El Centro Democrático dijo esta semana que la protesta de los transportadores obedece a unas peticiones justas. Ese respaldo levantó la suspicacia del Gobierno, que considera que detrás de la huelga puede haber intereses políticos.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
Esta semana, el paro camionero que tiene más de un mes, entró en una nueva etapa en la que analistas debaten si se trata de una estrategia del Gobierno para deslegitimar las acciones del gremio de transportadores, o es que verdaderamente ha encontrado el trasfondo de la acción: la política.
El senador por el Partido Liberal, Guillermo García Realpe, acusó en las últimas horas al partido Centro Democrático, que comanda el ex presidente y también senador Álvaro Uribe, de promover los trancones en algunas vías e incentivar la huelga de camioneros, que está dejando sin reservas de alimentos y generando alzas de algunos de ellos en las principales ciudades del país.
García Realpe, especificó ante los medios que ha habido reuniones de dirigentes nacionales y departamentales del CR con los conductores de vehículos de carga, y que de esta manera, han estado promoviendo los bloqueos de vías, los ataques a aquellos camioneros no plegados al paro, y las agresiones a miembros de la fuerza pública.
Desde el lado del CR ya hubo respuesta. El senador uribista Ernesto Macías Tovar dijo que no se le puede poner ninguna suspicacia al diálogo del Centro Democrático con los camioneros. “En mi caso, me invitaron a dialogar, lo hice y lo haré”, dijo el político quien reiteró que su partido seguirá respaldando las acciones de los transportadores porque las considera justas.
Pero algunos opinan que el paro camionero favorece los objetivos políticos del Centro Democrático, cuyo primer objetivo en esta etapa preelectoral, es desmovilizar los apoyos hacia Germán Vargas Lleras, el virtual candidato de Santos para las próximas elecciones presidenciales.

Crisis de abastecimiento y alza en los alimentos es lo que menos necesita la alicaída popularidad de Santos.
Con una popularidad afectada justamente por la ralentización de la economía, producto principalmente de la baja de los ingresos por la caída de los precios del petróleo, además de las criticadas condiciones del proceso de paz con las Farc, lo que menos necesita Santos son conflictos internos que lo sigan perjudicando.
Ciudades como Bogotá, Medellín y Cali están sufriendo los estragos de la falta de despacho de algunos productos, principalmente los agrícolas. La escasez ha disparado los precios, afectando el ya golpeado bolsillo de los colombianos, quienes ya enfrentaban una inflación anualizada de casi el 8%.