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Argumentos siniestros

El mismo bate pero con diferente bateador, esa es la política colombiana.

El Comentario  De Elías

Por Jorge Guebely

Ningún favor le hace el uribismo a Colombia con sus argumentos irresponsables. Polarizan, distorsionan realidades históricas, y sólo sirven para ganar elecciones. Se tornan perversos y peligrosos.

Convertir a las Farc en comodín genera dividendos políticos, pero no sociales ni humanos. Engañan y se engañan cuando los culpabilizan de todos los males nacionales: guerra de más de medio siglo, 300 mil muertos en sólo 30 años, 7 millones de desplazados, voltereta del presidente Santos –liberal de sangre azul- al inexistente castro-chavismo, estancamiento económico…

Mentiras políticas como si no supiéramos que la miseria material y espiritual de un país se origina en la voracidad de su élite económica y en la medianía de su dirigencia política. Como si Colombia hubiese sido un paraíso antes de las Farc, y volvería a serlo después de ellas.

Como si se ignorara que, antes de las Farc, también  hubo un líder carismático llamado Laureano Gómez que incitaba a la guerra, y una Violencia donde el pueblo conservador le volaba la cabeza al pueblo liberal, y los líderes lúcidos como Gaitán eran asesinados con impunidad garantizada, y una larga república conservadora elevó el nivel de estancamiento por encima de los vecinos regionales, y hubo más de 10 guerras civiles en el siglo XIX como prolongación de la Gran Patria Boba.

Mentiras estratégicas que sólo prolongan la vieja polarización, iniciada entre el conservador Bolívar y el liberal Santander. Método vital del capitalismo, vivo durante toda la República. Polarización orquestada para preservar el poder económico y político de las élites mientras los otros la nutren con sus vidas. Hoy ningún hijo de presidente va a un campo de batalla para defender su patria, y mucho menos un presidente, liberal o conservador. Para ellos, el dividendo; para los otros, la tragedia. “Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren”, afirmaba Sartre.

Falacias de mal gusto porque usufructúan la credulidad de un pueblo ingenuo, que paga un precio muy alto por estar atrapado mentalmente entre dos muros ideológicos. Uno conservador que defiende privilegios a través de la tradición, la familia y la cruz. Otro liberal que hace lo mismo, privilegiando el progreso por encima de la salud natural de la gente y del planeta. Y ninguno de los dos promueve el desarrollo humano, ni el respeto por la Naturaleza.

Sólo argumentos siniestros, construidos con bellas palabras, porque “Cuanto más siniestros son los deseos de un político –afirmaba Aldous Huxley-, más pomposa se vuelve la nobleza de sus argumentaciones”.

jguebelyo@gmail.com

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