El médico, músico y poeta sucreño Pacho Fadul, respondió al llamado de un chacharero que se quiso acordar de sus raíces corronchas.
Por Jorge Sarmiento Figueroa – Audio de Pacho Fadul
«¿Cómo suena ‘harto’ en corroncho? ¿japto, jabto o jadto?». Le hice esta pregunta a Pacho Fadul, por WhatsApp. Por ‘guasá’, si estuviéramos en la Mojana.
– ‘Jatto’, pero la ‘t’ de adelante es suave casi ‘d’-, me respondió. Yo sabía que el médico respondería enseguida, nada más era picarlo con varita e’ burro, porque Pacho tiene el don de servicio en cada poro y porque para un consumado seguidor de Lacan las onomatopeyas son la luz de nuestra oscuridad. Gracias a escuchar más allá de las palabras, Pacho Fadul lee poesía en los entretítulos de los libros de matemáticas. Lo he visto con mis propios ojos buscando el índice de las indescifrables listas de ecuaciones.
Eran las 8 y 33 de la mañana cuando ese chat sucedió. A esa hora Pacho lleva ya trescientos minutos de pie, ha meditado, se ha tomado el tinto, ya saludó al sol con la belleza íntima del chi kung y se leyó hasta los clasificados del periódico, subrayando las atrocidades del lenguaje o las genialidades de sus amigos.
A mí me pareció que su respuesta (‘jatto’, pero la ‘t’ de adelante es suave casi ‘d’) fue clara y suficiente, pero conociendo al cajamán del que hablo, presentía que faltaba una descarga. Tres minutos después, la descarga llegó. Un mensaje de voz que es poder puro, una poesía de sonidos que engrandecen el valor de la sabana, del Caribe entero, que marcan la diferencia por el ser que somos de pecho al sol:
Pacho me dijo que no compartiera este audio todavía, me propuso: «Hagamos un tratado de corronchol bien editado, con ejemplos de la A la Z». Asentí, hasta que días después me topé en la página 21 del libro ‘La eterna parranda’, del maestro cronista Alberto Salcedo Ramos, en la crónica ‘Memorias del último valiente. La historia del Rocky Valdez’, con esta frase de El Bony donde suelta un: «¡Edda, compa -grita el anfitrión-, ese calvo era qué culo e’ culebra». Leí eso y me llegó de golpe el acto desobediente de publicar esta hermosa vaina, con todo y estornudo, porque para el costeño lo perfecto es lo que sucede; lo demás, es lo demás.