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Así fue el homenaje a Óscar Collazos en la Universidad del Norte

El Centro Cultura Cayena invitó a Guido Tamayo, Marcel Ventura, Ariel Castillo, Roberto Burgos, Darío Henao y Nahum Montt para homenajear al escritor.

Por Ever Mejía

En el XXVII Encuentro Nacional de Literatura, el Centro Cultural Cayena de la Universidad del Norte realizó un reconocimiento a la obra del escritor Óscar Collazos, quien falleció el 17 de mayo pasado. Zandra Vásquez, directora del centro cultural, fue la encargada de organizar el evento donde participaron los escritores Roberto Burgos, Darío Henao, Nahum Monttt, Marcel Ventura y Guido Tamayo, además del moderador Ariel Castillo.

El evento inició a las 9:00a.m. con un vídeo en homenaje al difunto periodista, donde se recopiló un testimonio del mismo Collazos destacando la labor del Centro Cultural Cayena. “Que estos encuentros sean propiciados primero por una universidad y segundo por un centro cultural de esa universidad, como es Cayena, y que tenga continuidad, no hay un antecedentes en ninguna universidad ni en ningún otro espacio de la cultura colombiana”, recalcó el chocoano.

De derecha a izquierda: Guido Tamayo, Marcel Ventura, Ariel Castillo, Roberto Burgos, Darío Henao y Nahum Monttt. En el fondo una imagen de la presentación del XXVII Encuentro Nacional de Literatura, con la figura del homenajeado, Óscar Collazos.

De derecha a izquierda: Guido Tamayo, Marcel Ventura, Ariel Castillo, Roberto Burgos, Darío Henao y Nahum Monttt. En el fondo una imagen de la presentación del XXVII Encuentro Nacional de Literatura, con la figura del homenajeado, Óscar Collazos.

“El Centro Cultural Cayena de la Universidad del Norte en el vigésimo séptimo Encuentro Nacional de Literatura rinde homenaje a Óscar Collazos, Doctor Honoris Causa en Literatura, novelista, periodista, ensayista y crítico, quien dejó un valioso legado en las letras colombianas”, así presentó el vídeo a Collazos.

Posteriormente repasaron la carrera literaria del crítico colombiano, que escribió dieciocho novelas, seis libros de cuentos, trece libros de ensayos y escribía una nueva novela simultáneamente a la escritura semanal de dos columnas de opinión. La proyección del homenaje concluyó con una entrevista de Zandra Vásquez a Óscar Collazos, “queremos hacerte unas preguntas un poquito diferente a todas esas preguntas que te hacen en todas esas entrevistas”, así Zandra da el inicio a la conversación. Al ser consultado por cómo se definía, Collazos contestó: “Es una zancadilla en público”, y se definió como “malgeniado, perfeccionista, ordenado hasta la neurosis, tierno con mis amigos, excelente anfitrión, exigente más conmigo que con los demás”.

Al preguntarle sobre cómo define su literatura, dijo “es lo más complicado, porque si le creo a los críticos, es una literatura cargada de agresividad, que tiene una constante en el amor, la política, la crítica social; la literatura ha ido cambiado a la medida que he ido cambiando yo”.

En referencia a los miedos interiores, Óscar Collazos aseguró tener “un miedo tremendo al dolor físico, un miedo tremendo a la pobreza que no me permita vivir decorosamente, y, otro miedo, no tener todo el tiempo suficiente para escribir todo lo que quiero escribir”.

Sobre cómo quiere ser recordado, el escritor responde con una paráfrasis: “como un hombre que vivió de la mejor manera en el peor de los mundos”. Al final de la proyección en homenaje a Collazos, Zanda Vásquez se declara ‘conmovida’ y les da la bienvenida a los invitados.

Ariel Castillo, Doctor en Letras Hispánicas, pasa a moderar el evento y da una descripción no solo de Collazos, sino también de toda una generación que da ruptura con la tradicional escritura del campo, una generación que les da apertura a los personajes jóvenes en las ciudades. Sin embargo Castillo manifiesta que “la generación más crítica fue opacada por la sombra de Gabriel García Márquez”.

El moderador llama a participación al Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia, Roberto Burgos Cantor, quien asegura que “el homenaje fundamental que le podemos hacer un escritor es leerlo” y posteriormente entra en polémica con el moderador, Burgos aseveró “no puedo estar de acuerdo con que diga que ‘tuvo la mala suerte de nacer o escribir después de García Márquez’, eso se ha vuelto uno de esos tópicos colombianos que se repite y se repite sin que nadie tenga el cuidado de reflexionar sobre ellos”.

Por otra parte, ya conociendo la enfermedad que tenía Collazos, Burgos confesó que un día sintió “una alegría esperanzada” cuando llamó a Cartagena de Indias y habló con Jimena Rojas (esposa) y ella le dijo que ‘estaba escribiendo una novela en plena lucha con la enfermedad’”.

Posteriormente se le dio paso a la intervención de Darío Henao, Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle. Henao se refirió al primer Óscar Collazos y aseguró que “fue el primero que leí, me marcó mucho; pero incluso maduro, ahora que lo estoy volviendo a releer, ese es el Óscar Collazos que más me llega, que más me toca, que más me produce emociones”, el decano argumenta que “esas preocupaciones por la gente, por los sectores populares, por los dramas humanos de ese mundo de precariedad y de pobreza en la que él nació, en la Buenaventura de los años sesenta, ese mundo que está en sus primeros cuentos, en su primera novela, es un mundo extraordinario”.

Henao confesó que “una de las cosas que Oscar siempre quiso de muchacho fue bailar como bailaban los negros, él se iba a la pilota y a los bares a ver bailar, y Jimena (viuda) aquí sabe que Óscar era un gran bailarín”, entre otras cosas Henao referenció a Collazos como “un hombre muy ligado a la cultura musical de lo que nosotros llamamos La Vieja Guardia”.

En la participación del novelista Nahum Monttt, compartió el resultado de unas entrevistas que le hicieron a Collazos, retomando algunos tópicos, que llamó ‘Óscar Collazos, lecciones de un maestro”. La primera lección fue “ningún escritor aprende de la disciplina de otro, no se puede ser un autor de fines de semana, durante mucho tiempo los malos escritores de América Latina fueron así, trabajaban en la burocracia o en comercio, y un día sacaban tiempo para escribir; no, debe ser a la inversa, hay que sacar un ratico para ganarse la vida y todo el tiempo para escribir”.

La segunda decía “más que temas, el escritor tiene obsesiones, obsesiones que maduran con el tiempo, las suyas se movieron por los terrenos de la relación entre la libertad y el amor, la autoridad, el erotismo, la violencia, Collazos dice ‘no solamente la presencia de la obsesión, sino también la certeza de que la convicción que mueve esos hilos sea lo más rigurosa posible, es necesario estar obsesionado en ser escritor, es necesario estar obsesionado con determinados temas que están en el fondo del ser, a pesar de que esas obsesiones sean incluso problemáticas, pues desembocan en inseguridades, en miedos, en terribles incertidumbres’”.

La última lección de Collazos que describió Monttt fue “un escritor es un inútil, un improductivo, a menos que demuestre lo contrario, y demostrar lo contrario puede tardar años (…) el hallazgo de un estilo o un acento propio, suele ser un escollo (…) y al final, cuando el escritor logre superar todos los escollos para ser lo que siempre quiso, ser un escritor libre y vivir con intensidad cada episodio de su vida, entonces descubrirá que la literatura no cura nada, pero ofrece nuevas perspectivas para entender los conflictos, humaniza la naturaleza trágica de la realidad, introduce conciencia donde hay confusión y dudas, tendrá entonces la sensación de que el tiempo no le alcanzará para escribir todo lo que quisiera escribir y que tal vez será recordado como alguien que siempre buscó la justicia y la fraternidad, o tal vez recuerden algunas pocas páginas de las miles que escribió, porque uno vive más allá del día que muere y lo sepultan”.

Marcel Ventura, licenciado en Comunicación Social, tituló el cuento que narró como ‘Óscar Collazos y el hábito de mirar de espaldas’, confesó que le debe una disculpa inmensa al escritor y aprovechó la oportunidad ante sus familiares, amigos y lectores. “Durante dos años edité en Colombia una pequeña revista llamada ‘El Librero’, fundada por Sergio Dava, Oscar nos acompañó como columnista desde el primer número”, relata Ventura, que además comenta sobre un correo que le envió a Collazos para que adelantara sus columnas porque tuvieron problemas con la imprenta y la distribución. El columnista respondió diciendo que tomará nota para el cambio de fecha, y además hizo una observación: “he notado algo que tal vez sería bueno comentárselo a Sergio, con mucha colaboración están firmadas sucesivamente y en el mismo número por ti, no sé si estás de acuerdo, pero es un recurso poco periodístico (…), la firma repetida da la sensación de precariedad”, “su sugerencia sirvió como inspiración para encontrarme un seudónimo –comenta Marcel- y a partir del siguiente número, Leandro Varanda empezó a firmar artículos aquí y allá”.

Al observar la firma de otra persona, Collazos envió un correo diciendo “me alegro que hayan podido incorporar un nuevo periodista”, posteriormente Ventura dice con tono irónico que “se le olvidó decirle a Óscar que se trataba de un seudónimo”.

Lo que destaca Ventura de la anécdota es: “que Óscar escribiera en una revista menor y recordara esa época, feliz, lejana, habla de algo más importante que inventar seudónimos, demuestran lo que en esta mesa todos saben más que yo, que Óscar era un tipo de sus amigos y que la amistad para él era un recurso atemporal, en El Librero escribió puntualmente aunque los pagos se retrasaran meses, porque apreciaba profundamente a Sergio (…), Óscar caminaba de frente, pero miraba de espalda, porque jamás le propuso algo al futuro sin un conocimiento preciso del lugar donde veníamos, Óscar, en cierta medida, supo contar desde todos los ámbitos posibles el futuro del pasado”.

El último invitado, Guido Tamayo, retrató la etapa de la vida de Collazos en Barcelona. Un hecho que destacó Tamayo en los años ochentas en Barcelona, fue “una cierta tensión entre dos figuras de escritores colombianos, Óscar Collazos y Rafael Humberto Moreno Durán, era muy curioso porque era una especie de translación del debate y del temperamento tan distinto (…), y uno vivía la tensión entre estos dos personajes de manera permanente (…), había una tensión entre ellos en ese momento porque, de alguna manera, sin quererlo, los se disputaban el título de ser el escritor colombiano mejor acogido en Barcelona”.

Guido también afirmó que “Óscar no podría olvidar Colombia (…), y en un momento en la Barcelona de finales de los ochentas, le preguntaron que por qué iba a dejar Barcelona, y él (Óscar) respondió que ‘no pasaba nada en Barcelona, que no pasaba nada en España’ ya tenía un poco de cansancio de ese inmovilismo, y que en cambio en su país todo el tiempo pasaban cosas y evidentemente él necesitaba regresar, volver a sentir la pulsión de sus temas”.

En el cierre del evento, Ariel Castillo hace un repaso de lo que dejo el XXVII Encuentro Nacional de Literatura. Posteriormente desde el público se dieron algunas apreciaciones sobre la jornada y se hicieron preguntas breves. Las últimas palabras fueron de la organizadora del evento, Zandra Vásquez, quien agradeció a los invitados, al público y especialmente a Jimena Rojas, viuda del homenajeado Óscar Collazos.

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