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Nuevo año viejo

En el año nuevo, nada nuevo podrán esperar los colombianos decentes de la política.

Por Jorge Guebely

El año nuevo será tan viejo como los 200 años de República. La misma patria boba de 1813, recordada por el papa Francisco en su pasada visita. La misma confrontación entre godos y cachiporros para gobernar en favor de las minorías económicas nacionales e internacionales. El mismo desfalco social y humano. Tumor cancerígeno que se hincha, pero no se cura.

El mismo conflicto entre el conservador Nariño y el liberal Camilo Torres, continuado por el conservador Simón Bolívar contra el liberal Santander. Polarización entre Uribe y Santos. Nada nuevo en el nuevo año, excepto un liberalismo más godo que antes. Y eso, tampoco es nuevo.

La alianza conservadora escogerá candidato godo a toda prueba para evitar desviaciones como las del presidente Santos. Lo hará para generar confianza a los terratenientes clásicos; los que quieren conservar, con políticos en el Estado y paramilitares en el campo, los privilegios de la pre-modernidad colombiana. Para devolver con creces, a los grupos económicos, el pago cuantioso del oprobioso negocio electoral. Para convertir en política oculta la conformación de ejércitos privados y bandas de sicarios. Para imponer funcionarios públicos que promuevan la impunidad de los amigos y justifiquen los asesinatos sistemáticos. Para estorbar la paz que conviene menos que la guerra.

Nada distinto se puede esperar de cualquier alianza conservadora, excepto, las mismas políticas de siempre y las mismas iniquidades por siempre.

Tampoco se puede esperar algo distinto de Cambio Radical, tan godo como el Centro Democrático. Nada los diferencia, excepto el líder. Mientras Uribe es populista, Vargas lleras es una rabieta encarnada. Heredó las pataletas del abuelo, Carlos Lleras Restrepo. Lo transporta la prepotencia goda de la élite bogotana, la que se cree llamada a regir los destinos del país. Su verdadero mentor político es Turbay Ayala, el filósofo que predicaba las justas proporciones de la corrupción que, según parece, se hace con los mejores delincuentes del país. Obtuso esperar sensibilidad social de Cambio Radical.

Ni siquiera de Sergio Fajardo, el increíble hombre “ni”: ni uribista ni antiuribista, ni vargallerista ni antivargallerista, ni populista ni antipopulista. El anti-político más político. El hijo amado del sindicato empresarial antioqueño. Su éxito depende del apoyo de los otros grupos empresariales, con el cual, volveríamos a la misma orfandad de siempre.

En política, siempre será año viejo para los colombianos decentes, capturados y avasallados por los candidatos de las élites económicas. La misma degradación de siempre, sin ningún horizonte humano.

jguebelyo@gmail.com

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