ActualidadEducaciónEstilo de VidaNacionales

¿Porqué debemos celebrar  el 11 de octubre y no el 12? 

El día de fiesta en América Latina no debe ser el 12 sino el 11 de octubre, último día de libertad de los pueblos amerindios 

Una constante de la historia de la especie ha sido de lucha permanente por territorio, alimento y sexo. Por eso pensamos que en lo fundamental seguimos siendo animales.

Por José Gabiel Coley, Filósofo Uniatlántico

Las culturas que se desarrollaron en América no podían permanecer indefinidamente al margen del resto de la humanidad, la cual se reunió en completud a fines del siglo XV, siendo fatal para los nuestros. Y ellos, no se sabe de qué modo, lo presentían; por eso los foráneos fueron recibidos sin resistencia, lo cual les facilitaría su posterior dominación. Cuauhtémoc, “el águila que cae” en lengua Nahual, era el nombre del último emperador de los aztecas (!).

La historia de las sociedades no solo “es la historia de la lucha de clases” como decía Marx, sino también la historia de las invasiones. La llamada “civilización moderna” descansa sobre una violencia milenaria. No obstante, las guerras no solo son muertos sino mestizaje en todo sentido. El pueblo vencido no desaparece, sobrevive en los genes de los que nacen de las mujeres violadas, además de las costumbres y sus creencias, aunque sincretizadas.  

La historia no es únicamente la historia de los vencedores sino igual la de los vencidos, pues ambos terminan unidos genética y culturalmente conformando la historia de la humanidad; y de sus milenarias guerras (que aún continúan) de dominio de unos pueblos sobre otros, reforzadas además por el fenómeno de las migraciones, ya que el hombre sigue siendo un caminante de todo el planeta. Esas razones han conducido a la antropología ha afirmar que: las ‘razas’ no existen, las diferencias étnicas son superficiales, ningún hombre es superior a otro, por lo que nuestra especie es una sola y universal. A partir de la globalización de los medios, día a día, las fronteras dejan de existir como aislamiento entre los pueblos, a pesar de Mr. Trump y su país de retazos.

En el caso que nos ocupa, se ha demostrado que entre los amerindios hubo genocidio, horrores y saqueo sin límites de riquezas los cuales no se pueden olvidar para que cada vez se repitan menos. Ese pasado es condenable, pero ocurrió. El tiempo es un continúo sucesivo e irreversible, por lo que somos producto del pasado, e igual que el resto de la humanidad, consecuencia de atroces dominios.

Estamos vivos por ser la prolongación de víctimas y victimarios, su síntesis. A pesar de lo contradictorio que parezca (y que de hecho lo es) entramos en la dialéctica del amo y el esclavo de que nos hablaba Hegel. Es decir, encarnamos tanto al ‘malvado español’ como al ‘buen nativo’; al ‘noble colonizador’ como al ‘irredento salvaje’. Somos El Quijote y El Popol Vuh, es decir, La Mancha y Chichén-Itzá, porque somos fusión y, a la vez, algo nuevo y diferente gracias al aporte del amerindio, pero también del negro y de todas las migraciones del orbe, y nos sentimos orgullosos de ello. Somos la “raza kósmica” del filósofo Vasconcellos.

Una constante de la historia de la especie ha sido de lucha permanente por territorio, alimento y sexo. Por eso pensamos que en lo fundamental seguimos siendo animales. Ellos luchan por lo mismo, sin haber ascendido a las artes, la danza, el teatro, la poesía, la filosofía, la ciencia, la tecnología, la cibernética, la computación  la informática, etc. ¡Que ironía!

Pero volviendo a América, haciendo abstracción de las consecuencias económicas (explotación, atraso, desigualdad, dependencia etc.) de la dominación y aún después, tenemos que admitir que los indígenas perviven en nosotros tanto como los españoles. Ambos son nuestros ancestros, nuestros antepasados. Existimos por la india preñada a la fuerza, pero también por el abusador que perpetuaba sus genes en contra de la voluntad de la indefensa. La genética no tiene código de honor, es la ley del más fuerte. Solo la mediación de la razón histórica puede hoy juzgar los actos pretéritos y condenarlos, aún a riesgo de condenar también nuestra propia existencia. Pero hoy, solo el futuro a nosotros pertenece.

Noticias relacionadas
ActualidadLocales

Barranquilla hace historia como sede del Foro de Desarrollo Local más grande de la OCDE

Acción socialActualidad

Megatiendas, primera empresa en Colombia en acogerse a la formalización laboral

ActualidadAgendaMundo

Julio en la Aduana: el centro cultural también está listo para el OCDE en Barranquilla

ActualidadAgenda

🌎 Barranquilla y la OCDE presentan el Foro de Desarrollo Local 2025, conozca aquí la agenda

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *