Arte y Cultura

El poeta y el declamador: un encuentro en el río

Un canto a la vida navega en el río, es la pluma del poeta Jorge Mario Sarmiento Figueroa surcando las aguas del magdalena. Va tras la música de peces que besan mariposas amarillas y se funden como espíritus de agua, siguiendo el rugir de la cumbia en los versos de José Barros.

Por Jairo Castro Acosta

La pluma del poeta viajando entre ríos de inspiración. Fotografía tomada de koakura.wordpress.com

Suave y pasible se desliza por entre las olas la pluma del poeta, atrás deja las luces estrelladas del puerto de Barranquilla, el Pumarejo a su paso se ensancha como queriendo parir vida nueva para el río y la poesía. Pasa por el pueblo Cerro San Antonio y se adentra con metáfora y tambó al caño “bocas del purgatorio”.

En las aguas color majagua del departamento de Bolívar, baila la pluma del poeta bajo la luna, al son de la gaita y las letras de Catalino Parra, ventea sus barbillas y se entrega con delirio a “Bocas de San Antonio”.

Aguas abajo, las garzas colorean de blanco como nubes de verano las copas de los manglares, los cuervos zambullen en la corriente buscando el barbú, el sol se funde en el río y brota de colores el horizonte. Es la geografía del verso en su descenso al país de las aguas.

El río Mojana envuelve la plumilla barda entre sus aguas morenas, engolosinada con las flores violetas de la tarulla que se extiende a lo largo del caudal, viaja tocando la pureza y la decadencia del país que inspiró al fundador de Macondo.

Los pisingos a orillas del río. Fotografía tomada de https://pnudcolombia.exposure.co

En los meandros del viejo caño «Mizalo» ya no salpican las colas de grandes sábalos que un día pescó el abuelo José María. Caño abajo va la pluma escribiendo y pintando lo poco que queda de la flora y fauna en el país de las aguas.

Sobre el cadáver de un árbol de borombolo, dos carraos cantan con alegría, celebrando la llegada de las lluvias. Como éste, son muchos los arbustos muertos que yacen de pie en esta llanura inundable, quizás esperando mecer una vez más entre sus ramas secas a la niña loca que llaman fenómeno. El sancocho de ácidos, cianuro y mercurio que baja por el río ha envenenado hasta el deseo de la Mojana y el Mohán por fecundar sus críos.

Las aguas dulces del río San Jorge la reciben llena de inspiración y verso. El viaje de la pluma por las venas del Caribe hace brotar del poeta un canto de vida que recoge en su voz un hijo de San Marcos.

En las riberas del San Jorge, donde mecía sus caderas la negra Bertha Piña, Keyner Polo, el mejor declamador del país de las aguas, alza su voz y declama con fuerza la inspiración del poeta.

A sus 14 años, Keiner David Polo Avilés canta poesía como las aves de su tierra. Desde que probó los frutos de la bohemia en el IV Festival de Poesías, Décimas y Canciones Ecológicas de la Institución Educativa San Marcos, no para de volar y declamar cantos de poesía en cualquier paisaje de la geografía Colombiana.

En el valle del Sinú, su declamación se elevó por los cielos como los pisingos de la Mojana que cantan como gaita al viento. Los jurados, con respetable unanimidad, le concedieron el primer puesto del XI Encuentro Intercolegial de Poesías, organizado por la Institución Educativa Antonia Santos de la ciudad de Montería. En la versión XVI del Concurso Regional de Declamadores de Pivijay, Magadalena, el declamador del país de las aguas repitió la hazaña. Conquistó nuevamente el primer puesto.

En el arte del gesto y la palabra, Keiner David Polo Avilés ya es un referente. Su canto de poesía ha conquistado no sólo su tierra, también las sábanas del Sinú y las montañas de Santander y Boyacá, donde ganó el primer puesto en el XV Encuentro Nacional de Poesía Ismaeliana, de Curití Santander, y en el Concurso Nacional de Declamación «El Verso de Oro» , de Ramiriquí,  Boyacá.

En las riberas del río San Jorge, el declamador del país de las aguas recibió los versos del poeta Jorge Mario Sarmiento Figueroa, hoy desde estas mismas aguas se los regresa vueltos canto de aves Mojaneras. Si las notas de la gaita de Marlon Peroza se chocan en el cielo con un pájaro grade, parecido al avestruz, es el Chavarrí de la Mojana que va rumbo al patio del Búho y la Dragona, refugio del poeta.

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Docente y Contador de historias. Especialista en Aplicación de las Tic para la Enseñanza. Magister en Tecnologías Digitales aplicadas a la Educación. Premio Nacional de Periodismo Digital en la categoría Crónica versión 2019. Twitter: @Racosta26
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