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Diferentes rostros del silencio

Por Jorge Guebely

Algunas veces conducen al cielo; otras, al infierno. Maravilloso silencio sagrado; puente a lo inaudible, a lo invisible. “… a través del silencio algo palpita, brilla.”, afirmaba Antoine de Saint-Exupéry.

Inquietante silencio de los políticos sobre el origen del narcotráfico, las bandas criminales, la extorsión, la inseguridad, la miseria nacional… Preocupan sus peroratas sin contenidos, sus correctos parlamentos equivocados. Falacias, como curar cánceres estomacales con ranitidina,como sanear el árbol podrido peluqueando algunas hojas secas. Silencios para evadir las raíces de la podredumbre nacional.

Sus silencios encubren a los verdaderos culpables de nuestras tragedias republicanas: la codicia elitista y el sórdido mercado internacional de la droga manipulado por Norteamérica. Unas veces fumigan; otras, combaten el envío; pero siempre fracasan. Atacan el microtráfico, también el macro, buscan el muerto río arriba. Ninguna voz contra la codicia del mercado internacional, tampoco contra la avaricia de las élites colombianas, solo silencios.

Para proteger la codicia de nuestras élites, se promueven políticos codiciosos, permanentes cocineros, autores intelectuales de la gran pobreza colombiana. Ninguna importancia ellos conceden a las consecuencias inhumanas de sus inhumanos actos de gobiernos. Nada les dice el dato de más del 60% de colombianos sumidos en la pobreza, más de 12 millones azotados por la indigencia durmiendo y defecando en vías públicas. Ninguna vergüenza por la concentración de riquezas en el 20% de eupátridas, ni la concentración de tierra en pocos terratenientes. 

Tampoco les importa la existencia de un Estado corrompido por la política a lo largo y ancho del Estado. Hoy se pudre, ayer también. Se corrompe desde siempre, obra de familias momias o momificadas. La de los Caro, la de Miguel Antonio y José Eusebio, ejemplo de corrupción elitista controlando Asambleas, Concejos y Congreso. Codicia donde se cocinan todas las miserias de Colombia, todas sus guerras, todas sus tragedias.

Silencio con rodilleras, la de la dirigencia económica y política del país. Jamás levantan la mirada al emperador gringo, prefieren conservar su mendrugo. Esquivan enrostrarle su incapacidad de controlar el mercado gringo y su astuta política prohibicionista. Ninguna voz con proyección internacional para legalizar la droga ilícita, caminos comprobados de paz. Sucedió con Al Capone en el tráfico del alcohol prohibido, también con los diamantes ensangrentados de Sierra Leona. 

Ningún interés por los seres humanos: niños criminalizados por bandas de narcotraficantes, campesinos padeciendo guerras ajenas… Solo interesa cohonestar con las élites corruptas nacionales y arrodillarse ante el imperio. Ejercer silencio el criminal, el mismo señalado por la escritora rusa, Nadezhda Mandelstam cuando afirmó: “El silencio es el verdadero crimen contra la humanidad.”

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