«El ‘Cacique de la Junta’ la buscó de manera desesperada, como se busca a una novia esquiva». Con esa frase lapidaria el compositor sabanero sintetiza la polémica por el fallecimiento del cantautor vallenato.
Por: Francisco Figueroa Turcios
Para nadie es un secreto la adicción a la droga de Diomedes Díaz durante la mayor parte de su carrera artística, que lo llevó a estar sumergido en escándalos nacionales. El de mayor renombre fue en el año 1997, cuando fue acusado y detenido por la muerte de Doris Adriana Niño.
Rúben Darío Salcedo, nacido en Ocaña, pero de padres costeños y profundas raíces musicales sucreñas, su tío-abuelo, Crescencio Salcedo dejó el legado de numerosas canciones icónicas de nuestros cantos populares como ‘La múcura’, ‘Mi cafetal’ y ‘Yo no olvido el año viejo’.
Crescencio, al estilo de los filósofos místicos griegos, dejó su talento regado en las esquinas de Bogotá, Medellín, Cartagena, Santa Marta y, sobre todo, Barrranquilla, donde gozaba hasta el cansancio con el humor ñero. Dictaba conferencias al aire libre, en el Paseo Bolívar, en el pretil del Banco de la República. Allí, con su inseparable mochila, iba sacando sus pitos atravesaos de los cuales sacaba notas melodiosas con sabor a campo, a aves canoras como el turpial o el sinsonte. Era todo un espectáculo ver a Crescencio. Oirle sus conferencias, su música, su dominio escénico caminando despacio de un lado hacia otro con un público hipnotizado. Para, al final, como cualquier paisa culebrero, terminar vendiendo sus pitos y flautas por cinco pesos, por tres por dos, “llévelo por uno que le va a servir más que una botella de ron porque va a aprender a tocar música como nuestros ancestros indígenas”.
Rubén Darío no tomó la rutina de su pariente Crescencio. A los pocos meses de nacido sus padres Juana Ruiz yEsteban Salcedo (‘ahí viene Esteban Salcedo/en su caballo piquetero’: Fiesta en corraleja), se regresaron a Sincelejo. Desde muy joven surgió por la fuerza de su música. Es autor entre otros temas de ‘Fiesta en Corraleja’, ‘Cabellos largos’, ‘La colegiala’, ‘Corazón de acero’, ‘Ojos indios’, ‘Ojos verdes’, ‘¡Ay Helena!’, ‘Manizaleña’, ‘Amor de adolescentes’, y otras canciones que marcaron toda un época en la música de las sabanas y del país.
Integrante de agrupaciones musicales como Los Corraleros de Majagual, Los Caporales del Magdalena, Alfredo Gutiérrez y sus estrellas, Emiro Salcedo y su conjunto, y Súper-combo Los Diamantes.
Actualmente es el presidente del XXI Festival Sabanero del Acordeón que se realizará del 9 al 11 de enero, como uno de los eventos que buscará llenar el vacío de las corralejas en Sincelejo.
Rúben Darío Salcedo siempre ha sido un hombre frentero y no anda con rodeos para decir su verdad, y él tiene la autoridad para hablar del tema de la muerte de Diomedes Díaz y el Joe Arroyo porque tuvo la oportunidad de compartir con ellos desde sus inicios en el mundo musical.
«Los casos de Diomedes Díaz y Joe Arroyo, para mi concepto, son muertes buscadas. No les bastó el inmenso talento que Dios les dio, ellos adulteraron la mente, aparentemente para hacer las cosas mejor, pero se perjudicaron y allí están las consecuencias. Ojalá la muerte prematura de Joe Arroyo y Diomedes Díaz sirva para hacer reflexionar y hacer un alto a muchos cantantes vallenatos (y de otros géneros) que están en el mundo de la droga. Solo por citar un caso, el de ‘Poncho’ Zuleta».
El Joe me enseñó a fumar marihuana
Sentados en el suelo debajo de la ‘cachucha’ de la mítica plaza de Majagual, Rubén Darío Salcedo, con un gran desparpajo, decide hacer confesiones por primera vez en sus 67 años de edad, sobre su adicción a las drogas y la historia de los 5 años que vivió Joe Arroyo en su casa.
«Cuando fuimos a tocar a Cartagena, eso fue en el año 1968, los muchachos de mi orquesta Súper Combo Los Diamantes, me dijeron que había un joven de 13 años que se llamaba Álvaro José Arroyo que se quería ir para Sincelejo. Ellos le dijeron que tenía que hablar conmigo, que yo era el director. Joe al final me planteó su inquietud y fuimos a su casa a hablar con su mamá», relata Rubén Darío Salcedo.
Ángela González , madre del Joe, le dijo al maestro Salcedo que dejaba ir a su hijo bajo dos condiciones, que «le den los estudios y lo enseñen a cantar».
Con eal transcurrir del tiempo, Ruben Darío Salcedo compró una pelota de fútbol para jugar con los otros integrantes de la orquesta, entre ellos Walter Castro y Edel Manrique, para sudar la marihuana. «Yo fumaba muy poco y eso me repercutió en que no tomaba bien las notas del acordeón, y los muchachos me reclamaban porque llevaba la nota perdida. Eran los efectos de la marihuana que había metido antes de iniciar la tanda musical. A raíz de ese incidente decidí no fumar más marihuana».