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A la Selección Colombia le hizo falta el sol

Ciudad de Barranquilla, otro día soleado, juega la Selección Colombia, no está Falcao, ¡esperen! No está soleado.

Por Gabriel Moncada Figueroa

Voy en el servicio de Uber, pero aún no soy consciente hacia dónde voy. El tráfico no parece alterado, paso por el hotel donde se hospeda la Selección y no hay un alma, y pensar que el día anterior era el foco de las miradas, en una esquina veo un vendedor de vuvuzelas, esas que se hicieron famosas en el mundial de Sudáfrica.

Voy por la avenida circunvalar. Para matar el tiempo, como dicen algunos, converso con el chofer; no es nada relacionado con el partido, ¡qué raro!, el camino se hace largo, parece el camino de la serpiente (camino famoso en el anime Dragon Ball Z), por un momento el trafico se detiene, y de repente una estampida de hinchas y vendedores de espacio para parquear en las zonas verdes, así es, en espacio público, nos ofrecen un lugar, desde allí empiezo a entender la dimensión del suceso al que me aproximaba.

Más adelante, el conductor del Uber me indica que observe cómo partieron el vidrio delantero de un carro; me pongo alerta y veo cómo más de una docena de carros están parqueados en zonas prohibidas, al lado de lo que parece una venta ambulante de comida rápida. El Chofer me pregunta cuál zona me tocó, de inmediato le respondo Oriental Baja, acto seguido se detiene y me dice que este es el mejor lugar para dejarme. Salgo del carro y el ambiente es pesado, hay gritos, no me detengo a averiguar por qué, mi curiosidad no es tan grande, mi objetivo es llegar a mi asiento asignado. Faltan 45 minutos para que comience el partido.

Voy por un puente peatonal, es raro que hoy la gente lo use, los sigo, tomo una foto, no sé por qué la tomo, de pronto puede ser que estoy empezando a sentir la vibra del fútbol. Como es mi primera vez, tanto yendo al estadio Metropolitano como a ver a la Selección, en primera instancia sigo a la multitud, y lógicamente sigo la estructura gigantesca. Las filas me hicieron recordar a los reclutamientos del ejército, pero en está ocasión las caras no son de angustia e incertidumbre, son de expectativa y como yo en búsqueda de vivir una emoción, que cada día son más escasas, debido a nuestro alejamiento con la realidad.

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Llego a mi asiento. ¡Qué raro, no estoy sudando! Estoy en un ambiente casi de cine, qué afortunado soy, después de que me advirtieron que iba a chupar sol. La gente empezó a tocar las vuvuzelas, los jugadores de ambos equipos salen a calentar, a primera vista fue raro ver a Cuadrado, Carlos Sánchez, Ospina y los otros, desde otro ángulo, no solo a ellos sino a la pelota, pues su movimiento me hacía sentir que podía entrar en cualquier momento a jugar de tú a tú con ellos.

Empecé a grabar unos fragmentos de los momentos que me llamaron la atención, como el típico acto en Europa del nombramiento de los jugadores, sus camisas de tamaño XXXXXXXXXXXXL se descolgaban, mostraban su parte posterior y el público por cada nombramiento vociferaba, como si un gladiador fuera a salir al campo, al más puro estilo de los coliseos romanos.

El partido fue un clásico Barcelona versus equipo de baja jerarquía, Colombia acorraló a su rival, lo llevaba de un lado a otro, pero no se confundan, no importa que tanto lo rodees sino profundizas, de nada sirve. Jugador que me llamó la atención fue Muriel, ya conocido por sus buenas actuaciones en el club italiano Sampdoria, porque no solo era el único que se atrevía a sobrepasar con técnica y velocidad a sus rivales, sino que sacó lo que todos vociferaban al principio, un gladiador.

Graderías Metropolitano

Sin dudas Pekerman tiene que hallar la solución a esta falta de efectividad, espero que no espere al tigre, y no lo digo en son de no querer de vuelta a Falcao, todo lo contrario, lo digo porque tiene que volver a sacar el tigre que lleva cada uno de sus jugadores. Las ocasiones en el segundo tiempo fueron más meritorias, pero no puede ser que haya dependido de un penal agónico en el minuto 82′ para finiquitar el partido. James sin duda alguna tiene que ir mejorando su liderazgo, sobre todo en organización al ataque, porque los delanteros cayeron redondos en la trampa de los bolivianos, quedándose al límite del fuera de lugar y aislado del 10.

Recuerdo inolvidable que me llevaré es sin duda el pitido final, puesto que Armero, en un acto de júbilo, se quitó su camisa, vino directo hacia la gradería en la que me encontraba y nos la tiró. Por la distancia y la aerodinámica, la camiseta cayó en el canal de agua que hay entre las graderías y la pista atlética, un muchacho que estaba al lado mío sin dudarlo se sostuvo del tubo y se lanzó, una caída de más de 3 metros, pero su emoción era tal que cayó a la perfección, y tomó su camiseta como en aquellas épocas en las que los cazadores guardaban parte de su presa como señal de respeto, y, claro, después de tomarla salió corriendo del estadio quién sabe de pronto para contarle su aventura a su familia.

Hincha selección Colombia

Este fue el hincha que se lanzó

El público sin duda no estaba con ese ímpetu que se caracteriza, será el sol o porque las expectativas no fueron saldadas, como sea, un duro reto le espera a nuestra Selección, puesto el destino final sin duda no ofrece ningún cálido ambiente.

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Freelance Ingeniero Industrial trabajando con @lachacharaco. Apasionado por el Marketing y el mejoramiento de las empresas. Twitter: G9MF
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