Primero fueron los aborígenes, luego el colonizador español, después el alemán Juan B. Elbert y terminó mal en manos de la Naviera Fluvial Colombiana. Ahora llegaron nuevos jugadores. Escrito por: Rafael Sarmiento Coley – Director
Pobre Río Magdalena. Siempre ha sido repartido a pedazos. Primero lo tuvieron bajo su dominio natural y obvio los indígenas. Cada tribu marcaba su territorio hasta determinado lugar. Vino luego el sanguinario invasor español y se apoderó de todo. No solo de las riquezas físicas. También de las aguas del Magdalena.
Derrotados los sátrapas españoles, a Simón Bolívar, el Libertador, se le ocurrió la buena idea de entregar en concesión la navegación del Río, a cambio de algunas tareas de mantenimiento. Que no fueron muchas. Ni sirvieron para mayor cosa, porque Elbert estaba enredado en cómo organizaba sus vapores de la mejor manera.
Más recientemente vino la era dorada de la Naviera Fluvial Colombiana, una entidad en la cual había intereses de la Federación Cafetera y empresarios barranquilleros. Las condiciones del Río Magdalena fueron empeorando hasta reducir a casi nada la Naviera.
Ahora ha llegado un jugador extranjero. Un peso pesado. Una compañía que se dice es propiedad de sus ‘empleados y trabajadores’. Nada de capitalistas que figuren en la lista Forbes. Es de origen holandés, pero se dice que tiene algunos inversionistas suizos. Eso es el mayor secreto del mundo.
Se trata de la firma Impala, registrada en Colombia como una sucursal de la principal del mismo nombre. A su vez Impala Internacional es una de las 7 empresas del Grupo Trafigura, que mueve el comercio de materias primas, productos terminados y todo tipo de mercancías en el mundo.
El barranquillero Alejandro Costa, gerente general de Impala Colombia, asegura que en 18 meses estarán listos los puertos de Barrancabermeja (donde se invierten 300 millones de dólares) y Barranquilla. En plena operación generará 800 empleos directos y unos 1.500 indirectos. Creará una escuela fluvial para preparar personal tanto para esta como para otras compañías. Hará responsabilidad social en los pueblos ribereños de su influencia.
Ya están listos para empezar. Cuentan con 11 remolcadores (cada uno puede arrastrar hasta 15 barcazas) y 50 barcazas. Moverán líquidos, granos, carbón coque, nafta, todo tipo de mercancía, y tendrán todas las condiciones para enchufarse al sistema de transporte multimodal. El viaje de subida dura 4 días y, de bajada, 2.
El derecho a la pernada
A juzgar por la sequedad con que Alejandro Costa respondió las preguntas sobre los temas políticos internos, no quieren meterse en berenjenales. Insiste en que Impala no tiene socios colombianos. Y hay que creerle.
Pero como en Colombia nadie entra pisando firme y hablando fuerte en un negocio así a la bulla de los cocos, es de suponer que tuvieron que pagar un altísimo derecho a piso en varias alcabalas.
Lo positivo es que, gracias a Impala, Augusto García Rodríguez, gerente de la Corporación Autónoma del Río Grande de la Magdalena (Cormagdalena), tuvo que ponerse las pilas para acelerar, por fin, el proyecto de recuperación de dicha arteria fluvial. Dicen que a Santos casi le da un soponcio cuando se enteró que el proyectó estaba estancado. Y García tuvo que salir, como un reyecito, a ordenarles a sus súbditos que, con la mayor rapidez, pusieran a andar la recuperación del Río. Y dicen que después que no creía mucho en el contrato de Impala, “ahora lo adora”, según uno de los operarios de la empresa ‘Compas’ que atendió ayer a la delegación periodística.
Y el Presidente Santos, por supuesto, está loco de contento por la presencia de esta gigante del transporte mundial, que ha creído en Colombia.
Alejandro Costa insistió en que Impala Colombia es una filial de Impala, Transporte y Almacenamiento Internacional, que es propiedad de Trafigura, cuyas demás empresas son: Comercio, Envío y Fleteo, y Puma Energy.
Costa asegura que directivos y empleados de Trafigura son sus únicos accionistas. Este modelo de propiedad promueve una perspectiva a largo plazo y la gestión prudente de los riesgos.
La filosofía de la empresa es: “Nosotros cerramos la brecha entre los productores de las materias primas y los usuarios finales con una gama de servicio. Nosotros almacenamos, mezclamos, transportamos, asumimos el riesgo de administrar y financiar las explotaciones de las materias primas. Entregamos los productos físicos que cumplan con las especificaciones precisas del cliente”.