Por Jorge Guebely
Estrategia del poder para desprestigiar enemigos; matoneo para anularlos, destruirlos, hasta convertirlos en ángeles inofensivos o demonios terroríficos. Lo utilizan para combatir la inteligencia y consolidar la ignorancia, su alimento preferido.
A Kafka, creador del portentoso inicio de novela: “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto.” Repentina revelación del horrendo deterioro humano, lo moteó el poder comunista ruso como “conservador de derecha” y, el nazi de Alemania, como “revolucionario de izquierda”.
De “loco” califican a Don Quijote, uno de los personajes más cuerdo de la Literatura, capaz de brillantes pensamientos como: “Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío”.
Por “subversivo”, Cortázar debió abandonar Argentina y sus libros prohibidos. Hombre de tiernos personajes a la medida de su inmensa ternura. Solo sensibilidad trascendental en las palabras de Oliveira a la “Maga”: “Amor mío, no te quiero por vos, ni por mí, ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto”.
De “pesimista” estigmatizaron a Ciorán por sus potentes y veraces aforismos: “El problema no es saber si hay vida después de la muerte, sino si hay vida antes de la muerte”.
De “panfletario” el conservadurismo colombiano matoneó a Vargas Vila por sus lúcidos pensamientos contra la mojigatería: “La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo”. Lo rebajaron a propagandista anodino.
A Rivera lo desfiguraron con el remoquete de “Cantor del Trópico”. Motete brillante y sonoro para ocultar su denuncia contra la descomposición del ser humano bajo el poder capitalista. Contra el “Funes” interior de cada ciudadano: el codicioso, mañoso y hasta criminal, por avariciar el dinero: “Y no pienses que al decir “Funes” he nombrado a persona única. Funes es un sistema, un estado del alma, es la sed de oro, es la envidia sórdida. Muchos son Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico”.
Motetes peyorativos del poder para desacreditar la inteligencia, crear ignorancia, perpetuar tiranías. “La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía.”, afirmaba lúcidamente Emiliano Zapata a quien motearon como el “Atila del Sur”.