Cuando en 1979 Juan Manuel Santos regresó al después de varios años sabáticos, le dijo con su gutural enrevesado español pero entendible «mijo se acabó la locha ¡Manos a la obra¡.
Por Rafael Sarmiento Coley
Aquello erra un santoral. El único que nunca aparecía por ninguna parte era San Pedr0 que se siempre extraviaba hasta cuando una alma caritativa lo llevaba directo a la chaqueta de cuero de su época de guerrillero del Chicó.
Juan Manuel Santos acababa de regresar de los más altos estudios de política cafetera, el futuro de los medios impresos. El difunto Carlos Castillo Monterrosa nos espetó una frase lapidaria: en cada esquina hay un Santo y un Santo peso pesado, así que olvídate de verte tu sentado algún día en oficina de Editor General porque, ni de vainas que vas a tener la capacidad de intriga de Gustavo con esos cocteles Molotov a lo «Petrobuurgo», para tumbar de carAmbola al chacho de la película Luis Fernando Santos Calderón quien llegó con el propósito hacer un edificio para un periódico. No al revés.
Enrique Santos Calderón, el amigo de todos, el izquierdozo, el amigo de Gabo,el que los sábados por la tarde se iba a la media agua de Petrona (nada que ver con Petro), a disfrutar de dos gallainas criollas chorriadas del más puro y y sabroso colestoral. Para que no quedara una gota de grasa mala en los ductossanguíneos ayudado con el mejor catalizador que se han inventado los del Palacio del Colesterol, un buen aguardiente con limón y unas hojas de toronjil, con una dosis estricta porque de lo contrario produce priaprismo, que fue lo ocurrido a tres campesinos de Sincé – la tierra de Verónica Alcocer, que por esas paradojas de la vida es una de la flor y nata de la sociedad sinciana, nacida en una casa hegemónica ultraconservadora. . Juan Manuel siempre leyendo el sesudo editorial del día siguiente y hoja que desocupaba y la volvía una pelota hasta cuando uno de esos Ganchos Buitragos que nunca falta descubrió aquella oportunidad de perlas, envolvió varios balines ya en desususo en las rotatativas y las fue colocando en la ruta que el futuro Presidente de la República recorría exhorto leyendo su editorial, con tan mala suerte que a la primera pelota de papel le clabó un puntapié que hubo de ser trasladado al consultorio permanente que durante seis horas prestaba sus servicios el médico, Hernando Santos Calderón, el pedriata que por esa época poco parrandeaba pues tenía que atender as sus párbúlos pacientes que de noche es cuando más j… y como el médico ya se sabía las recetas de las abuelas, para el extreñimiento, dos ciruelas pasas en agua al sereno (santo remedio para Rafaelito).
Era un periódico hecho por seres humanos para seres humanos. Hoy los dueños de los medios tradicionales, en vez de corazón, tienen una calculadora y en vez de cerebro un procesador que solo maneja tres de las funciones matemáticas: resta, suma y multiplica. No le funciona la tecla «dividir»-
Este miércoles cuando repasábamos algunos pergaminos en la sala de junta de la gobernación del Atlántico, recordaba toda esa magnífica historia de una vida que se dedicó en cuerpo y alma a crear una empresa de profundo sentido humanitario.
Casi se devuelve
No se me duerman los del puente
Juan Manuel Santos vino pisando firme. No es cierto que se sienta con el sol a la espaldas al cabo de dos agotadores periodos presidenciales que vivió lo vivido y hasta más.
No es de los mandatarios a estas alturas ya tienen que vivir con goticas milagrosas en cada bolsillo del pantalón, la camiseta y la chaqueta para las de un costado le recuerden el nombre del casi que tenía que saludar al llegar al siguiente pueblo.
Lo primero que hizo al llegar al salóm Paladium del Club Campestre fue recordar al contratista de la obra del nuevo Puente Pumarejo que «hoy no vi más que tres o cuatro obreros paseándose con una palas y carretillas sin hacer nada. Se está atrasando. El cronograma avanza y vienen las altas multas, que en eso no seremos inflexibles».










