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Doloroso destino artificial

Por Jorge Guebely

Descomunal vergüenza nacional: niños campesinos arrastrados por destinos artificiales. Por ideologías asesinas, de izquierdas o derechas. Víctimas de la enfermiza mezquindad nacional.

Destino de “Pies Ligeros”, personaje en la novela “El niño de las cruces”, escrita por Gerardo Adana. Niño eyectado, como diría Heidegger, por el destino natural en un bello paraíso terrenal colombiano, pero devastado por la miseria social. Lugar donde sucumbe en la guerrilla, en nuestra cacofónica guerra.

“En este territorio, la voluntad que se obedecía era la que dictaba el comandante”, confiesa el personaje al narrador de la novela. Devela al comandante “Froilán”, hombre sanguinario, seductor de menores en escuelas veredales para reclutarlos, convertirles su destino natural en artificial.

Le niega su propio devenir, le impone el de la guerrilla. Falso destino construido con ideología, tan criminal como todas las otras: religiosas o políticas, de derecha o de izquierda, nacionalistas o economicistas.

Monstruosidades mentales, transforman a las personas en objetos, cosas de carne con vísceras, soldados de causas ajenas, feligreses de poderosas iglesias, esclavos mentales.

Capturado por la guerrilla, el niño cambia de nombre. Deviene instrumento para asesinar en nombre de inhumana bandera, para defender mentiras políticas. Aprende la nueva moral ideológica: manejar fusiles, obedecer sumisamente órdenes del comandante, aceptar misiones brutales. Sufre un consejo de guerra por no asesinar a dos niños. Debe convertirse en valiente, en héroe, pomposo título para disfrazar inmoralidades de cualquier ejército.

Con alusiones (el autor utiliza este recurso estilístico para nombrar sitios geográficos, nombres de ejércitos, personajes nacionales), aparecen hechos históricos fundidos con los ficticios: aterrizaje de un avión en pista preparada por la guerrilla, secuestro de un político, bomba en cabecera de pista aeroportuaria.

Ninguna voz natural, ni del universo ni ningún dios, controvierte cualquier ideología, peor si es militar. De nada sirven las experiencias de Eulogio, médico naturalista, ni su percepción espiritual del mundo, ni su visión trascendental de la vida… Lo asesina el ejército del Estado.

Tampoco el amor de “Pies Ligeros” con Mariela, guerrillera del campamento. Ni el hijo próximo a venir sentenciado al aborto. Ella misma se liquida en el momento de la fuga. Prefiere suicidarse para no sucumbir en manos del sanguinario “Froilán”.

Sin maniqueísmo, Aldana muestra las miserias ideológicas de la guerra. Tanto el tenebroso comandante como un guerrillero fueron víctimas atroces del Estado. Tan miserable los unos como los otros.

Desnaturalizados por ideologías guerreristas, las personas pierden su ser, devienen cosas de combate. Quizás por eso, Hannah Arendt afirmaba: “El tercer mundo no es una realidad sino una ideología”. Muy claro en esta novela.

jguebelyo@gmail.com

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