
Por Rafael Sarmiento Coley
Desde 1949 el Carnaval de Barranquilla contó con un «Bando Real» jacarandoso, mamagallista y sabrosón que daba inicio a las fiestas del Dios Momo.

Su autor, Alfredo De la Espriella Zabaraín, un barranquillero adoptivo nacido en Ciénaga, Magdalena, el 6 de febrero de 1926. Su padre, el abogado barranquillero Alejandro De la Espriella, estaba en esos momentos al servicio de la empresa norteamericana United Fruit Company. se había trasladado con su esposa Clara Zabaraín a la entonces llamada «Capital mundial del banano», hasta cuando una huelga de los trabajadores causó una arremetida brutal y sangrienta provocanda por un teniente del ejército colombiano que había recibido un millonario sobrino para acabar con el cese laboral a sangre y plomo, como en efecto ocurrió.
La familia De la Espriella Zabaraín debió trasladarse a Barranquilla en donde Alfredo adelantó sus estudios y se interesó en la literatura y la radio. Participó en obras de teatro como «La ópera del centavo», de Beltolt Brechk. Empezó a participar en los programas en vivo de las emisoras locales y encontró la forma de viajar a Buenos Aires a estudiar periodismo, lo que complementaba con su asistencia a una escuela de teatro.
A su regreso a Barranquilla aprovechó que su hermano tenía una imprenta a color en donde imprimía almanaques y afiches.
Alfredo aprovechó dicha circunstancias para fundar y dirigir la revista «Barranquilla gráfica».
En forma simultánea fundó una escuela de teatro que tuvo, entre otros alumnos, a Fuad Char Abdala y Olga Emiliani Heilbron.
Fué el fundador del departamento de Extensión Cultural de la Universidad Autónoma del Caribe.

La vida del ilustre literato e historiador se apagó este jueves 30 de enero, dejando un vacío enorme en la historiografía carnavalera y el impulso a las actividades culturales de la ciudad, desde años antes de que existiera «La Cueva» y el llamado Grupo Barranquilla.
Fué el gran Quijote que aguijonó a las juventudes barranquilleras a a pensar en algo más que en bates, manillas y la bola de trapo.