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En esto se parece la guerra Israel-Palestina al conflicto colombiano

Por Jorge Guebely

Dolorosamente abundan similitudes entre el conflicto palestino-israelí y el colombiano. La misma miseria humana los carbura. Se devoran por tierras, por poder político, por privilegios patrióticos en nombre de una falsa Patria.

Allá como acá, la estupidez humana la ejercen las extremas: Hamás de los palestinos, Sionismo Religioso de los judíos. Organizan brutalidades para resolver discrepancias brutalmente, militarmente. Patológico anhelo de aniquilamiento total.     

Hamas, como nuestra guerrilla, asesina niños, ajusticia inocentes, viola mujeres… apoyados por Irán. Lo mismo hace el Estado de Israel, también Colombia, apoyado por Estados Unidos. Triste destino de titerazgo, carencia de dignidad nacional.

Hitler, cima de la extrema derecha occidental, exterminó judíos inocentes. En Colombia, jóvenes inocentes fueron exterminados en épocas de Uribe. El ario asó sus víctimas en sofisticados hornos crematorios. En épocas del antioqueño, los asaron en hornos de ladrilleras. Sólo diferencias tecnológicas entre el primer y tercer mundo, pero la misma basura humana.

Resulta canalla condenar la brutalidad de Hamas pero callar la del Estado de Israel. Cómplice quien aplaude los asesinatos del general Montoya y condena los del Mono Jojoy. Cómplice quien aplaude los asesinatos de las FARC y condena los del Estado colombiano. Moral de hipócritas, de enajenados mentales.

Allá como acá, cada banda de criminales lo apoya un poderoso de la tierra. Tan criminal el presidente de Estados Unidos y su gran cohorte como el Sha de Irán y su pequeña cohorte. Geopolítica bipolar, demasiado bipolar.

Allá como acá, las extremas aniquilan el diálogo: antídoto contra la fuerza bruta, el negocio armamentista, el chimpancé encorbatado. Allá, dialogó Anwar el-Sadat y desescaló la guerra: países árabes reconocieron el Estado de Israel. Acá, dialogó Santos con las FARC y más de 13.000 combatientes depusieron las armas. Sin embargo, allá Netanyahu lucha por guerrear; aquí, Petro lucha con dificultades por dialogar, el fascismo de las extremas siembra conflictos.

Guerras, más guerras, alimento excremental de los extremos políticos. Inmundicia humana, contundentemente rechazable por cualquier ser humano medianamente sensato, medianamente informado. Tan rechazable la diáspora y ghettos de judíos como la diáspora y ghettos de palestinos generado por horrorosos terroristas incrustados en el Estado de Israel.        

Ni la extrema de Palestina ni la de Israel representan los pueblos. Se les teme por su terror, pero no merecen respeto, ambas operan en la perversidad asesina. «El pueblo judío ya no merece simpatía por el sufrimiento que pasó» -dijo Saramago-, «está aplicando a los palestinos los mismos delitos, los mismos abusos de los que fue víctima».

Tampoco las extremas colombianas merecen respeto. Sólo originan miserias y dolores a los colombianos.

jguebelyo@gmail.com

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