Sería la primera vez en la historia de Barranquilla que se elabora una hoja de ruta desde la base de la comunidad para que sea muy poco lo que haya que modificar en el Concejo.
Por Rafael Sarmiento Coley
Director General
Fotografías: Luis Miguel Charris
Sin duda Barranquilla pasa por uno de esos momentos estelares cíclicos que la sorprenden en ciertas épocas de su historia de altos y bajos. Eso está bien. Fue la Puerta de Oro de Colombia. La campeona de los deportes. La modelo en servicios públicos. Y después, ¡cataplum! Todo eso se vino abajo como una guanábana madura.
Hoy a la ciudad le dedican dos páginas en el principal periódico de Colombia y la ponen como ejemplo de buen manejo de sus finanzas y, en general, de la cosa pública. Destacan la calidad y honestidad de sus funcionarios.
Todo ello está bien, y no tiene discusión. Hay, sin embargo, algo que sobresale y que, de sacarlo adelante, la alcaldesa Elsa Noguera De la Espriella dejará una huella indeleble en el derrotero de la capital atlanticense: un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) real, justo, más humano, y con la participación de todos los dolientes, que es toda la comunidad de Barranquilla y su extenso entorno. Nadie se ha quedado por fuera.
De la mano del Secretario de Planeación Distrital Miguel Vergara Cabello, el proyecto ha sido expuesto, discutido, analizado, combatido, ampliado y corregido en todos los ámbitos. En el sector académico, por parte de los sabios en la materia. Los Phd de universidades como la Norte. Los gremios como Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI); Cámara de Comercio de Barranquilla (CCB); Comité Intergremial; Andi; Fenalco; Asociación Portuaria; asociaciones civiles; fundaciones sin ánimo de lucro; padres de familia, profesores y alumnos de colegios y universidades y gremios de periodistas.
Luego se someterá a revisión por parte del Consejo Distrital de Planeación, para que de allí pase en salmuera al Concejo Distrital. Se ha dicho que algunos Concejales están retrecheros porque a ellos no les han dicho esta boca es mía. ¡Señores concejales, no se desesperen!. Los gringos tienen una metáfora precisa para situaciones como estas: el proyecto es como una taza de café bien caliente. Para que los señores concejales se lo puedan tomar sin quemarse la boca, el líquido humeante se echa de a poquito en el platillo que va debajo de la taza. Ahí se enfría. Y cuando llega a los labios de los concejales, no tienen ni que echarle un soplo. Simplemente analizar con reposo y cabeza fría, el contenido del proyecto del Plan de Ordenamiento Territorial (POT).
No llorar sobre la leche derramada
En estos momentos el debate sobre el atraso de siete u ocho años para este nuevo Plan está desfasado. Es llorar sobre la leche derramada. Criticar porque la ciudad ha crecido desordenadamente y algunos terratenientes e industria cementera han planificado el desarrollo urbano a su antojo y capricho. Es verdad. Que algunos curadores urbanos se han enriquecido dando permisos a diestra y siniestra para hacer edificios donde no deben levantarse. ¿Será? Ya esa es harina de otro costal, si es que no es ya clavo pasado.
Que la ciudad permitió un verdadero bosque de antenas para la telefonía móvil que afean el panorama de la urbe y, según estudios no certificados, son un riesgo para la salud humana por su posible influencia cancerígena, es un punto de vista en discusión. Está sobre el tapete.
Que hay burdeles, moteles, cantinas, billares, maquinitas tragamonedas en casi todas las esquinas y en las propias narices de universidades y colegios (de vaina se salvan las iglesias), eso es verdad. Eso no es embuste. Como tampoco es mentira que en el pasado sí hubo en Barranquilla ‘Zona Rosa’. Por cierto desde ‘La Casa Rosada’ (un lugar de niñas de vida alegre, muuuy alegre) hacia el sur estaban los barrios Chino y La Ceiba. Allí las encontraban los muchachos. Ellas, muy pispiretas, con trajes de todos los colores, pintalabios rojos y perfume de pacholí y pino silvestre.
No hay que olvidar tampoco que Barranquilla fue durante los últimos 100 años el refugio de los damnificados del invierno de cada año. La creciente del río Magdalena arrasaba a Cerro de San Antonio, Pijiño, Pedraza, Salamina o Sitionuevo, y la gente corría hacia Barranquilla, no a la capital del Magdalena, Santa Marta. Porque pensaban que en Barranquilla había más oportunidades de conseguir un lote para levantar un rancho. Además, había más solidaridad. Mayor caridad humana.
Nadie cree que el Concejo no lo apruebe
Por eso es de esperar que, al final de este proceso transparente y democrático, el honorable Concejo de Barranquilla apruebe un POT moderno, futurista, real, ajustado a los tiempos de prosperidad que vive la ciudad. No es posible que aquí se repita la triste historia de Petro en Bogotá. Allá desde un comienzo el Alcalde miró a los Concejales por encima del hombro (a pesar de que no mide más de 1,62). Además, cerró el grifo de la burocracia y los contratos, asustado por el fantasma del carrusel de la contratitis que tiene a un centenar de funcionarios y contratistas presos o prófugos. Petro no supo manejar políticamente la situación y se le salió de las manos.
Una fuente bien enterada, que pidió no revelar su nombre, cuenta que lo último que le sacó la piedra a Petro fue el mensaje de un emisario de la mayoría: para aprobarle el POT exigían una ‘recarga’ de $500 millones por cabeza (para la coalición que hacía la mayoría que requería la aprobación del POT). Petro dijo que no. Y el proyecto se fue al fondo del río Bogotá. Como lo establece la Ley, Petro le dio vida jurídica a su proyecto mediante un Decreto, que acaba de ser declarado nulo y Bogotá se queda sin POT y tiene que volver a comenzar de cero. ¡Tanto tiempo perdido! Y es la Capital de la República, con un Concejo integrado por 42 genios.
Barranquilla, en cambio, apenas tiene 21 concejales y ‘un genio’, ‘Ungenio Díaz Peris. Lo importante es que hay un trabajo serio y ponderado. Bastante adelantado. No hay aristas que no se puedan corregir. No hay motivos ni razones para que el Concejo –un Concejo como el actual integrado por gente seria y responsable- le niegue a Barranquilla la posibilidad inusual de aprobar un proyecto de tanta importancia, como el POT, sin tanta algarabía ni peloteras. No se justifican.