El otro drama que vivió el pugilista barranquillero Manuel Valdés en el mundo de la droga es que perdió la oportunidad de ser campeón mundial. Segunda entrega de esta crónica. Por Francisco Figueroa Turcios
Pudo haber noqueado a la pobreza, pero ¡qué va! El bazuco, el gran campeón del diablo, lo noqueó a él y la triste paradoja es que pasó de consumidor a traficante, y después volvió a consumidor, es decir, a esclavo.
Manuel fue un boxeador estilista, que aprovechaba sus largos brazos para noquear a sus rivales. Se movía bien en el cuadrilátero y poseía precisión en el golpeo, pero esas habilidades no las pudo poner a prueba en el negocio del narcotráfico, cuando fue utilizado para llevar heroína a Estados Unidos, lo que se conoce en el mundo de la droga como las famosas ‘mulas’.
En al año 1995 – recuerda -, ‘Mañongo’ Valdés pasaba por sus mejores momentos. Se creía el rey de los encordados. «Andaba con buenas amistades como el ‘Chicanero’ Mendoza y Rodolfo Blanco; sí, ‘chicaneando’ como ellos, porque, para qué, todo el mundo nos decía que teníamos la tula a la vuelta de la esquina. Pero, vea compadre, cuando el Diablo se mete por el medio, cuando ese maldito negro cachón aparece con su sonrisa maligna, uno se deja tentar. Uno es humano y, como dice una canción que en estos días oí por ahí, ‘La ‘plata attunde’. Por esos días dos tipos de origen pakistaní me comenzaron a contactar y me plantearon el negocio: llevar droga a ‘yunai, viejo’. Yo me dije: ¡Uy, cómo! Polvito blanco para los gringos, ¡qué peligro! Pero yo tenía dificultades económicas, además, poco a poco el consumo de marihuana me iba ganando la partida, lo hacía muy discretamente para que mi familia y amigos no lo notaran”.
Llegó la hora de la verdad: llevar el primer y al final lo que sería el único viaje de droga. «Sabía que era heroína, no me interesaba la cantidad, porque estaba feliz – me habían adelantado 7 millones de pesos de los $30 millones que había acordado. El destino era la Florida (Estados Unidos). Fui a Bogotá a renovar la visa y a recibir el dinero, cuando regresé estaba muy emocionado, no veía tanta billete junto. Recuerdo que le hice unos arreglos a la casa que tengo aquí en Barranquilla y compré un cipote de televisor».
‘Mañongo’ hace una pausa, cierra los ojos, empuña las manos con las que en muchas ocasiones le dio gloria al boxeo aficionado del Atlántico en los torneos nacionales. Continua el relato….
«La heroína estaba empacada en dos maletas pequeñas con doble fondo. Además, llevaba tres pares de zapatos que estaban repletos de droga. Salí de aquí de Barranquilla, donde no tuve problema, saqué mi casta de buen boxeador para evadir los controles. Cuando iba en el avión pensaba que tenía el 50% del trabajo realizado…tenía todas las coordenadas bajo control. Sabía en qué hotel me iba a hospedar. Allí recogerían las dos maletas. Cuando aterrizó el avión en tierras norteamericanas, me encomendé a la Virgen del Carmen….estaba tranquilo. Recuerdo que me había fumado un tabaco para calmar los nervios y estar relajado, por lo que no insinuaba ninguna sospecha.
Todos los pasajeros pasamos a la sala a recoger las maletas. Los minutos pasaban y las dos maletas mías no las veía por ninguna parte. A los veinte minutos, un agente antidroga se me acercó, me habló en ingles, no le entendí ni papa, me hizo señas que esperara. Al poco rato se presentó con otro agente. Éste sí hablaba un español embolatao. Me llevaron a un cuarto y allí me preguntó que si esas maletas eran mías y no me tocó de otra reconocer que eran de mi propiedad. De una me volvió a interrogar: ‘¿sabe lo que lleva en las maletas?’ Me quedé un momento en silencio y pensé: ‘estos hp gringos me cogieron con la mano en la masa’. No me quedó más que decirles la verdad. Me detuvieron y procedieron a romper las maletas y allí estaba la heroína, no sé cuantos kilos, pero la vaina era mucha. En la Corte me acogí a sentencia anticipada, me condenaron a 19 meses de cárcel. Una experiencia bien amarga. Allí el tiempo se detiene, parece que hubieran sido unos diez años. Los gringos se dieron cuenta que era novato en este negocio y había sido víctima de las mafias de las drogas”.
En la calle
Manuel Valdés no sólo quedó reseñado en los Estados Unidos como un pichicato traficante de droga, sino que perdió a su familia y sus bienes.
El propio ‘Mañongo’ relata este episodio, producto del resultado de ingresar al mundo del tráfico de droga. «Cuando mi familia se enteró que estaba detenido en la Florida por tráfico de estupefacientes, hicieron fiesta con mis pertenencias. Las cosas cambiaron. No tuve el apoyo de ellos cuando recuperé la libertad y regresé a Barranquilla, lo peor es quedé en la inopia. Fue un golpe duro. La depresión me llevó al consumo de más droga y no me quedó otra que vivir deambulando por las calles, viviendo mi propio infierno…el infierno de las drogas, un castigo que no se lo deseo a nadie».
‘Mañongo’ Valdés espera que una mano amiga tenga compasión con él y le ayude a ingresar a un centro de rehabilitación para recuperarse y volver a ser útil a la sociedad, enseñando boxeo a los jóvenes de los barrios humildes de Barranquilla que quieran ingresar a este deporte de diametrales contrastes. Lleno de glorias y goces a veces; desengaño, cárcel y dolor con frecuencia.
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