Crónicas

Mientras Claudia teje macramé

DSC_1788 Foto por Yimy Racedo[/caption]

Una joven protagoniza esta crónica, tejida entre los sueños y la dura realidad de nuestra sociedad.

*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los menores que se encuentran en custodia del Bienestar Familiar.

Claudia tiene 14 años, es morena, de cabello corto, crespo y  estatura media. Su mirada inquieta y desconfiada sólo se apacigua al detenerse sobre los hilos verdes que se entrelazan obedientes siguiendo la ruta que marcan sus dedos. El gusto por el macramé lo ha desarrollado durante los tres meses que lleva en el Centro de Protección.

Es domingo, 9 de la mañana, esperamos sin afán ingresar al Centro de protección. Desde lejos se divisa un grupo de alrededor de 20 jóvenes sentados en círculo escuchando las palabras del formador, la persona que siempre los acompaña. Las mañanas, durante los cuatro meses de aislamiento, inician con un espacio de reflexión en el que comparten cómo se sienten, las cosas que pasan por sus cabezas al comenzar el día.

La mañana avanzó mientras se preparaba la logística para la actividad lúdica de turno, en esta ocasión, macramé. Repartieron los hilos, se aproximaban a la mesa mirando los colores, se decidían por uno u otro, procedían a medirlos, cortarlos y luego salían en busca de un espacio sobre el cual sostener y apoyar el tejido. Claudia se aproxima, elige un tono verde, abre los brazos y desde la punta desliza la hebra midiendo, mientras en el piso y sobre sus pies descalzos se amontona un entramado verde e irregular.

[caption id="attachment_2835" align="alignleft" width="300"]DSC_1789 Foto por Yimy Racedo[/caption]

¿Por qué estás aquí?le pregunto, mientras ella intenta separar las hebras enredadas en el suelo.

– Por droga.- responde sin mirarme- Andaba en la calle y me cogió la policía, me pusieron por consumidora. Yo tenía muchos problemas en la calle, no quería seguir dándole dolores de cabeza a mi familia… yo vivo con mi mamá, mi abuela, mi papá y con la mujer de mi papá- hace una pausa, toma aire y procede a explicar- O sea, a mi papá lo mataron, ese no es mi papá, es el esposo de mi tía… lo que pasa es que de pequeña ellos me criaron… mi mamá no vive conmigo, o sea, ella a veces viene y se queda en mi casa, pero vivo con  mi tía, para mí ella es mi mamá.

– ¿Por qué mataron a tu papá? 

– Lo mataron hace tres años porque vendía droga en Venezuela. Él siempre que estaba afuera me mandaba mis cosas, no puedo decir que no, a mí no me faltaba nada… Sino que fui yo, por dejarme llevar de la tentación que comencé a consumir.

Citando el artículo 20 del código del menor, Derechos de protección. Los niños, las niñas y los adolescentes serán protegidos contra: El abandono físico, emocional y psicoafectivo de sus padres, representantes legales o de las personas, instituciones y autoridades que tienen la responsabilidad de su cuidado y atención.

-¿Cómo llegaste a ese punto? 

– ¿A consumir?

– Sí 

– Comencé a andar con una banda y me salí del colegio, tres meses antes ya estaba consumiendo hasta que me entregué. En mi casa, no sabían que yo consumía, lo vinieron a saber aquí, cuando llamaron a mi mamá y le dijeron que consumía droga… pienso que hice mal por dejarme llevar de una amiga, empecé con la marihuana y terminé con la pepa… cuando consumía pepa, no llegaba a casa, en  mi familia nadie sabía que era viciosa.

[caption id="attachment_2833" align="aligncenter" width="400"]DSC_1781 Foto por Yimy Racedo[/caption]

Artículo 20, también se establece la protección contra el consumo de tabaco, sustancias psicoactivas, estupefacientes o alcohólicas y la utilización, el reclutamiento o la oferta de menores en actividades de promoción, producción, recolección, tráfico, distribución y comercialización.

– ¿Cuándo llegaste tuviste algún problema?

 – Me ponía ansiosa, quería consumir y consumir, ya no, porque ya estoy terminando el proceso. Aunque me quiero volar, es que pienso eso cuando tengo ganas de consumir pero no me voy a dejar llevar.

 – ¿Crees que estás a tiempo de solucionar las cosas?

 –  Lo que pasa es que allá les gusta mucho la murga, esas negritas querían darme una puñalá’, no les salí porque yo sé que lo que venía pa’ mí era muy grave, después la cogían con mi familia y eso era lo que no quería, que la cojan conmigo, si me quieren matar que me maten, pero no a mi familia… Cuando me trajeron acá, yo me alegré porque sabía que iba a estar bien, y ahora que salga voy a estudiar. Yo dije que no iba a buscar más pelea, pero si toca, toca, porque si me buscan no me voy a dejar.

….

Claudia es una de las pocas mujeres dentro del grupo. Generalmente admiten no más de tres dentro de los 20 a 22 jóvenes para los que tiene capacidad el Centro de protección. En el departamento del Atlántico va en aumento los casos de menores vinculados a pandillas y la otra cara de la moneda son los casos de los menores víctimas de violencia intrafamiliar. Si bien es válido hacer esta separación, lo ciertos es que ambos grupos en menor o mayor medida son igualmente víctimas.

]]>

Related posts
CrónicasEntrevistas

Luis Arias y Libreros, el “cañonero" de la radio barranquillera

ActualidadCrónicasDeportes

El libro de Javier Castell: Los 100 del centenario, ¡una joya periodística!

CrónicasMedio AmbienteSin categoría

No era escalar el Everest, sino los Cerros Orientales (o como la altura afecta a un joven de tierra caliente recién llegado al frio)

CrónicasEstilo de Vida

Adiós, Georgia; hola, Eslovaquia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *