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“¡Por Dios!, qué pasó con la Costa”, frase repetida 33 años después

 En 1981, cuando Belisario le ganó a López Michelsen, el jefe liberal atribuyó su derrota a la baja votación del fortín de sus maquinarias, la Región Caribe. Santos hoy se queja de lo mismo.

Por Rafael Sarmiento Coley, Director

Se sabe que los caciques políticos de los pueblos y ciudades intermedias, y  los jefes de las llamadas “casas políticas” de las ciudades capitales, ya han aprendido la lección desde cuando en 1991 la nueva Constitución impuso la doble vuelta, cuando ninguno de los candidatos fuera votado de manera contundente con más de la mitad mas uno del total de sufragios por los aspirantes.

También se sabe que todos ellos, con una enorme experiencia en trucos y estrategias electorales, acaban de hacer un esfuerzo colosal en marzo para sacar a flote a sus candidatos a Senado y Cámara, lo cual les dejó las cajas fuertes exiguas y los créditos en los bancos copados.

Uribe, un animal político salvaje

Juan Manuel Santos votando

Juan Manuel Santos votando

Se calcula que ese promedio de 42% que Santos sacó en los ocho departamentos de la Costa Caribe colombiana subirá, por lo menos, un 10%, porque para la segunda vuelta, ahí sí, las maquinarias costeñas sacarán toda su artillería y esas artimañas –que incluyen la mochila y otros estímulos para los electores-,  porque estarán recuperadas del desgaste de marzo.

Sin embargo, Álvaro Uribe es salvajemente un animal político difícil de derrotar.

Óscar Iván Zuluaga votando

Óscar Iván Zuluaga votando

Ya lo ha demostrado de sobra. Es el único político que en más de 100 años de historia democrática colombiana fue capaz de reformar la Constitución Política (como lo hizo el costeño Rafael Núñez hace 120 años) y hacer un “articulito” a su medida. Como cuando usted va a donde el sastre y le dice: “Oiga, Fabio Echeverri, ¿cómo hago para perpetuarme en el poder’”. Y el viejo zorro sastre le dice: “Pues muy fácil. Vaya al Congreso y con buena mermelada compre la mejor tela”, que consistió en reformar ese “articulito” que decía: “No habrá reelección en Colombia”. Norma que pidió que la incluyeran en la Constitución del 91 el presidente de la República de ese momento, César Gaviria Trujillo.

Fue un acto de grandeza política, de honestidad, de categoría de estadista. Pero solo a un ambicioso desmedido, enfermo de autocracia, con un ego elevado a miles de potencia, se le ocurre convertirse en dictador en una democracia, perpetuándose en el poder, exactamente como lo hacen quienes él más ha criticado: el difunto Hugo Chávez y ahora a su sucesor Maduro. Y al mandatario del Ecuador Rafael Correa; lo mismo que al loquito Evo Morales y al trastornado y enfermo sexual Daniel Ortega en Nicaragua.

A Santos le quedó gustando

Imagen de El Colombiano, con las preferencias políticas de este año.

Imagen de El Colombiano con las preferencias políticas de este año, que cambiaron el 25 de mayo.

Hecha la ley, pues a Santos le gustó la idea y se lanzó por la reelección. Dios quiera que sea por una sola vez y que no quiera perpetuarse como lo intentó sin éxito su exmentor político Uribe Vélez.

Si se mira el mapa político, Santos no se puede quejar del todo del voto costeño. En todos los departamentos ganó. Así mismo ganó en el 80 por ciento de los departamentos de las fronteras. Sencillamente porque esas zonas sufrieron en carne propia las innecesarias peloteras de Uribe con los presidentes de Venezuela, Ecuador, Bolivia y, en algunos momentos Perú. Lo de Ortega es harina de otro costal. Pero de todas maneras, ¿para qué cazar peleas con un demente? Se necesita también estar loco.

Santos ganó, además de toda la Costa Caribe incluyendo a San Andrés, en Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Putumayo, Amazonas, Vaupés y Guainía. Territorios que ya están aburridos de tanta guerra. Porque allá se dan plomo los grupos de ultraderecha (algunas de las cuales las meten en el mismo saco de las bacrim, que son bandas de atracadores, sicarios, viciosos, pero no tienen disciplina ni proyecto político, como si lo tienen los grupos armados de la ultraderecha).

Los territorios de Zuluaga

Ahora bien. Los pocos departamentos fronterizos que prefirieron a Zuluaga es porque allí todavía predominan las fuerzas de ultraderecha que creen que sólo con el carácter uribista se puede derrotar de manera rotunda lo que queda de los grupos armados de izquierda, Farc y ELN. Esos son Norte de Santander (sorprendente, porque fue el que más sufrió con las bravuconadas de Uribe vs. Chávez), Arauca, Vichada, Casanare, Caquetá, Huila, y el Eje Cafetero, que es el mismo viejo Antioquia: Risaralda, Quindío, Caldas (de donde es oriundo Zuluaga), y por supuesto, el gran Antioquia visceralmente antisantista. Porque los antioqueños quieren sus obras colosales que los conecten con ambos mares. Lo cual le costará al Estado, con la plata de todos los colombianos, un ojo de la cara. Mientras las demás regiones se quedarán viendo un chispero.

En todo caso, la última palabra la tienen los 33 millones de colombianos habilitados para votar. Lo deseable es que participe si quiera el 55% de ellos. Que voten por cualquiera de los contrincantes (Santos y Zuluaga) o por el voto en blanco. Pero que no le quiten fuerza a la democracia colombiana y, por el contrario, que la legitimen y consoliden con su presencia en las urnas.

About author

Director general de Lachachara.co y del programa radial La Cháchara. Con dos libros publicados, uno en producción, cuatro décadas de periodismo escrito, radial y televisivo, varios reconocimientos y distinciones a nivel nacional, regresa Rafael Sarmiento Coley para contarnos cómo observa nuestra actualidad. Email: rafaelsarmientocoley@gmail.com Móvil: 3156360238 Twitter: @BuhoColey
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