
Por Rafael Sarmiento Coley

La música vallenata y en general del Caribe Colombiano ha tenido, y tiene exponentes extraordinarios.
Uno de los actuales es Roberto Calderón Cujia, oriundo de San Juan del Cesar, La Guajira.
Autor de temas icónicos de este folclor como «Luna sanjuanera», que es en la actualidad el himno oficial de dicho municipio; «Llegaste a mí», que lanzó a la fama a una agrupación joven con Silvio Brito como cantante y muchas otras composiciones triunfales como «Ganó el folclor» (Diomedes Díaz con el acordeón de Juancho Rois, ambos ya desaparecidos), y una muy respetable lista de éxitos nacionales e intelectuales grabadas por reconocidos intérpretes, entre ellos, el Binomio de Oro, Los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate.
Roberto Calderón se vino a vivir a Barranquilla, en donde reside en la actualidad al lado de su esposa la también sanjuanera Alba Galvis, de quien espera un hijo varón muy próximo a nacer.
En un justo reconocimiento a ésa trayectoria éste domingo 16 de febrero de 2025 se le brindó un caluroso homenaje en el emblemático bar-restaurante-estadero La Cueva. Evento organizado por la agremiación Encuentro de Compositores del Caribe Colombiano (ECO), fundado y presidido por el destacado gaitero cordobés Marlon Peroza.

Juan Sebastián Mendieta Acosta,Rafael Sarmiento,Marlon Peroza y Jorge Mario Sarmiento disfrutaron del concierto de compositores
Calderón Cujia, tan pronto culminó su secundaria en su San Juan natal, se trasladó a Barranquilla con el fin de estudiar una carrera profesional en la Universidad del Atlántico. Se mateiculó y graduó en la facultad de Arquitectura, y aquí se quedó a trabajar con diversas empresas.
Pero nunca descuidó su vena musical, especialmente porque su círculo más cercano eran personas vinculadas al folclor: compositores, intérpretes, periodistas, historiadores e intelectuales. Entre otras cosas porque Calderón Cujia es un intelectual puro. Ha leído mucho a los grandes biógrafos, historiadores y filósofos. Para él no son extraños nombres como Homero, Sófocles, Descartes, Voltaire, Sófocles.
Calderón es un hombre de pensamiento profundo y un sentimiento humanitario. Todo lo cual se refleja en sus canciones.
Por ésas cosas de la vida, cuando estudiaba en la Universidad del Atlántico, vivía en un apartamento sencillo a media cuadra de La Cueva, el mítico punto de encuentro donde nació y se reunió toda una pléyade de la intelectualidad colombiana con nombres como Álvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas Cantillo, Alejandro Obregón, Juan B. Fernández Renowiztky y el famoso «Sabio Catalán»Ramón Vinyes.
Recuerda Roberto Calderón que nunca pensó que muchos de ésos personajes que él vehía desde las rejillas de la puerta de entrada serían famosos mundialmente, como el caso del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
Desde luego que en ésos momentos él no tenía la fama alcanzada años después. Por lo cual se abstenía de pedir permiso para departir con el años después llamado El Grupo de Barranquilla.
Lo marcó tanto aquella intelectualidad que se vivía en Barranquilla revuelta con el Carnaval y la mamadera de gallo, que tuvo mayores razones para seguir leyendo a los grandes escritores.
En los reflectores de una ciudad abierta con gente que no necesita de mucho para sentirse amiga del recién llegado, se sintió envalentonado para rendirle culto a las expresiones de su región.
Así, en medio de la nostalgia de no sentir el tintineo de las aguas del Río Cesar, ni poder disfrutar de las noches de luna clara, recordó los versos de Toño Salas y de Emiliano Zuleta Baquero, las notas sublimes del acordeón de Chico Bolaños, Escolástico Romero, Luis Enrique Martínez, y no se dejó atrapar por las enredaderas de la nostalgia, sino que, todo lo contrario, utilizó todos esos recuerdos como combustible para componer sus primeras canciones, que le han dado la vuelta al mundo.
Hoy recuerda con cierto goce el haber ganado el segundo lugar en el concurso de la canción inédita del Festival de Compositores de San Juan del Cesar (el ganador fué Antonio Serrano Zúñiga con un tema que no tuvo tanto ëxito como su «El despertar de un acordeón que grabaron los Hermanos Tomás Alfonso y Emilianito Zuleta Díaz.
En el homenaje del domingo 16 de febrero en La Cueva, Roberto Calderón interpretó con excelencia lo mejor de su fructífero repertorio, que, como dicen los mejores chefs, «no tiene presa mala».