La segunda parte de esta historia, contada en primera persona por su protagonista, Ángela Riaño González
Por Ángela Riaño González
El mundo físico que habitamos es mucho más de lo que logramos percibir con nuestros sentidos. Cada instante e historia que vivimos, sin duda, son regalos de Dios para abonar y lograr nuestro crecimiento espiritual. Él nos pone en el lugar y situación perfectos, para que seamos uno con la naturaleza, los astros y las demás personas que nos rodean. Los astros tienen una potencial influencia sobre nuestra vida, con su ubicación y alineación generan acontecimientos exactos y determinantes en nuestro diario vivir.
Hace apenas unos cuantos meses tuve la oportunidad, sin buscarla, de conocer a una persona que dedica algo de su tiempo de ocio a la lectura de carta astral. Tan sólo con la información del lugar, la fecha y la hora de nacimiento, verifica la posición que tenían los astros en ese momento y cómo ello define, en gran medida, el ámbito emocional, profesional, económico, integral de cada persona. Cada año, la fecha de cumpleaños varía astrológicamente y puede asimilarse a un nacimiento; de tal manera que el lugar, la fecha y la hora en la que celebramos nuestros cumpleaños, determinan como estará aspectado ese año de nuestra vida, resultando ser la carta astral una herramienta en nuestro beneficio.
Por primera vez me aventuré a poner en práctica lo que arrojo mi carta astral. Con la intención de mejorar todos los aspectos de mi vida para este año, me dispuse a recibir y celebrar mi cumpleaños en el Municipio de Juan de Acosta, en el Departamento del Atlántico.
No tenía celebración alguna programada, apenas tenía tiquete aéreo con destino a la ciudad de Barranquilla. Dos días antes de la fecha de mi cumpleaños, con el apoyo y la complicidad de mi suegra y una gran amiga suya (ahora también mía), fue posible coordinar el transporte de traslado del aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz hasta el Municipio de Juan de Acosta. Era lo único organizado.
El día en que debía celebrar mi cumpleaños, fue un día agitado, todo el tiempo parecía estar medido, exacto; era demasiado preciso. Logré terminar mi jornada laboral habitual y estar a tiempo en el aeropuerto para tomar el vuelo que me llevaría a Barranquilla. Con el aterrizaje del vuelo en la capital del Atlántico, me sentí victoriosa, alcanzaría a estar en Juan de Acosta a la hora que me correspondía. El recibimiento de la amiga de mi suegra (a quien conocí en ese instante), fue espectacular; nos reconocimos por la descripción que unos minutos antes nos habíamos hecho por celular, de cómo estábamos vestidas. Con su abrazo de bienvenida y las hermosas orquídeas que me traía de sorpresa y regalo, sentí como si me reencontrara con un ser muy querido a quien no veía hace mucho tiempo, ella venía acompañada por un hombre y por una mujer, quienes también me saludaron cariñosamente y quienes nos iban a llevar a Juan de Acosta.
Llegamos a Juan de Acosta con aproximadamente veinte (20) minutos de antelación a la hora que astrológicamente marcaba mi cumpleaños. Nos ubicamos en el parque del municipio, organicé el pastel que íbamos a compartir y empezaron a cantar mi cumpleaños… De repente escuché una gaita, me estremecí por completo, no lo podía creer… las sorpresas de la amiga de mi suegra y sus dos acompañantes continuaban, me regalaron hermosas interpretaciones musicales con gaita, una de ellas un mantra que me trasmitió muy buena energía.
Todo, absolutamente todo, se había confabulado para la celebración de mi cumpleaños; me acompañaron personas bellísimas con quienes nos conocimos hasta ese día, el Municipio de Juan de Acosta nos recibió con su tranquilidad en una noche serena, la naturaleza hizo su gran aporte con una radiante y luminosa luna, en fin, muchas energías fantásticas nos acompañaban.
Esta fue mi experiencia, cumpliéndole la cita a los astros para mejorar mi año. Sin temor a equivocarme, catalogo esta celebración de cumpleaños como la más maravillosa y mágica que he vivido, acompañada de luz y sonido.