
Por Jorge Guebely
Ningún Estado vivirá en paz si lo gobiernan políticos ignorando la esencia humana. Si administran desde la desigualdad como moral suprema, si solo fomentan privilegios del más poderoso en detrimento de los derechos básicos del más débil, si solo operan como mandaderos de oscuros potentados. Así son los parámetros de Platón sobre el Estado y sus gobernantes.
En su reemplazo, sugiere la formación del político filósofo, el rey filósofo en su época. Gobernante con conocimientos trascendentales y terrenales. Capaz de iluminar en sus gobernados las leyes de la tierra y el cielo, del cuerpo y el alma, del estómago y el cerebro. Gobernar para la vida, no para la muerte humana; para potenciar la razón y la imaginación del animal humano.
Ilusa propuesta del filósofo griego, cuyo pensamiento ha enriquecido profundamente la cultura de Occidente. Nada influyó en los políticos corrientes quienes piensan poco, urden demasiado y permanecen anquilosados en la fuerza bruta, el abuso de poder.
Largo el desfile de mandatarios monstruosos en la Historia; desde el viejo Calígula romano hasta el Francisco Franco español. Hilera de horrorosos mandatarios cercanos a la bestia y distantes del ser humano.
Tampoco Platón acogía la democracia. En ella gobernaban los más charlatanes, los profesionales del sofismo. Los más astutos; en consecuencia, los más peligrosos. Manipuladores de las emociones masificadas para favorecer a las élites y promover privilegios personales. Proveedores de ignorancia ciudadana para someterla mejor. Tanto el demócrata como el dictador gobiernan para el privilegio del tener, nunca para la iluminación de ser.
En La República, recuerda un doloroso acontecimiento: la democracia ateniense asesinó a su maestro, Sócrates, con falsos argumentos. Igual, con falsos argumentos, la democracia alemana produjo un Hitler; la de Israel, un Netanyahu; monstruosidades políticas. Proceso normal; la democracia, según Platón, primero sucumbe en la anarquía; posteriormente, en la dictadura.
Persistió siempre en el gobernante filósofo. El mandatario con consciencia humanizada, capaz de orientar en vez de mandar, de liberar en vez de esclavizar, de elevar en vez de hundir, de crear paz en vez de guerras, justicia en vez de arbitrariedad, abundancia en vez de miseria, igualdad en vez de disparidad social, felicidad en vez de dolor…
De allí su propuesta: “El Estado ideal no es el que ofrece la mayor felicidad a una clase, sino a todos sus ciudadanos.” Pero si constatamos el nivel de codicia promovida por el capitalismo, el atraso humano de sus políticos, concluiremos: estamos anquilosados en el infra hombre, muy lejos del super hombre nietzscheano. Todavía la propuesta de Platón es una distante utopía.