Crónicas

¿Por qué murió Matthias Sindelar?

Contra la cruel y sangrienta dominación de Alemania en la década de 1930, un flaco y diminuto austriaco, Matthias Sindelar se enfrentó y los humilló con su fútbol.

Escrito por: Andrés Giraldo

Periodista deportivo

A las 6 de la mañana el sonido de la Radio de Viena se escuchaba a lo lejos con una tonada de Marshmusik. La calle mostraba el amanecer de un día nuevo en la ciudad que hace poco formaba parte de la Utopía Alemana de Adolf Hitler.

El teléfono sonó de manera ruidosa y esto llamó la atención del conserje del edificio donde residía Camila Castagnola, una italiana que le había robado el corazón al Mozart del fútbol. El hombre golpeó en la puerta repetidas veces y abrió.

Una botella de vino, restos de una cena y la vitrola sonando al fondo de la sala determinaban una noche de celebración entre la pareja de novios que hacía poco había entregado el bar que con su poco capital compró para mantenerse mientras duraba la ocupación Nazi que, creían y sabían, iba a ser larga y dolorosa.

El empleado del edificio sintió un pesado olor a caucho quemado que emanaba del cuarto de los enamorados y con sorpresa y horror encontró el cuerpo del Hombre de Papel envuelto en una sabana y el de Camila desmayada sobre la alfombra persa.

La tristeza invadió a nuestro hombre que para efectos de la narración se llamará Klaus. El Hombre de Papel, el Mozart del Fútbol yacía muerto en su apartamento de Viena.

descargaAustria había dejado de ser de los austriacos y su máximo ídolo moría de manera misteriosa. Matthias Sindelar había entrado a la historia como el mejor futbolista austriaco de todos los tiempos, pero más aún como el máximo símbolo de la pobre resistencia austriaca a la Anschluss, o la anexión de Austria reclamada históricamente por la loca aventura de reconstruir el imperio alemán del medioevo, cuando Carlo Magno dominaba el continente.

¿De qué murió Matthias Sindelar?

Matthias y su novia fueron declarados muertos por intoxicación con dióxido de carbono, según la Gestapo. Sindy, como le decían cariñosamente sus amigos de la Selección, había muerto de manera accidental por la concentración de gases tóxicos en la calefacción del apartamento.

Quizá en otro momento la versión sería creíble, pero para muchos la muerte fue el precio que pagó Matthias por burlarse de los Nazis con lo que mejor sabía hacer, con el fútbol.

Precisamente fue un 3 de abril, corría el año 1938 y la maquinaria alemana nazi estaba lista para devorar Europa, el ejército alemán con sus panzer comandados por el general Wilhelm Keitel y la fuerza aérea dirigida por el terrible Hermann Goering, apoyados por las terribles ideologías antisemitas y místicas de Hemrich Himler, ni qué decir de la propaganda hipnótica de Goebbels.

Precisamente fue la inteligencia alemana que deseaba demostrarles a sus nuevos esclavos que el imperio alemán regresaba. Por eso, sin dudarlo, utilizaron el deporte como medio de propaganda. Aunque valga aclararlo el deporte fue el único escenario donde Hitler nunca ganó.

Varios fueron los intentos del partido Nazi por demostrar la superioridad alemana, pero ni Jesse Owens, ni Joe Louis le permitieron demostrar que la raza aria era superior a las demás.

partido-alemania-austriaEste sería el último intento y para ello el partido organizó un juego entre las dos selecciones. El encuentro se llamaría el “partido final”, con este evento se anunciaba el fin de Austria como nación y sus mejores jugadores pasarían a ser parte de la selección Nazi.

Sindelar, que era parte judío, detestaba la política nazi y sus actos violentos. Al enterarse del partido no quiso jugarlo, pero el Gobierno lo presionó y el partido Nazi lo amenazó con la prisión si no jugaba. Al final aceptó, y aunque sabía que no había posibilidad de triunfo entró en una depresión fuerte.

Der Papiermmane

Sindelar había jugado toda su vida en Austria, en el Herta Viena, club que lo ficho a los 15 años. Cuando llegó al equipo vienés era un muchachito delgado y blanco como una hoja de papel, por eso en sus inicios los periodistas vieneses maravillados con la agilidad de este menudo hombrecillo lo bautizaron como “Der Papiermmane” o el “Hombre de papel”. Su fútbol era claro y rápido, eludía rivales con facilidad extrema y se encontró con el mejor equipo del mundo en ese entonces, la selección nacional de Austria, más conocida como el Wunderteam.

fus_oefb_popup_oesterreich_sindelar_31_b_aEn los años 30 la selección austriaca era de lejos la mejor del mundo. Su fútbol fue el primero que se pudo llamar alguna vez moderno.

El mismo Rinus Mitchell, director técnico de la Naranja Mecánica de los 70, advirtió que el fútbol total no nació con Holanda en el mundial de 1974. Nació en la zona bañada por el Danubio.

Jimmy Hogan un escocés medio loco y aventurero enseño a Hugo Meisl en 1931, como debería entrenar y preparar a sus jugadores siguiendo una dieta estricta y un riguroso plan de trabajo.

La WM

En tan solo cuatro años la famosa formación de los austriacos dispuestos en el campo con la forma de las letras WM revolucionó las canchas europeas y no ganó el mundial de Italia en 1934 debido a los fallos arbitrales a favor de la selección italiana. Manipulado el arbitraje y amañado por el mismísimo Mussolini.

wunderteamAustria se conformó con el tercer lugar perdiendo la semifinal contra Italia, en donde se anularon tres goles claros de Sindelar. En los juegos olímpicos de Berlín perderían la final ante Italia, debido a que nunca pudieron superar el miedo de la semifinal del mundial donde el Ducce les envió sendos matones fascistas para amedrentar al Wunderteam.

Este equipo puso en práctica la difícil concepción futbolística de que la mejor defensa es un buen ataque. Ejercían un continuo pressing ofensivo y basaba su éxito en la posesión del balón siempre mirando hacia la portería rival. Si comparamos su funcionamiento solo podría compararse al Barcelona actual.

Las goleadas a Alemania por cinco a cero tanto en Berlín como en Viena, un 8 a cero contra Hungría y un magnífico cinco a dos contra la legendaria Escocia que nunca había perdido en continente europeo. El centro de todo este sistema era por supuesto el habilidoso Sindelar, y fue considerado por muchos el primer enganche puro de la historia.

Pero Europa estaba trastocada. El mundial se desarrolló en un clima hostil, triste y aburrido, los partidos eran batallas campales, no paró de llover y los campos de juego italianos eran barrizales. Mussolini metía sus anchas narices en todas partes, hasta en los camerinos de los árbitros y fue así que el partido entre Italia y Austria se jugó en este pesado ambiente, sumado a la actuación del oriundi nacionalizado argentino Luis Monti apodado “Doble Ancho” y a la férrea defensiva italiana y un Guaita que como arquero sacó todo, Austria perdía la semifinal dirigida de manera sospechosa por un sueco de cuyo nombre no quiere acordarse nadie.

El partido final

El partido se jugó El partido se disputó el 3 de abril de 1938 en el Estadio Prater de Viena y, pese a que se esperaba que los futbolistas austriacos permitieran un fácil triunfo alemán, Austria llegaba en innumerables ocasiones, pero ninguno se atrevía a anotar gol.

Cada vez que Matthias llegaba frente al arco alemán después de eludir a medio equipo teutón, disparaba a la tribuna. Agachaba la cabeza y la movía de lado a lado para expresar su inconformismo.

El primer tiempo finalizó con un cero a cero aburrido y extraño. El palco nazi estaba nervioso, los oficiales de la SS no creían que podían ganar, sin embargo también sabían que tenían el partido en su poder.

Para el segundo tiempo, Sindelar, cansado del circo, explotó y dejó a su compañero y mejor amigo Karl Sesta solo sin arquero y no pudo fallar el gol. Los austriacos en el estadio gritaron el gol con el dolor de su tierra perdida. Minutos después Sindelar anotaría el segundo y sin pensarlo junto a Sesta se abrazaron y celebraron con una danza frente al palco nazi. Sindelar les demostró a los alemanes que la dignidad austriaca era indomable. También firmó su desgracia.

Los nazis nunca perdonaron a Sindy, lo persiguieron y lo expulsaron del fútbol por no aceptar jugar para Alemania.

El mundial del 38 fue ganado por Italia nuevamente, a pocos le importó, el mal acechaba el mundo y todos escuchaban sus pasos entre las botas militares de las SS.

Lo expulsaron y expropiaron su negocio por su relación con los judíos. Fue testigo de la muerte de Meisl triste porque la invasión alemana había puesto fin a su proyecto de llevar a Austria a la cima del fútbol.

El 22 de junio de 1939 un encuentro de cartas entre los viejos miembros del Wunderteam terminó a la media noche. Matthias Sindelar y su novia regresaron al apartamento, bebieron una botella de vino y durmieron. Nunca despertaron. Camila quedó sumergida en un coma del que nunca despertó. Matthias murió mientras dormía.

Algunos allegados dicen que se suicidaron, otros expresaron que los Nazis los envenenaron. La verdad se perdió en la oscuridad de la guerra, pero en el corazón austriaco aún perdura el sueño de encontrar un nuevo Sindelar. El Mozart del fútbol dejó su legado que los húngaros retomarían para modernizar su sistema y convertirse en el equipo dominante, de esta herencia resultaron retoños como Puskas o Hidegutki.

El fútbol y la política siempre irán de la mano, ambas actividades convocan multitudes, pero el fútbol es más democrático y los partidos no cobran víctimas, solo se gana o se pierde. Pero si se mezclan resultan fracasos rotundos que siguen alimentando la historia del deporte más popular del mundo.

]]>

Noticias relacionadas
CrónicasDeportes

Apague y vámonos.

CrónicasDeportesLocales

Edgar Perea, antes de ser el Campeón de la radio

Acción socialAgendaCrónicasEstilo de VidaLocalesMundoSaludSalud Mental

Alcohólicos Anónimos: 90 años llevando un mensaje de recuperación al alcohólico que aún sufre

ActualidadCrónicasDeportes

Ebaldo Pérez, la promesa que se viene abriendo paso en el fútbol

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *