«Es genio y figura hasta la sepultura”. Fue la primera frase que atinó a decir el ex-futbolista Marco Coll, cuando vio entrar al maestro del periodismo deportivo, Chelo De Castro.
Escrito por: Francisco Figueroa Turcios – Editor de Deportes
Chelo De Castro, sin duda, fue el centro de atracción de todos los asistentes a la presentación del libro “La historia del gol”, escrito por Guillermo Ruíz. (allí estaban un puñado de ex-futbolistas que hacen parte de la historia del Junior: Gabriel Berdugo, Dulio Miranda, Miguel Angel Converti, Wulfran Cervantes, Fernando Fiorillo, Marcos Coll, Othon Alberto Dacuhna, lo mismo que el prestigioso periodista argentino Jorge Barraza, considerado como un referente del periodismo deportivo a nivel latinoamericano).
Cumplió 93 años (nació el 19 de marzo de 1920). Tiene una lucidez y agilidad mental perfectas. Para utilizar un término de los oftalmólogos: está en 20/20 para abordar o eludir cualquier tema o pregunta pringamocera.
Creó un estilo propio: frontal, sin términos medios, incisivo y mordaz. Tiene un manejo perfecto de la gramática española y un envidiable y riquísimo léxico. Estaba de buen humor, una de sus principales características -cuando no se sale de la ropa porque algo no le gusta, entonces no para en mientes para acudir a una áspera palabra del léxico de Cervantes, el del Quijote- y dialogaba entre una nube de colegas con Mike Fajardo y Ricardo Ordoñez. Porque no es usual que Chelo De Castro (José Víctor de Castro Carroll, es el nombre con el cual lo bautizaron hace ya casi cien años), asista a eventos y más en horas nocturnas.
Hace 68 años
«Yo comencé el periodismo en el año 1945, en el semanario La Unidad. Y si Dios me da licencia para vivir, he decidido retirarme en 2015; es decir -y me señalaba con la punta del dedo en la libreta-, serían la friolera de 70 años de labores interrumpidas escribiendo todos los santos días. ¡Cógeme ese trompito en la uña! Para ver si hay algún otro llena cuartilla que haya embadurnado tanto papel durante tanto tiempo”.
Y para esa fecha estaría cumpliendo 95 años de edad. El 19 de marzo de 2015 “el día de mi cumpleaños, dejaré de estar al frente de la maquina de escribir y del micrófono. Repito, si Dios me lo permite”, señala con certeza.
Del semanario La Unidad el maestro Chelo de Castro pasó en el año 1950 al Diario La Prensa; diez años más tarde, es decir en 1960, trabajo en el vespertino El Nacional. En 1968 laboró en el Diario del Caribe, durante ocho años. A El Heraldo ingresó en 1976, hasta la fecha.
Con la aparición de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, TIC, donde el computador es la herramienta más importante en la sala de redacción de un periódico, Chelo de Castro se ha mantenido fiel a continuar escribiendo su columna diaria en la tradicional maquina Underwood, de esas que ya no fabrican desde hace medio siglo.
Su máquina es la Underwood
Una mañana llegó a la redacción de El Heraldo y no vio ninguna maquina de escribir sino computadores. Se arrimó a la oficina de Anita González (secretaria de la Dirección) y vio la máquina donde escribía Juan B. Fernández Renowitzky. Le dijo, serio y circunspecto: “Dígale al doctor Fernández que por cuánto me vende su máquina de escribir».
La respuesta fue más rápida de lo que él pensaba. Al día siguiente cuando regresó a la redacción de El Heraldo, la diligente y servicial Anita Gonzalez lo llamó, le dio la respuesta: «maestro, el doctor Juan B. Fernández no le va a vender la máquina; se la va a regalar». Y se la entregó.
Chelo de Castro parecía pelao’ con juguete nuevo. Sus ojos brillaron y suspiró en palabras: «esta es una reliquia. Esta máquina ha pasado por dos generaciones: Juan B. Fernández Ortega y Juan B. Fernández Renowitzky. Soy un privilegiado por tener esta joya».
A través de sus columnas Chelo De Castro ha librado duras batallas en pro de Barranquilla. «¿Qué carajo he ganado con esa luchas? Esa es la pregunta capital mía».
De las mil quinientas columnas que ha escrito en El Heraldo, él no tiene una en especial. Son como los hijos, no hay preferencia. Chelo De Castro ha hecho campañas a través de su columna para que varios escenarios deportivos llevaran el nombre de deportistas barranquilleros. Por ejemplo, el estadio Metropolitano se llama Roberto Meléndez y sobre el particular anota: «Jamás pasó por la mente del «Flaco» Meléndez que aquel niño monito, pecosito, que él metía al estadio moderno «Julio Torres», 60 años después lideraría la campaña para que el mejor estadio de Colombia llevara su nombre».
“Las vainas de la vida -piensa en voz alta- en estas eliminatorias al Mundial de fútbol Brasil 2014, esa camada de periodistas cachacones que venía a Barranquilla solo decía estadio Metropolitano. No le daban el crédito a Roberto «El Flaco» Meléndez. Ese es problema de ellos».
Recordemos que gracias a él, el estadio de béisbol se llama «Tomás Arrieta»; el coliseo Cubierto, «Humberto Perea»; el estadio de fútbol, «Romelio Martínez”; y la cancha de baloncesto del parque Suri Salcedo,»Elias Chewing».
Alterna el periodismo escrito con la radio. Fundó el programa ‘Desfile Deportivo’ el 7 de abril (día del cumpleaños de Barranquilla) de 1953, inicialmente en Emisora Atlántico, por pocos meses. Luego lo emitió durante 40 años por La Voz de la Patria, más tarde pasó a la banda FM por Uniautónoma Stereo; y actualmente lo realiza en Radio Aeropuerto, de la cadena La Libertad.
Creo en los nuevos periodistas deportivos
Lo más doloroso que recuerda es cuando la dueña y señora de Uniautónama, Silvia Gette, hoy encarcelada en el Buen Pastor de Bogotá, decidió, a lo ‘troche y moche’, cerrarle el programa. Siendo que él había llegado allí de la mano del fundador y principal figura de dicho centro universitario, su amigo de siempre don Mario Ceballos.
A ella eso le importó un pito. Lo sacó, como hizo con tantos otros amigos de donde Mario Ceballos.
Al hacer un análisis de la nueva generación de los periodistas deportivos de Barranquilla, sostiene: «les tengo fe, tienen una ventaja sobre nosotros. Fueron a una universidad. La academia es importante. A nosotros nos tocó aprender a los madrazos».
Él es una enciclopedia viva del periodismo deportivo barranquillero, costeño y colombiano. Asegura que “para mí un icono en la historia del periodismo deportivo en Barranquilla es Edgar A Senior. Cómo sería de atrevido que le apodaban ‘mico arrecho’. No dejaba títere con cabeza. Ejercía un periodismo investigativo y punzante».
Chelo De Castro toda su vida ha sido de combate. Se acostumbró a ir a pie, a no tomar bus para desplazarse de su casa al periódico El Heraldo o a la emisora. «Mis hijos me están ahora haciendo un daño, no me dejan ir caminando al periódico o a la emisora. Me llevan en el carro y luego me van a recoger. ¡Qué vaina, ahora sí estoy jodido!”.
A propósito de hijos, el único que nació con la vena periodística fue su hijo menor, Darío, conocido como Chelito de Castro, pero sus amigos le dijeron que esta profesión no da plata y se decidió por la música.
La vena periodística de Chelo la hereda de su familia por parte de los De Castro. Aurelio, su tío que utilizaba el seudónimo de ‘Tableo’, marcó la pauta en el periodismo a nivel nacional. En el listado aparecen Eduardo De Castro, Pedro De Castro y Edgardo De Castro.
Chelo De Castro es un roble, rector, vital. No tiene asomo de cansancio por el oficio ni padece enfermedad grave alguna. Es decir, la señora parca se mantiene lejos de él, ojalá por largos años. Pero si ello ocurre, como ha de pasar, con Chelo finalizará la generación de periodistas en la familia De Castro. Todavía tiene cuerda para rato.
Barranquilla debe, con suficiente tiempo, si Dios lo permite, hacer una gran despedida al maestro Chelo de Castro. Anoté en su agenda la fecha 19 marzo de 2015. Sin duda, será un genio y figura hasta la sepultura.