Escasa credibilidad al senador Iván Cepeda cuando afirma: “Ya estamos listos para gobernar este país”.
Por Jorge Guebely
Difícil creerle si la oposición es incapaz de superar sus apetencias internas. Si prefieren ser islitas con delirio de continente, archipiélagos dogmáticamente aislados. Si, como oposición, no superan diferencias, muchos menos, las superarán como gobernantes.
Sitiados por sus dogmas, no constituyen alternativas de gobernanza. Quedan reducidos al rol de oposición escandalosa y sin peligro. Condenados a denunciar astucias de la política tradicional y a sus corruptos que proliferan como gusanos en la herida. Labor sísifica: por cada tres podridos, el más débil va a la cárcel, dos son blindados por el poder y cientos permanecen camuflados en el Estado. Verdaderos platelmintos que voracitan los dineros públicos.
No es alternativa de gobernanza una oposición fracturada que sufre la egolatría de sus líderes y los resquemores de sus militantes. La misma enfermedad de la derecha. Liderazgos que rememoran al macho alfa de los primates. Hombres poderosos y peligrosos, ya sea Hitler en la derecha o Stalin en la izquierda. La antidemocracia por antonomasia. Uno de los países más democrático de la tierra, Suiza, ni siquiera tiene presidente. Tal vez los suizos piensen, como Reinaldo Arenas, que toda manifestación de vida es enemiga de cualquier régimen dogmático.
Quizás unida a partir de acuerdos estructurales, pueda ser alternativa real de gobierno. Tal vez pueda construir, para nuestro país, un modelo de gobernanza históricamente más avanzado; menos electorero, más político y, sobre todo, más humano. Uno que, en vez de preocuparse por el dividendo, se ocupe del ser humano colombiano, y en vez de guerra, construya paz. Que garantice dignidad a los excluidos y control a los privilegios de los privilegiados. Que, en vez de dictaduras elitistas, desarrolle democracias ciudadanas, y en vez de un país sumiso, promueva uno respetado internacionalmente. Que, en vez de la muerte, prefiera la vida.
Modelos de gobernanzas ya inventados. Basta mirar los países nórdicos, su democracia con sentido social. Basta volver a Kant, Voltaire y los renacentistas; al neo-marxismo de la escuela de Frankfurt; a Keynes o Amartya Sen; a Martha Nussbaum y a los latinoamericanistas actuales. Modelos aptos para gobernar; pero, sobretodo, para educar, para superar esta salvaje mentalidad capitalista de los colombianos, pobres y ricos. Tal vez así, los votantes excluidos tengan modelo por el cual votar. Y la oposición, respetable y sufrida, supere su rol de fogosos denunciantes. Papel que la derecha utiliza para probar que su falsa democracia es auténtica. Papel de comodín.