A Oscar Iván le están dando golpes sin tener culpa. En cambio Londoño Hoyos da cátedra de moral, con la plata de Interbolsa escondida debajo del colchón. ¿Realmente cómo fue el accidente aéreo en el cual murió Pedro Juan Moreno?
Oscar Iván Zuluaga recibió un piedrazo en el ojo que no era para él. El destinatario es Fernando Londoño Hoyos, regañado en público en un editorial de El Tiempo ayer, el mismo día en que el exministro del Interior del primer cuatrienio de Uribe, se refiere a temas que, en opinión de Enrique Santos Calderón, “son puro periodismo de alcantarilla”. Y lo hace el mismo Londoño Hoyos que, con el mayor cinismo del mundo, nunca ha querido devolver la multimillonaria fortuna a la cual se hizo ilegalmente con unas acciones de Interbolsa, torciéndole el pescuezo a la ley para comprarlas en forma preferencial, no siendo él empleado de la compañía –tal como lo establece la ley—para luego venderlas a precio de oro en polvo a una multinacional.
Si eso no es raponería pura y sucia, no hay en el diccionario de la lengua española otro adjetivo para calificarlo. Y ese sujeto que cometió semejante delito, es quien utiliza un espacio que no merece en uno de los viejos diarios impresos del país, para sentar cátedra de ética y moral. Es que durante esos años tormentosos de Londoño Hoyos en el Gobierno sucedieron cosas espantosas. Ya tenían lista la hoja de ruta, el reglamento y alcances de un organismo de inteligencia para reemplazar al DAS. Nadie nunca pudo conocer en detalles como era ese monstruo. Pero quienes lo vieron por encimita aseguran que tenía la misma forma operativa y los mismos alcances de la Gestapo hitleriana.
Lo curioso, lo extraño, lo insólito, es que quien gestó esa copia de la Gestapo a la colombiana, Pedro Juan Moreno Villa, murió en un accidente en Mutatá (Antioquia), cuando se dirigía a Apartadó, a presidir una manifestación pública, pues como ya Uribe y sus áulicos Londoño Hoyos y José Obdulio le habían dicho que no a su proyecto de Gestapo y que mucho menos se la darían a él para manejarla, se dedicó a sacarles los trapitos al sol a todos ellos en una hoja parroquial llamada “La otra verdad” que muy pronto montó tolda en Internet. Y aspiraba llegar al Senado para tener una tribuna de enorme resonancia para hacer los debates al Gobierno y su séquito.
Pedro Juan murió junto con su hijo Juan, el piloto del helicóptero Jaime Taborda y la secretaria del directorio conservador de Antioquia Ana María palacio. El accidente se produjo el 23 de febrero de 2006. Al día siguiente se dijo que había sido por una falla mecánica. Después se cambió la versión: “fue por una falla humana”. Y tiempo después el general Rito Alejo del Río atestiguó que el aparato aéreo fue impactado por misiles antiaéreos lanzados desde tierra por una cuadrilla de las Farc. De haber sido cierta esa versión, la guerrilla, que en ese momento estaba furiosa con el Gobierno, se hubiese atribuido el atentado con festejo selvático incluido.
No señor, yo no fui
“Fue solo que mi candidatura subiera en las encuestas para que empezaran los ataques desesperados”, dice de manera cándida el candidato del Centro Democrático (uribista), Oscar Iván Zuluaga. Asegura que “primero intentaron atacarme con el tema de Interbolsa, y no lo lograron. Después la Fiscalía empieza una investigación sobre supuestos actos ilegales de una empresa que trabaja para mi campaña. Y ahora, invaden la privacidad de mi hijo, utilizando un falso perfil de twitter para publicar informaciones calumniosas. Todas esas artimañas buscan desviar la atención de la grave denuncia hecha a las autoridades norteamericanas por un narcotraficante, que involucra a dos asesores directos del presidente Santos con tráfico de influencias a favor de mafiosos que afirman haber pagado 12 millones de dólares a J.J. Rendón, el saliente estratega de la campaña del presidente. Lo único que espero es que la justicia investigue ambos casos a profundidad y que sancione a los responsables”.
Y en otro comunicado, es más explícito: “Registramos con mucha preocupación la información publicada en los medios de comunicación sobre posibles y gravísimos hechos de interceptación ilegal de comunicaciones llevadas a cabo, supuestamente, en una oficina ubicada en la calle 93B No. 17 – 25 de Bogotá. Desde esa oficina se han prestado servicios de divulgación en redes sociales y seguridad informática a esta campaña. Por supuesto, cualquier actividad ilegal que se haya desarrollado en tal inmueble, en caso de existir, la reprobamos, esperamos resultados rápidos de las investigaciones y la máxima condena a los responsables. No se puede asociar de ningún modo la campaña presidencial con cualquier actividad ilegal. Rechazamos cualquier utilización que se pretenda hacer en el marco de la campaña electoral de los hechos denunciados. Que no se quiera confundir a la opinión pública para desviar la atención sobre las graves denuncias de los últimos días. Si alguien ha cometido un delito que lo castiguen y toda posible actuación ilegal que no quede en la impunidad. Desde el pasado mes de enero y antes de iniciarse la campaña presidencial recibimos asesoría de la actriz Lina Luna para la elaboración de mensajes concretos de campaña y para transmitir en lenguaje sencillo las propuestas programáticas.
«Posteriormente, la mamá de Lina Luna, la también actriz Myriam de Lourdes, realizó varios talleres con nuestro candidato para que mejorara su expresión ante las cámaras de televisión. Luego, en el mes de febrero, Lina Luna ofreció un equipo de trabajo para apoyar la campaña en redes sociales y seguridad informática, liderado por su esposo Andrés Sepúlveda; un equipo creativo y publicitario encabezado por su cuñado Luis Carlos Sepúlveda y un apoyo en coordinación de equipos regionales por Jorge Ardila, tío de su esposo y de su cuñado. Durante estos tres meses este grupo familiar ha desarrollado las tareas convenidas a plena satisfacción de la campaña y sin ninguna queja de parte nuestra. Por lo tanto, manifestamos nuestra sorpresa mayúscula ante la posibilidad de que un acto ilegal se hubiera ejecutado en una de las oficinas desde donde prestaban sus servicios».
Desde Estados Unidos, la voz de un colega
Apreciado Búho: Yo fui el periodista que ocupó la jefatura de redacción de El Heraldo al salir jubilado Juan Goenaga. No sé por qué cosas del destino siempre me has borrado de las historias que escribes del periodismo barranquillero. No es que me importe mucho, ya que estoy residiendo en los Estados Unidos hace 22 años cuando salí de El Espectador, sino como eres una especie de historiador, lo debes hacer con toda la verdad. Siento mucho no estar en tus buenos recuerdos porque yo sí te tengo en mis gratos recuerdos y en el libro que tengo listo. Mi amigo Antonio Andraus Burgos escribió una nota sobre ti bien bonita.
Espero que si estás como “memoria” del periodismo barranquillero te acuerdes de Carlos Castillo Monterrosa, de Justiniano Martínez y Raúl Rosas, ese periodista peruano que cambio la redacción deportiva de El Heraldo en los años 70. Espero que te encuentres muy bien. Cordial saludo. Rodolfo Rodríguez Calderón rudymina@live.com
N. del Búho: Te cuento, por encargo del doctor Juan B. Fernández Renowitzky estando aún en todos sus cabales, recopilé abundante información para escribir un libro sobre los 75 años de El Heraldo, que cumplió en el 2008. El doctor Fernández pasó a ser director consejero y quienes quedaron al mando del periódico les pareció que ya nadie leía libros. Me reconocieron una parte del dinero pactado, entregué los borradores del libro. Pero yo tengo abundante información que, debido a tantos reclamos como el tuyo y peticiones generosas que me hacen algunos amigos para que no deje inédita lo que puede ser una obra de consulta cotidiana, pienso editar. Por supuesto que tú estás en esa historia. Porque me metí de cabeza tres meses a buscar en los archivos desde el sábado 28 de octubre de 1933, hasta el 2007. Y, en verdad, figuras como jefe de redacción en reemplazo de don Juan Goenaga. En cuanto a que me haya olvidado de ti, pues te digo que con frecuencia me encuentro con Josefa Gutiérrez y tu hija. Terminamos hablando de ti. Me encuentro con compañeros de la desaparecida Universidad de Barranquilla, y recordamos tus interesantes clases de periodismo vivo. Hablo con Toño Andraus, y concluimos hablando de ti. Como si fuera poco, el director de noticias de RCN radio local es homónimo tuyo. De tal manera que todos los días, al escucharlo a él, me acuerdo del profe Rodríguez Calderón, cienaguero comedor de cayeye.