Miles de barranquilleros fueron al teatro Amira De la Rosa para ver a doce músicos de tres continentes armar una rumba global.
Fotogafías por Pacho Manrique
Texto Jorge Sarmiento Figueroa
Philippe Mouchet, director de la Aliana Colombo Francesa en Barranquilla, logró que en quince días doce músicos de tres continentes se reunieran para preparar un espectáculo musical único. De los que ocupan la categoría sui generis.
Y para lograrlo llamó como productor al barranquillero Einer Escaff, un genio de la música y la sencillez. Él dirigió la orquesta alrededor del argelino Nedjim Bouizzoul, quien lleva meses rondando por Barranquilla y ya canta como el Joe Arroyo: «En Barranquilla me quedo». Bouizzoul tiene el alma gitana y el grito africano, y todo le sale festivo cuando rasga la guitarra o el mandol, que es una mandolina pero mamonúa, típica de Argelia. La definición del instrumento la dio uno de los músicos de Labess, oriundo de Francia, quien hizo las veces de traductor de Bouizzoul, además de acompañarlo en la guitarra.
El concierto de Labess el sábado 20 de febrero se volvió una rumba universal cuando se sumaron en escena Miguel Alfonso Molina (acordeón), Moisés Márquez (saxofón), Rafael «Pachalo» Gavilán (trompeta), Gerardo Álvarez (bajo), Julio Frías (percusión), Leonardo Donado (piano), Einar Escaf (batería) y Javier Villa (trombón). Y la cosa ya se volvió de otra galaxia cuando el cantante de Systema Solar, Walter ‘Índigo’, saltó con su sabor de mojarra frita y se unió a la fiesta.
Pero hoy no venimos a traerles nuestra pesca visual de lo que se vivió en ese mar de músicos de África, Europa y América. Sino a mostrarles algo que no han visto ni los que fueron. Son las imágenes de otro día, un lunes, cuando la adrenalina de la música seguía, pero ya no de cara al público, sino entre ellos: los músicos: