En Caracas, Gobierno y guerrilla dieron el primer paso con más incertidumbres que certezas. En la Cancillería hubo sonrisas, fotos y muchas dudas.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
El miércoles 30 de marzo en Caracas, Venezuela, el gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunciaron el inicio formal de un proceso de paz que contempla la instalación de una mesa de conversaciones en Ecuador, que se espera esté lista en menos de dos meses, y la realización de diálogos en otros cuatro países latinoamericanos para tratar de poner fin a medio siglo de violencia.
Hubo sonrisas y poses para las fotos protocolares. También abrazos y palabras de aliento a las negociaciones que se iniciarán luego de este primer paso, para muchos crucial, en medio de la desconfianza mutua que se respiraba en el ambiente.
También habrá sesiones en Venezuela, Chile, Brasil y Cuba, países que junto a Noruega, serán los garantes del proceso de paz.
Pero el optimismo que se pretendió proyectar en esa reunión, se vio opacado por los escollos que enfrenta el proceso, que salieron a relucir desde ese mismo día.
El presidente Juan Manuel Santos, advirtió desde Bogotá, que cualquier inicio de conversaciones estaba sujeto a la liberación de todos los secuestrados por parte del grupo insurgente.
Por su parte alias ‘Pablo Beltrán’, uno de los integrantes del llamado ‘comando central’ del Eln, anunció desde la capital venezolana la liberación del patrullero de la Policía Nacional Héctor Germán Pérez, en cautiverio desde el pasado 20 de marzo.
“Es un caso de un patrullero detenido en el sur de Bolívar el 20 de marzo, la orden que hemos dado es que sea liberado y muy pronto”, agregó ‘Pablo Beltrán’.
«Abrir una mesa de negociación con una guerrilla que sigue secuestrando rompe con un consenso de que esa es una forma inaceptable», señaló Jorge Restrepo, director del centro de análisis del conflicto Cerac.
Santos también dijo que, al igual que con las Farc, en el proceso con el ELN el Gobierno tiene “líneas rojas muy claras que no hemos traspasado ni vamos a traspasar ni un sólo milímetro”.
En su concepto, por ejemplo, no son temas de discusión con las guerrillas ni los modelos económicos y políticos del país ni el régimen de propiedad privada ni los asuntos relacionados con la doctrina militar y la fuerza pública. Estos temas han sido para el ELN, fundado en 1.965 y que mantiene en armas a unos 1.500 hombres, parte de las banderas político-ideológicas que ha enarbolado desde hace 50 años el grupo de orientación izquierdista.
Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, centra las dificultades de un eventual acuerdo con el ELN en la propia estructura del grupo. «Es una guerrilla con grados altos de descentralización y autonomía de sus estructuras», dijo Ávila a la agencia noticiosa AFP.
El único consenso parece ser entonces, que a pesar de los buenos augurios expresados en Caracas, el camino luce largo y se extenderá mucho más allá de 2018, cuando Santos entregue la presidencia a su sucesor.