En el día de la madre, Lunabril invitó a los poetas Jorge Mario Sarmiento y Paula Romero, a recitar un compendio de poemas acompañados por la guitarra de Julián Sarmiento Figueroa. Poetas por el mundo En un salón de reuniones una dama preguntó a un maestro de poesía: “Poeta, ¿cómo va la poesía?”. El maestro poeta, encogido de hombros y mirando hacia el piso contestó con rudeza: “¡Mal!” Dio unos pasos pensativos, volvió a levantar el rostro y lleno de sarcasmo sentenció la respuesta: “A un poeta siempre le va mal. ¿Cómo le puede ir bien a la poesía si al mundo le va mal?” El maestro se sentó en su lugar, la dama parece haber quedado convencida. Yo, entretanto extraviado en esa escena, me puse a pensar en los poetas y en los pintores, en los músicos, en los cineastas…. en los artistas… De repente sentí que a este mundo, de nuevo le iba bien.
Jorge Mario Sarmiento
Ella es… Ella es bella, muy bella… Su suave y terso rostro, refleja como espejo dulce, manantiales de amor, cariño, bondad… Sus palabras tiernas, sonidos melódicos, resuenan como las risas de un bebé o el susurro del viento en un día primaveral. Ella es, es hermosa, muy hermosa… no muestra temores, pues, ninguno tiene… no inculca maldad, sino justicia. Reniega de la diferencia, reparte por igual. En el campo de batalla observa pasiva, ¡dulce ninfa cautiva, que empolva a todos de paz! Ella es, es linda, muy linda… da sin recibir, llora mantos de estrellas sin lágrimas, sonríe sin sus carnosos labios, habla, pasiva y serena, sin voz… lucha, guerrera incesante, sin armas y vence, sin fuerzas, ¡orgullosa princesa! Su mirada recelosa, transmite cada emoción, cada sentimiento, cada deseo… cada huella manchada con sus dedos… ¡Arropa!, acogedora aya, a todo aquel que se acerque, lo necesite, aquel que siente. Súbita cuna protectora, ¡apoyo al camarada que anda lejos! Ella es, es bonita, muy bonita… Sabe escuchar, reír, soñar… conoce viejos sentimientos, malvados, embusteros… Sabe olvidar, perdonar, aguardar… sabe decir, ¡no, no quiero! Quiere sin celos, sin mentiras No odia ¡No sabe! Ella es, es tierna, muy tierna… es un tesoro, ardiente en perlas, en oro, fundida en sonrisas, en secretos… inconsciente risueña, abarca lagos de felicidad, desvela al mundo, despacio, su magia y veracidad. Si estira sus enormes y anchos brazos, ¡acércate!, te acogerá… Divina alma libre, independiente, que pasea vulnerable rozando entre el destino y el azar… camina sola, pero nunca, ¡diosa mística!, da la espalda a los demás… reina y dueña de su castillo, construye cada día un nuevo lugar… Sus grandes y profundos ojos, mirada encasillada, duradera, perpetua… conducen sin guía a un mundo forjado en cristal, un mundo nuevo, un mundo especial. Si entras, caminante invitado, visitante pasajero, te empapas de sentimientos ocultos, sentimientos puros, sentimientos eternos… que guarda, escondido y reservados, que guarda en silencio. Ella es, …mi musa. Ella es, …mis fuerzas, mis ganas, mi sustento. Ella es, …susurro encadenado en cariño, susurro admirable… ella es, Mi MADRE.Paula Romero González
La palma de tu mano Tengo la sensación Que la palma de tu mano Es el cielo. Si la posas sobre mi cabeza, La cubres de nube. Mis pensamientos suben Hasta hacerse luz En el sol de tus dedos. La palma de tu mano Tiene un poder de paradoja: Cuando la posas en mí, Arrasas todo lo que llevo adentro; Cuando la posas en mí, Todo lo que llevo adentro… Renace. La palma de tu mano Atrapa mis cabellos, Los une, Pasa por ellos de abajo hacia arriba Tira de los tallos, hala su raíz. Sin arrancarlos, sin hacerlos sufrir La palma de tu mano sube lejos, se abre, Suelta un aliento, Esparce los desechos al aire ¡Júbilo de libertad! Que yo llamo cielo.Jorge Mario Sarmiento
Principito Estrellas que son vida en el desconsuelo de las noches… Risas como cascabeles, rosas como impureza. Caprichos del destino, cruel como lo es la condena. Aventuras desgarradas por el tiempo, curtidos los pasos, sangrante la alacena de recuerdos, escondrijos siniestros. Caricias al aire, planetas olvidados, niños, juegos, preguntas, versos. Dieciocho años caminando, dieciocho estrofas, dieciocho canciones, ruegos enumerados en tiempos descontentos. Vidas ajenas al murmullo del desierto, vidas preocupadas en la niebla, perdidas en deseos de chapa, en cenizas que antes eran cuerpos. Principio de un Principito que tropieza y estrecha sus pasos encadenados al interrogante más sabio, más mudo, más cierto. Principito que camina desde otro mundo, desde el cielo inverso. Dieciocho los consuelos de un pasaje y de unas páginas, de un recuerdo. Risas como cascabeles en las noches, risas como cosquilleo inquieto, risas que caminan en mis sueños. Escalofriante cordura y desmesurada insensatez, manicomio de sinceros ¡nobles principitos diestros! Embriagador es el olor de los deseos, embaucadores los dueños de las sombras que compran a largo plazo mentes recriminadas, castigadas al delirio del razonamiento. Principio de un Principito portavoz de nuestra voz dormida, principio de risas, de olvidos, principio de largos ecos susurrados, perpetuos en el tiempo. Pies que danzan sobre pentagramas y levantan arena mojada por lágrimas de cemento. Dieciocho pasos, dieciocho gotas recorriendo despacio mi cuerpo. Hormigueo de sensaciones vivas, batallas armadas de amor y odio confluyendo en el campo desierto, de memorias secas, arado por el viento. Vida y muerte en un mismo suspiro, en un mismo parpadeo. Corderos rabiando, asesinos del encuentro. Riña de voces auscultas en el cerco del alma y, aplausos que rompen el negativo de imágenes guardadas, vividas en otro tiempo. Viejos corazones que vagan ahora sumisos al devenir de sus aciertos. Corazones que ríen en la amnesia más bella, más oscura y sincera, más inocente y perpetua. Principio de un Principito que ríe en las noches y resuena en el cielo de los sueños, como cascabeles vibrando en consonancia, como el desvarío de carcajadas en los últimos versos.Paula Romero González
Canto a la cosecha En un parque de columpios y de la vieja rueda-rueda Me senté en una banca a admirar la tarde tibia. Sobre la copa de un árbol, un pájaro cantaba, Daba saltos entre las ramas, cubriéndose del sol Un niño bajo el árbol alzó la vista y a su madre preguntó: ¿Para qué canta ese pájaro? La madre sin respuesta buscó a un lado la salida, Se encontró con mi mirada, no sé por qué pensó Que la luz de la pregunta estaría en mi mochila Te preguntas, hijo mío, para qué canta ese pájaro Mi padre que sí lo sabe corrió a tu edad por los montes de María Siguió las huellas del tigre y del conejo, Cruzó ríos agarrando la cola de un caballo, Arrancó yuca de la tierra, Supo los nombres de las plantas Junto a su abuelo José María. Al que luego llamó Chiche, a él le preguntaba: ¿Por qué come el bocachico de espaldas al sol? ¿Por qué la siembra es más fértil cuando hay luna nueva? En el mundo natural, mi abuelo era su guía. Hijo mío, si tú supieras que cuando cantaba el currao Los del Sinú se aprestaban a pescar en la subienda Luego el río se secaba y salían de nuevo los cantos de los pájaros, Acompañando al campesino a disfrutar de la cosecha No me preguntes, hijo mío, para qué canta ese pájaro Ya quisiera saber yo lo que es naturaleza De la sabiduría real a mí que me queda este poema Guarda tú ese canto, aunque no sepamos la respuesta. Siempre que haya un niño, no habrá pájaro sin cosecha.Jorge Mario Sarmiento
Peregrino perdido Sulfuras palabras en el sudor de tu alma. Callas en desiertos resecos y ríes a mar abierto; sin ser descubierto. Calmas tu pecho ahorcando las emociones incontroladas, y te prohíbes mirar al cielo, para no ver el reflejo castigado de tu mirada. No lloras, para no ahogar tu silencio de locuras incendiarias. Mientes en los cócteles privados y te llevas contigo esa impureza, pudriendo la esencia inocua de tu ser humano. Te escondes en la oscuridad para portar la pena ciega en los días de sol y momentos gratos. Llevas tu máscara iracunda, condenando el camino que te ve caminando. Olvidas las horas de sueños, para caer preso de la enfermedad mortuoria, la que arrastra a los infelices y confunde al ego con la ignorancia. Martirizas tu cuerpo, callando su conciencia; ignorando la movilidad de su sexo. La esencia que nos emana. Confundes amor con vicio. Vida con dinero. Sombra con sosiego. Invitas a la soledad, más solo llegan alcobas de miedo Crees caminar, pero el desfile de cuervos te paraliza por dentro. Añoras la libertad, pero en ella están preso.Paula Romero González
Toro en el alma Cuándo se me olvidó aprender a lidiar toros ¡Quedarme con esta culpa que ahora me lleva! Cambiaría por un trapo rojo las lentejuelas Pero con quién, si estoy sólo en esta arena. Frente a frente con este toro, sin ser torero Una arena redonda, sin límite, sin barreras Toro de lidia, amo y dueño del universo Mirar en tu mirada, la sangre se sale sola. Pero algo en ti se parece a lo que yo soy Me miras, te conozco; respiras, vuelvo a mirar Ya sé por qué eres sereno y no endiablado Ya sé de dónde es que vienes: vienes de adentro No extrañes que te pregunte ¿tú dónde andabas? Me alegra verte en los cascos, sudando, negro Que estemos frente a frente y no de pelea Soy yo quien me había perdido fingiendo nada Como si hace rato no conociera la verdad Desnuda y de pura sangre llena en las venas Bramando que yo regrese con el pecho abierto Siempre has estado en mi arena, cerca, lejos. Como el sol de brillo fuerte en la mente libre Con ese fuego de sentir lo que se ha vivido Franca la mirada que es de casta y estirpe Tú y yo, la misma arena… La misma alma.Jorge Mario Sarmiento
La Belleza Ella no, pero su alma volvió a caminar por las dunas de la existencia. Había olvidado que la vida, por la belleza de lo efímero, está compuesta. Por los colores que hoy son y mañana mueren. Por sueños atrapados que en nostalgia quedan, Como cuerpos frágiles que el viento quiebra. Borró su historia de arenas livianas Camina descalza, sin recuerdos ni trampas Aprieta las horas que marcan el tiempo, Las echa a volar. En las aguas devienen bitácoras de viaje, Depositadas donde las olas hacen sus surcos Quedan huellas, pasajes, testimonio de los mares Ella no, pero sus pasos danzan sobre los fósiles de recuerdos Ascienden en gritos de remembranza. ¡Despierta! Selva, tierra, espacio, naranja, verso, silencio Ella volvió a la belleza, hizo lúcidos los instantes invisibles, Sembró en los viejos yacimientos Rompió su velo. ¡Despierta!, ¡Despierta!, ¡Despierta!, ¡Despierta!Jorge Mario Sarmiento Figueroa y Paula Romero González
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¡¡Qué vaina buena!!. Felicitaciones y mucho arte!
exquisita voz. inspiradora narración. he contenido el llanto…