Escrito por: Cristian Ibañez– Chacharero [caption id="attachment_6243" align="aligncenter" width="300"] José Mendoza[/caption] Se hacen las 6:15 am. y con vigor emprende su camino para no llegar tarde, a las 6:30 am. ingresa al plantel, optimista y alegre, a disfrutar de sus clases hasta la 1:00 pm. Luego de haber salido de esta jornada en la que compartió gratos momentos con sus compañeros, José regresa a su casa exhausto, pero contento y ansioso por realizar sus tareas y cumplir el resto de sus compromisos.
Esa es la rutina de José Antonio de lunes a viernes, un joven que teniendo todo para desistir no se ha limitado.
Con la ayuda de su familia, la cual le ha brindado más que cosas materiales, afectos, tolerancia, comprensión y valores, que le han servido para ser considerado por la gente que le rodea un tipo con personalidad.
José cursa 8º grado y tiene 16 años, es amante del deporte, lo que mas le gusta jugar es fútbol y baloncesto. También le gusta dibujar, por eso es se destaca en educación física y en artística; además, cuando se le pregunta qué quiere estudiar en la universidad, responde: “Lo que a mi me gustaría estudiar es ingeniería industrial o arquitectura”.
Seguidamente otra pregunta, esta sí un tanto incómoda:
¿Qué te motiva para construir tus metas día a día, sin importar que otras personas no te crean capaz? Y José saca pecho como esos gallitos de pelea: “Lo que me motiva y me impulsa a mí a realizar poco a poco mis sueños es la fe en Dios y también el deseo de no ser como algunos jóvenes del montón que creen que superarse no sirve de nada”.
Llega el fin de semana y para José los compromisos no se hacen esperar, aprovecha que no tiene que ir al colegio para hacerle mantenimiento a su silla y así, en la tarde, compartir con sus amigos de la iglesia.
Transcurre el tiempo y José aprovecha cada segundo que pasa para proteger sus sueños con seguridad y confianza en sí mismo.
Su situación física es congénita. Nació sin pies ni parte de las piernas. Y algunos dedos de las manos están pegados. Así nació. Y así vive rodeado del amor de su padre José Antonio Mendoza y Jacquelín Padilla. Para ellos es su niño mimado. Y eso a él lo despierta cada día con enorme alegría en el corazón.
José es un joven de admirar que nos da una lección de determinación y fuerza de voluntad, que nos invita a ser más íntegros e ir por la vida forjando nuestros sueños, que nos invita a ir a paso firme dejando huellas que no desaparezcan jamás.
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