Un ingeniero barranquillero narra desde Valencia, en el centro de Venezuela, la crisis que atraviesa el país vecino y que nos arrastra más allá de la frontera colombiana.
Por Jorge Sarmiento Figueroa – Editor general
«Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más».
Aquella reflexión que en febrero de 1999 Gabriel García Márquez se hizo desde un avión en Caracas, Venezuela, sobre el entonces recién ascendido al poder presidencial por elección popular del país vecino, Hugo Chávez Frías, a quien acababa de entrevistar, nunca fue resuelta en vida mientras el militar estuvo en el poder.
Más de veinte años después, fallecido Chávez y reemplazado desde sus entrañas políticas por Nicolás Maduro, una nueva realidad se cierne sobre los venezolanos que ven refrescada de golpe aquella pregunta macondiana, una nueva realidad que afecta por igual a los que creyeron desde hace más de dos décadas en el socialismo del siglo XXI, y por supuesto a los que nunca se dejaron seducir por el discurso arrollador del caudillo de Barinas.
Los últimas días de manifestaciones, revueltas y cacerolazos en contra del Gobierno, tienen en vilo la estabilidad social y política de Venezuela, como una expresión del descontento en que se encuentra la sociedad. También miles de colombianos que vieron en el país vecino una oportunidad de salir adelante, de obtener el nivel de vida que en Colombia no encontraban, están en vilo.
En primera persona
Un ingeniero industrial barranquillero que vive y trabaja desde hace más de dos años en Valencia, en el estado de Carabobo, narró para Lachachara.co algunas de los contrastes que mantienen la situación venezonala en alta tensión.
En resumen y fuera de lo que dicen los medios nacionales e internacionales, ¿qué ocurre en Venezuela en los últimos días? La gente esta saliendo a la calle a manifestar, veo a la gente motivada a sacar a Maduro del gobierno. Niños, jóvenes, familias enteras marchando hoy porque no aguantan la falta de bienestar en el país.
Qué pasó para que la gente se haya decidido a salir contra el gobierno? Para mí, dos cosas: el gobierno le tocó el bolsillo a la gente en sus necesidades básicas y llegó al extremo de cerrar las alternativas limitando el acceso a dólares baratos este año; y lo otro, creo que hay algo planificado desde hace rato para que Leopoldo López, que estaba completamente oculto, saliera con tanta fuerza ahora en estos momentos de crisis. Creo que hay gente detrás de todo esto fuera de Venezuela apoyando.
¿Cuáles son las dificultades más apremiantes en su diario vivir hoy? Conseguir algunos alimentos. Toca repararlos para conseguirlos. Es que hay una inflación del 60% y desafortunadamente la gente ve que el gobierno gobierno es socialista pero cada vez se hacen más ricos los oficialistas, los que los apoyan, mientras el resto no tiene cómo conseguir ni los alimentos. Hay una situación contradictoria porque en general, de veras, en Venezuela se vive bien. Acá a diferencia de Colombia mucha más gente puede vivir con mejor nivel de vida.
¿Me puede explicar con más detalles? Por ejemplo, acá la luz es regalada, yo con aire acondicionado en toda la casa pago como decir 6 mil pesos colombianos. Un tiquete de avión de ida y vuelta desde Venezuela a Colombia vale como 500 mil pesos colombianos, mientras que desde allá vale como 2 millones de pesos.
¿Qué más? Acá no hay estratos, la educación acá es casi gratuita mientras que en Colombia mis hijas no hubieran podido acceder porque la buena educación es solo para la clase alta. Acá el venezolano tiene acceso a 3 mil dólares al año para viajar, 300 dólares para compras por internet, porque el Gobierno incentiva que los ciudadanos viajen al exterior. Otro indicador del nivel de vida en Venezuela son los negocios, cuyos márgenes son demasiado altos. Sin embargo, está la otra cara de la moneda por las continuas expropiaciones.
¿Qué pasa con el empleo? En general la ley laboral es proteccionista con el empleado, solo trabajan 40 horas a la semana. No se pueden botar, tiene que ser de común acuerdo entre las empresas y el empleado. Los que trabajan en las ensambladoras de carros tienen acceso a dos carros al año, la gasolina es regalada. Mire, una camioneta que en Colombia se puede llevar 150 mil pesos o más de gasolina, acá pagaría solo 150 pesos. ¡150 pesos!
……..
Al momento de esta entrevista, el martes 18 de febrero, el ingeniero colombiano radicado en Valencia describió a dicha ciudad y la situación de la siguiente manera: Valencia es una ciudad tipo Medellín, la gente la veo hoy sonriendo con camisetas blancas, gorras con la bandera de Venezuela, yendo a marchar familias, jóvenes, niños, dispuestos a marcha ahora en un ambiente como de fiesta. El valenciano anda en las noches de cacerolazo, sin violencia. La gente está cansada de estar haciendo filas para comprar leche o harina, pan. Detuvieron a varios jóvenes estudiantes por eso, por estar protestando, dicen que los maltrataron pero ya los soltaron.
Cuatro horas después, el ingeniero relató a Lachachara.co lo siguiente: En Valencia desafortunadamente 7 heridos de bala, gente violenta se mete en estas manifestaciones pacíficas, la gente otra vez de cacerolazo ahora, uno de los heridos es una reina de turismo.
……
Y así se teje la realidad venezolana. La reina de turismo a la que se refiere el entrevistado, murió. Al parecer no solo Chávez vivió aquella bipolaridad de la buena y la mala vida. El maremágnum de desinformación pública o privada, oficialista o de oposición, nacional o internacional, que hoy tiene a Venezuela en el ojo de un huracán, es semejante a las narraciones de la cotidianidad que llegan desde el habitante de a pie, que por un lado aún disfrutan la opulencia de un Estado petrolero capaz de subsidiar servicios públicos, educación y aún dar más para el turismo y otros suntuosidades, pero que pierde los indicadores más importantes que la sociedad reclama: paz, seguridad y alimentación.