país del sagrado corazón con: Los Santo Domingo, Ardila Lule, Sarmiento Angulo o los tan populares Gilinsky.
Lo bueno: La actuación, la actuación y la actuación. Si tres veces lo repito porque el reparto es la pieza clave de esta máquina bien engrasada. El impacto que tuvo la serie en las nuevas comunidades digitales, al generar memes, videos en tik-tok, entre otros contenidos.
Lo malo: La temporada 3 que fue un recurso que se utilizó de bisagra para lo que venía. Se encuentran agotados los ejemplares de los guiones de cada una de las temporadas de Amazon y sí para aquellos que estudiamos el audiovisual esto es una mala noticia.
Los dejo con el intro que se encuentra disponible para maratonear en HBO MAX y no olviden que la playlist de la serie está disponible en Spotify.