Jesús Díaz Palacios aún no ha superado la pesadilla que le tocó vivir la noche del miércoles 15 de noviembre de 1989, cuando asesinaron a Álvaro Ortega. (Serie: La noche en que el fútbol murió).
Por: Francisco Figueroa Turcios
El homicidio del árbitro Álvaro Ortega generó dos hechos históricos en el fútbol colombiano: cancelación del torneo y el retiro del arbitraje de Jesús Díaz, considerado en su momento uno de los mejores a nivel mundial.
Jesús Díaz pasaba por el mejor momento de su carrera deportiva: pitó en el Mundial de Fútbol de México 1986 (actuó en dos partidos: Bélgica-Irak y en los cuartos de final Alemania-México), en los Juegos Olímpicos en Seúl, Correa, 1988; final de la Copa América 1989 y en las eliminatorias del Mundial de 1990. Por todo ese palmarés era considerado como uno de los árbitros de primera línea de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa).
Este año, Jesús Díaz, que acaba de cumplir 59 años de edad, no podrá llegar a la cita de todos los años. Cada 15 de noviembre visita religiosamente la tumba de Álvaro Ortega, para rezarle una plegaria y llevarle las acostumbradas flores amarillas.
Esta vez no estará en Barranquilla, por compromiso con la empresa donde labora, Laboratorios Procaps, por lo que decidió visitarlo el domingo 10 de noviembre a las 3 y 30 de la tarde, mientras que se jugaba la última fecha de la fase clasificatoria de la liga Postóbon y el Junior derrotaba al Medellín 3 goles a 2.
Llegó al cementerio Jardines del Recuerdo, como siempre vestido impecable: camisa de lino blanco, pantalón negro y zapatos negros. Sacó del bolsillo de la camisa una estampa de la virgen María y se puso a leer la oración para encomendarle el alma de Álvaro Ortega.
Luego procedió a colocarle en la tumba los dos ramos de flores amarillas. «La tumba está un poco deteriorada, son 24 años. Cómo pasa el tiempo, parece que fuera ayer la muerte de Álvaro. Hay que mandarla arreglar», pensó en voz alta Jesús Díaz.
Luego que efectuó toda la ceremonia protocolaria, acostumbrada cuando se visita a un difunto, nos sentamos en la banca que queda al frente de la tumba de Álvaro. Se quedó un momento pensativo. Mirando lejos. Daba la sensación que tenía ganas de llorar, pero su temple de árbitro lo aguanta, apenas se le escaparon un par de lagrimas. Tomó aire y comenzó el relato:
» Yo no he perdonado, ni perdonaré a los asesinos. Que los perdone Dios, yo no. Ese día, 15 de noviembre, no mataron a un solo árbitro, sino asesinaron a dos. Mi vida a partir de ese momento no volvió a ser la misma, por eso no dudé en un solo instante esa noche tomar la decisión de no continuar en el arbitraje: mataron al amigo, al colega».
«Los meses de noviembre y diciembre cada año son los más difíciles para mí. El primero por recordar la fecha de la muerte de Álvaro y el segundo, cuando escucho los disparos producidos por la pólvora, recuerdo automáticamente el momento en que le disparaban a él. Difícil de superar ese episodio, lo llevaré en mi mente hasta el día de mi muerte», relata.
Jesús Díaz recordó que en noviembre de 1986 el árbitro Gastón Castro, contratado para las finales del campeonato nacional, había sido amenazado de muerte en Medellín, minutos previos al encuentro entre Nacional y América. En esta ocasión el árbitro chileno no pitó el compromiso y se fue en el primer vuelo que hubo para su país. El partido Lo pitó Humberto Vargas.
Y como Medellín no ha estado exento de estos episodios, también hizo el recorderis que en noviembre de 1988, el árbitro antioqueño Armando Pérez había sido secuestrado durante 20 horas en la «Capital de la Montaña» y cuando fue dejado en libertad era portador de un mensaje en el que se anunciaba que «árbitro que pitara mal sería borrado”.
«En las horas de la mañana antes del secuestro de Armando Pérez , yo estaba en Bogotá en reunión de la Dimayor, le pedí la palabra a Juan José Bellini para solicitarle las garantías para continuar pitando. Anuncié que si el presidente del Quindío, Genaro Cerquera, no se retractaba de las declaraciones aparecida en el diario El Tiempo, donde anunciaba que los árbitros colombianos se vendían, yo no pitaba más. O por lo menos que el dirigente dijera que yo no me vendía o que presentara pruebas si él me había comprado algún día».
Como no encontró eco en la dirigencia, siempre muda e indolente, Jesús se levantó de la reunión y se vino para Barranquilla. En la noche, en su casa, escuchó en Caracol radio que habían secuestrado a Armando Pérez.
El 8 de noviembre de 1988, un año antes, Jesús Díaz anunció que en Colombia solo faltaba que mataran a un árbitro ante tanta amenaza de muerte. La noche del miércoles 15 de noviembre de 1989 se hicieron realidad sus palabras: asesinaron a Álvaro Ortega.
El «Patrón del mal» ordenó el asesinato
“El vil homicidio de Álvaro Ortega, de 32 años de edad, casado con Bety Barrios (dejó dos niñas), y los antecedentes ya mencionados, me llevaron a tomar la decisión de decir ¡no más! al arbitraje», sostiene Jesús Díaz.
La revista Semana del 27 de septiembre de 2012 publicó las declaraciones de John Jairo Velásquez, alias ‘Popeye’, mano derecha del jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar. Relató en el documental ‘Los dos Escobar’ cómo Pablo Escobar ordenó el asesinato del arbitro Álvaro Ortega . «Ese día yo estaba al lado del Patrón. América le ganó al Medellín con la mano del árbitro. Pablo quedó muy ofendido y le ordenó a ‘Choco’ que buscara al árbitro Ortega para matarlo”.
Otra versión periodística sobre la muerte de Álvaro Ortega la entregó a la W radio, el 8 de febrero de 2011: «Los árbitros retirados Daniel Wilson y Lorenzo López hablaron sobre las amenazas, muertes y actos de sobornos que vivió el arbitraje colombiano en las últimas décadas, de las cuales estuvo enterado el dirigente del fútbol, Álvaro González. López afirmó que Álvaro González, actual presidente de la Difútbol, tenía conocimiento de quién había asesinado al árbitro Álvaro Ortega en 1989, luego de dirigir el partido Medellín – América, en la capital de Antioquia”, señaló el informe radial.
“Cuando me reuní con Álvaro González estaba en esto de las investigaciones. Le dije: ‘oiga don Álvaro, ya que está investigando por qué no investiga lo de Álvaro Ortega’, y dijo: ‘lo de Álvaro Ortega ya lo sabemos’, yo le dije que ‘cómo así’, ‘Sí, a Álvaro Ortega lo mandó a matar Tamayo, el de Medellín”, contó Lorenzo López.
Sobre estas dos versiones periodísticas, Jesús Díaz sostiene que «yo lo sabía todo. Sabia que el que dio la orden de matar a Álvaro Ortega fue Pablo Escobar. También sabia que Rodrigo Tamayo, presidente del Deportivo Independiente Medellín, también estuvo implicado en el asesinato».
Hoy, Pablo Escobar está muerto; Rodrigo Tamayo, es pastor evangélico; y los dos sicarios que mataron a Álvaro Ortega, un mes después de haber efectuado el asesinato del arbitro -oriundo del corregimiento El Roble, municipio del Guamo, Bolívar-, aparecieron muertos. Su propio jefe, el llamado ‘Patrón del Mal’, los mandó a matar como lo hizo con decenas de pistoleros a quien él consideraba desechables.
Jesús Díaz, considerado como el mejor árbitro de toda la historia de Colombia y de Suramérica, antes de retirarse de la tumba de Álvaro volvió a afirmar: «Que Dios los perdone, yo no».