
El pugilista nació en Montería el 3 de Septiembre de 1964, es decir que estuviera cumpliendo 56 años de edad.(Serie: estrella fugaz en el firmanmento de boxeo)
Por: Francisco Figueroa Turcios

Robinson Pitalua, finado boxeador cordobes
Robinsón Pitalúa Támara, comenzó a boxear a los 12 años, guiado por sus hermanos Zenón Vellojín Támara y José María Pitalúa, quienes gastaban la mayor parte del tiempo practicando boxeo. Lo de Zenón no era un capricho, sino una pasión. Era hábil, técnico, calmado para pelear y con un potente juego de manos. En su época de esplendor fue conocido como “El Monzón Colombiano”. José María tenia su estilo y alguna técnica, pero su mayor capital eran las ganas de salir adelante en el arte de fistiana.
Robinson entro al boxeo emocionado por las conversaciones de sus hermanos, él decidió acompañar a sus hermanos a los entrenamientos a servirles de utilero. Cuando se tuvo confianza, sus hermanos lo corregían donde le mostraban como poner su manos y como pararse a la hora de pelear, fue tanta la pasión que muy pronto aprendió todo lo necesario para convertirse en un gladiador del boxeo a nivel nacional e internacional.

Pitalúa,entrenando bajo la mirada de Pedro Vanega
El palpito de sus padres Rafael Pitalúa y María Elena Támara, no falló cuando ellos se oponían a que Robinson practicara el boxeo. Todavía retumban en la mente de María Elena Támara, el diálogo que sostuvo su esposo, Rafael, quien falleció hace dos años, con Robinson para persuadirlo que no practicara el boxeo y más tarde con el entrenador Pedro Vanegas para impedir que no fuera a Pereira a representar a Córdoba en el zonal juvenil.
“Usted no va para ningún Pereira porque no me gusta!”, le respondió Rafael a Robinson cuando le anunció la noticia que había sido seleccionado para ir por Córdoba al Torneo Zonal Juvenil de Boxeo.
-Pero papá ¿por qué no?
-Ombe Robinson ,¿cuántas veces más quieres que te lo digamos, ah? Tu mamá y yo estamos cansados de decirte que no queremos que seas boxador. Mírate, carajo, tú eres un tipo blanco, simpático, buena presencia, te pueden dañar la ñata como a José María (hermano de Robinson), ese es un deporte muy peligroso, para negros”.
-¡Papá, es que yo voy a ser campeón mundial!.
-“¡Qué campeón mundial ni qué nada! Usted tiene que estudiar, mijo, prepararse para que no le toque duro en la vida”.
-¡Pero, papá!…
-Bueno,ya le dije que no.¡No va! ¡Se acabó,jéee!
Robinson no arguementó más,pues siempre profesó un respeto inquebrantable hacía sus padres. Pero el jovén pugilista reservó su último y mejor cartucho para el día siguiuente, cuando le comentó a su entrenador Pedro Vanegas, que su padre no le había dado permiso para viajar a Pereira.
Tratando de resolver el permiso del viaje entre adultos, Pedro Vanegas se fue a la casa para conversar personalmente con Rafael Pitalúa, quien en un principio no se movió ni un milímetro de la raya.
-Ombe Pitalúa, caramba, déjame ir a Robinson, yo tengo muchas esperanzas en él-réplicó el entrenador.-No.¿No va!, ratificó.
-Ombe Pitalúa dejalo ir…insistió.
-Pedro¿ y pa qué te vas a llevar a ese pelao para allá? Robinson no sirve para eso…
Nombe Pitalúa no digas eso ombe. Robinson es el mejor boxeador que hay en la liga de Córdoba actualmente. Dejaló ir, ya verás cómo sale adelante.
Ante la tenacidad de Pedro Vanegas,don Rafael meditó un momento el asunto. Tomó un segundo aire como esos buenos boxeadores. Cambió de semblante.Relajó sus músculos. Miró a Vanegas fijamente a los ojos y le dijo con vehemencia.Yo lo dejó ir, pero cuidame a Robinson. te lo encargó.
Pedro Vanegas,no estaba equivocado de la capacidad boxística del joven pugilista monteriano y en su debut en el I Zonal Campeonato Zonal Juvenil, que se realizó en octubre de 1980, demostró que surgia en el firmamento boxistico a nivel nacional una nueva estrella: obtuvo tres victoria por la vía del nocaut.
Un día después de clausurado el zonal en Pereira, Rafael Pitalúa que estaba en la puerta de su casa aceitando el camión,cuando escuchó la voz inconfundible de su séptimo Robinson quien traía colgada del pecho la medalla de oro. Don Rafael fue emocionado al encuentro de su hijo lo abrazó y llamó a su esposa.