
Poncho Zuleta es un artista tan respetable que no se le puede catalogar como un vulgar ‘voltiarepa’. Su sangre de cacique wayuu lo obliga a poner el oído en la tierra y el nombre que más suene, a ese apoya en público.
Por: Alfonso Camerano Fuentes/Felipe A. Priats
Con un saludo folclórico a Petro padre a través de Petro hijo, Poncho Zuleta cantó lo que todo el país está viviendo: “Se voltio la arepa”.
Es el olfato de un artista que ha estado montado en tarima por décadas, animado siempre por una afición multitudinaria que le ha enseñado a tomar pulso al sentir colectivo.
Estar sintonizado con la gente es mágico: va más allá de los saberes políticos o sociales; rebasa lo meramente ideológico, trasciende el quehacer cultural; no lo enseña la ética; ni es el pertenecer a un grupo étnico, o de la inspiración religiosa, es más bien todo eso junto, y agregamos lo inédito e impulsivo, propio de quienes tienen el olfato y el “ojo clínico” para anunciar lo trascendente.
Aquellos eran otros tiempos
Contrasta esa visión con los pesimistas, empeñados en desacreditar el mensaje por la conducta de Poncho cuando le gritó a todo pulmón “Viva Astrea, la tierra paramilitar!” que se tomaron al país durante las décadas pasadas; o critican por aspirar a ser los primeros en la lista al Congreso; o por creer que el Pacto Histórico es la sumatoria de organizaciones y personalidades del pasado reciente o trascendente, en fin, en creerse calificados para sentarse en las sillas vip del equipo ganador.
El país cambió para todos; incluyendo los conceptos de “izquierda” y “derecha”, entre quienes pregonaban fortalecer el estado y con ello lo “público” , o los que preferían su reducción, en procura de la “privatización” de la economía, incluyendo los servicios públicos y sociales, y hasta la seguridad y defensa del territorio nacional.
Esos paradigmas se vinieron abajo después de la decisión del pueblo colombiano de acudir masivamente a las urnas superando 8 millones de votantes por el candidato que representa una esperanza de cambio, encarnado en Gustavo Petro.
Es un tsunami

Es legítimo el debate en cuanto a la disposición de participar en la contienda haciendo la crítica sana para dar luces y crecer, pero no para tirarse desde ahora la “plata de la leche”.
En ese tsunami, que crece todos los días, vienen empujando la ola millones de colombianos que aprendieron la lección de la marginalidad social y política, pero están decididos a sacudirse del atraso enterrando con su voto a esta oligarquía canalla que los ultrajó durante siglos.
Por eso hay que bajarle el tono a lo que pasa en la orilla política afín a este proceso, trátese de la carta de Mockus y Navarro, o a la decisión de los Verdes de escoger un candidato competitivo, o si los de la coalición de la esperanza deciden ir con el candidato del Pacto Histórico, en cabeza de Gustavo Petro, antes o después de la primera vuelta, o si la lista a Congreso debe ser abierta o cerrada, etc., y entender que nuestro empeño debe ser sintonizarnos con ese pueblo que está decidido a darle la “vuelta a la arepa”.
La Fraternidad es un sentimiento de conciliación con nuestros semejantes que demanda un lenguaje afectuoso y conciliador en medio de la diferencia.
Las bases de un nuevo amanecer están planteadas en los discursos de quienes se fueron físicamente pero están más vivos que nunca en las palabras de Bolívar, de Melo, de Uribe Uribe, de López Pumarejo, de Jorge Eliecer Gaitán, de Gabriel Turbay, de Rojas Pinilla, de Luis Carlos Galán; de Jaime Bateman, de Jaime Pardo Leal; de Orlando Fals Borda; de Gilberto Vieira; en fin, de los millones de hombres y mujeres que así los asimilaron y acudieron con su voto hace 4 años apropiándose del nuevo repertorio.
Que no sean “los entendidos” o “los históricos” los encargados de meterle el palo en rueda.
El saludo de Poncho es cierto:, “se voltió la arepa”.
Otra visión sobre el ‘voltiarepa’
Sensato crítico polifacético Felipe A. Priast también entra con su pluma a sacarle punta al cambio extremo de Tomás Alfonso Zuleta Díaz, mejor conocido como Poncho Zuleta. Una de las mejores voces de la música vallenata, quien sin haber sido jamás político, ni siquiera edil de ‘El Cafetal’ el barrio de Villanueva donde nació, tiene un olfato superior al de los candidatos de Barranquilla para ‘sabalearse’ justo a tiempo.
Por ello Priast como mucho acierto señala que con gran alegría en las toldas petristas porque Poncho Zuleta “volteó la arepa”, de acuerdo a una dedicatoria que le lanzó en parranda al hijo de Petro, Nicolás, en días recientes. Según un vídeo explícito que circula por ahí, este icono del vallenato estaría cambiando de bando y enterrando su pasado paramilitar, para pasarse al toldo petrista. “Me saludas a tu papá” le dijo a Nicolás Petro este juglar que, tan solo poco más de una década antes, cantaba con fervor un estribillo que decía “¡viva la tierra paramilitar!”*
La llegada de Poncho se suma a la llegada del Pastor Alfredo Saade, que de “aleluya Uribista” también ha pasado a petrista en días recientes, causando aún más conmoción que la volteada de arepa de Poncho.
Y no es tanto los personajes, sino lo que representan. Y la desbandada sigue y cada vez será más abrumadora. Los ingenieros de la aviación le llaman a eso el ‘desgaste del metal’, que es lo mismo que ocurre con los partidos, grupos, movimientos o sectas políticas que, cuando entran en barrena, no los para nadie.
El primero, Poncho, un icono del vallenato de nuestro tiempo que de alguna manera encarna el sentir y la ‘indiosincracia’ de toda una región que va, del Cabo de la Vela, hasta Aguachica.
Con Poncho volteando la arepa, la antigua tierra del Ñeñe Hernández podría pasar a manos de Petro en bloque, creando una conmoción sin precedentes en la huestes de la centro-derecha.Y en el caso del Pastor Saade, otra volteada de arepa, pero, esta vez, de otro segmento codiciado dentro del electorado colombiano: la creciente población de evangélicos.
Francamente, yo no creo que estás dos volteadas de arepa sean por simples intereses políticos. Creo, honestamente, que existe un desgaste del Uribismo que ya hasta los mismo uribistas están sintiendo.
El Uribismo regresó al poder en el 2018 para montar una empresa criminal, para retorcer las instituciones, y para saquear las arcas del estado a través de una corrupción sin precedentes en la historia de Colombia. Los robos del Uribismo se miden en billones de pesos hoy por hoy, algo que le hace agriar el rostro hasta al ganadero más enfermo por Uribe.
Y lo que se está cayendo no es el Uribismo únicamente, es todo el país mafioso de otrora. Ya los colombianos se empezaron a dar cuenta que un estado socialista y progresivo es un mal menor comparado con el país mafioso que encarna Uribe, un país hecho de asesinatos, coca y corrupción.
Uribe le debe todo a la guerrilla. Sin la guerrilla, Uribe y su combo no son otra cosa que un cartel de traquetos. Por eso no querían la paz, no querían que nadie les viera sus caras de traquetos.
Yo, personalmente, espero en los próximos meses una cascada de adhesiones parecidas a las de Saade y Poncho. A las toldas petristas van a llegar ex-paramilitares, ex-militares, conservadores, cristianos, sirio-libaneses, judíos, e incluso ganaderos. Jose Felix Lafaurie no va a llegar, ni su arpia mujer tampoco, pero creo que veremos el aterrizaje en las huestes petristas de pequeños ganaderos y pequeños agricultores rebotados de tanta infamia Uribista.
Y la incapacidad de Alejandro Gaviria y Sergio Fajardo de morderle votos a Petro no va a hacer más que acelerar la llegada de todas estas “arepas” cambiadas de bando. Hasta el Uribista más hijueputa es consciente que este gobierno ha sido la tumba del Uribismo. Iván Duque va a llevar a Petro a la presidencia, de la misma forma que Pastrana nos llevó a Uribe, con la diferencia que ahora no estamos entrando en una era oscura, sino saliendo de ella.
La estocada final al Uribismo no se la va a dar Poncho. Se la va a dar el “Mono” Mancuso cuando este endose la candidatura de Petro, van a ver ustedes.
Los únicos que se van a quedar defiendo a Uribe van a ser los militares, hoy por hoy, los individuos más idiotas de Colombia.
Y no lo van a hacer por convicción, sino por solidaridad criminal, es decir, para cubrirse mutuamente las espaldas en la cuestión de los falsos positivos. Ambos, tanto Uribe como los militares, confían en que, a último momento, los americanos van a venir a su rescate.
Pero no van a venir. Los americanos hacen “hedging” para todo, hasta que se dan cuenta que las probabilidades son muy marcadas a favor de un candidato, y yo creo que ya ellos ven que este asunto está decantado en contra de Uribe. Los americanos no son dados a montarse en caballos perdedores, lo último que van a buscar es que se levante la cortina y el mundo los coja con el culo afuera.
Allá usted si aún creen que “Juanito” Gaviria va a quedar de Presidente. Y con Juanita Goebertus sacándole la piedra a todo el mundo en esa campaña, todavía menos.
“Se volteó la arepa”, dijo Poncho, pero yo creo que se quedó corto.
En los próximos 5 meses van a entrar en las toldas petristas 3 tractomulas mensuales cargando bultos de Promasa.
Colombia empieza a vomitar Uribismo. Nuestros pobres estómagos, en estos momentos, sola aceptan arepas “volteadas”.
Y lo bueno de esos “cambiazos” es que, entre más lleguen, más se reducen las posibilidades de que lo maten.
Habrá el que crea que Petro es un simple político clientelista dispuesto a transar con el que sea. Yo creo que él está viendo quién más se le pega, y así, poder seguir viviendo.
Eso de vivir en un estado permanente de “High Noon” tiene que ser teso…