Las peleas de López y Belisario: Sí se puede…No se puede. Me lleva él o me lo llevo yo. Dale pollo rojo y acabalo con el golpe de morcillera. Si su hijo está flaco y casi no se puede andar, dele M-19.
Por Rafael Sarmiento Coley
En Barranquilla por esos años hubo un caso fortuito en que un fabricante de muebles, oriundo de Sitio Nuevo y montó un cuchitril denominado de manera pomposa ‘Muebles California. Se trata de Ricardo Rosales Zambrano, sin mayores ínfulas, le pidió a un veterano dirigente político liberal barranquillero que lo llevara de cuña, con tan buena suerte que ganó una curul de Senado con el slogan de ser el gallo que llegaba al Congreso por primera vez. ¡OH sorpresa! Él mismo se apodó El Gallo y se declaró portaestandarte del dirigente liberal Alfonso López Michelsen, quien disputaba la Presidencia con el ya cansado de tanto buscar la presidencia, el conservador oriundo de Amagá, Belisario Cuartas,
López, político de mucha más experiencia, cofundador del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), cabeza visible y primera gobernador del departamento del Cesar, aficionado al vallenato y al buen whisky, basó su campaña en hacer del liberalismo un partido moderno que fue capaz de conducir a un mejor nivel social y económico.
Belisario, en cambio, a quien la prensa le abrevió el nombre con sus iniciales, BB, desde un comienzo propuso la idea de construir 1.400 viviendas populares para las clases pobres.
López, bastante ducho en economía enseguida salió al quite con conocimiento de causa (era un brillante economista: ”Esa es una promesa falsa. Eso no se puede”.
Belisario, como buen ex_arriero que fue, le ripostó: “Sí se pude”. Y aunque no hizo ni la quinta parte de su promesa, con ‘el sí se puede’ y le ganó al ‘no se puede’.
En otro escenario de la contienda encarnizada, los lopistas apelaron a dos temas que López dominaba con gran maestría: los gallos de pelea y el vallenato.
Belisario Betancour 
Alfonso López
En un discurso en Valledupar, su plaza adoptiva, López le dijo a Belisario que él no podía dejarse ganar de un ´negro yumeca…¡me lleva él, o me lo llevo yo, pa´que se acabe la vaina!”.
Para rematar ese toque popular costeño se consiguieron un gallero de abarca trespuntá y sombre concho que se presentó al capitolio donde se reunía la convención liberal y soltó su pollo que, como si hubiera sido bien entrenado, aleteó fuertemente y ese pollo cantó como cinco veces.
La idea le sirvió a Ricardo ‘El Gallo’ Rosales Zambrano para montar una campaña que, según dijo a los cuatro vientos, sería el golpe de morcillera para Belisario.
Mandó a elaborar un a viso de página completa en donde un pollo vigoroso rojo repiqueteaba y remataba con espuelas cruzadas y encima una leyenda: “dale pollo rojo, que tú era de buena cría, remata con el golpe de morcillera (que es cuando el gallo dominante golpea al contrincante con las dos patas cruzando el pescuezo al rival con ambas filudas espuelas, lo cual deja al rival fuera de combate). El periodista José Granados Fernández dice que ahí vio reflejada la derrota de López Michelsen.
El problema es que la agencia que hizo el aviso para todos los periódicos y revistas del país invirtió los colores de los gallos, el azul (el supuesto Belisario) salió dándole la morcillera al rojo (López).
El pacto de Benidorm
Ahora no pasa nada. Son campañas frías, Sin mayor creatividad, efervescencia ni calor. Insultos. Vulgaridades. El verbo ardiente. La poesía. La profundidad de pensamiento, ya eso no existe. Es más impactante un madrazo o el enrostramiento de un vergonzante defecto, que un discurso de altura y florido.
Esta campaña política 2022 es un juego de niños comparado con el fervor y la efervescencia de los comienzos de los años 50, tanto así, que los entonces rones roñeros jefes políticos liberales y conservadores tuvieron que acudir a asesores de la madre patria (como siempre, ¡qué vaina!), para salir del pantano en que estaba enredados sin salida a la vista. Porque los godos querían todo para sí. Y los Libérales (o mochorocos), no se conformaban con menos, tuvieron que ir a la ciudad española de Benidorm, para, después de cuatro días con sus noches de discusiones insulsas, llegar el simplismo de repartirse durante cuatro períodos la presidencia. Con el perentorio compromiso de que por cada portero conservador tenía que a ver un liberal.
De esa manera acordaron alternarse en lo que se denominó el Frente Nacional: 4 años el partido liberal, 4 años el conservador, cuatro años el liberal y 4 años el conservador: Sucesivamente; Alberto Lleras Camargo; Guillermo León Valencia; Carlos Lleras Restrepos y cerró el ciclo Misael Pastrana, con el repudio de todo el país, porque era una imposición de doña Bertha Hernández de Ospina, una de las exprimieras damas del país y columnista venenosa.
Nace un partido misterioso
Sectores de la izquierda liderados por Gilberto Vieira, Jaime Bateman Cayón, Andrés Almarales, Alfonso Jacquin, Tico Pineda, Álvaro Fallad, Antonio Navarro, Carlos Pizarro, Iván Marino Ospino.
Los principales periódicos emisoras y programas de opinión de la televisión se dejaron meter los goles más pendejos de la astucia con la cual salió a la luz pública: “Si su niño está flaco y barrigón, dele un purgante de M-19”.
Para ACABAR CON TODOS LOS PARÁSITOS; EL PURGANTE M-19
“No se deje seguir explotando de los parásitos, que son insaciables como los políticos, ya viene el M-19”
La vaina creció tanto, que Carlos Lleras Restrepos, quien debía entregar la presidencia a Pastrana Borrero, famoso por ser un cascarrabia desde cuando era boxeador y no se rendía si los no obligaban a bajar del ring porque estaba con el rostro ensangrentado y los ojos cerrados.
Carlos Lleras se vino a enterar a última hora, que el tal purgante M-19 era en realidad el nuevo movimiento politiquito izquierdo Movimiento 19 de Abril, que nació de la protesta por el robo descarado (reconocido por el propio Ministro de Gobierno de entonces Carlos Augusto ‘El Tigrillo’ Noriega, de Barichara.
Él sabía lo que se estaba cocinando. Había una fuerza enorme encabezada por el M-19 que se oponía a la elección de Misael Pastrana, por considerarlo un ´títere´’, de Mariano Ospina Pérez. Además, de antemano se sabía que, a pesar de la fuerza político que apoyaba al general Gustavo Rojas Pinillas que había regresado con todos sus derechos para ser presidente mediante el voto popular, no se lo permitirían las fuerzas políticas retrógradas. Por eso el M-19 se fortaleció en un movimiento político con ingenio para derrotar a un hombre sin carisma ni grandeza para ser Presidente de una República con tantos problemas sociales. Digamos que el M-19 fue el retorno del lustroso retorno de Gustavo Rojas Pinillas (Y vea usted las ironías de la vida: los nietos en la cárcel. Se asegura que Rojas Pinilla era un manso abuelo. El maloso de la película era su yerno, Samuel Moreno, esposo de la ‘Nena’ Rojas, padres de los dos muchachos Samuel y Gustavo Moreno que pagaban cárcel por las malas mañas de su papá. Dicen que en una ocasión sobrevolaban los inmensos cañaduzales de la famosa hacienda Berástegui. No Samuel Moreno no tuvo empacho en decirle que expropiara esa hacienda para manejarla él. En otro ocasión sobrevolaban una de las más grandes haciendas ganaderas de los Llanos orientales, Y, con l inocencia que aún la cubría, le preguntó a su esposo Samuel Moreno Díaz: «Hola, mijo, y todo eso que se ve allá abajo es ganado». Samuel sonrió y con la malicia de un rufián, le respondió; «¡Ganado, no, mijita, robado».
