
Conmemorando el natalicio número 96° de nuestro Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
Por: Leonardo Púa.
En el momento preciso en que tanteaba terreno en manos de su prima María del Mar, al intrépido jovenzuelo del cuento El atravesado de Andres Caicedo Estela, se le introdujo como un presagio del destino fatal, infructuoso e imposible, una mariposa amarilla que le bajo por la garganta y el intestino grueso, hasta llegar a causarle cierto estado de placidez cuando le revoloteaba en los riñones.
La mariposa, si bien, popularmente se asocian (de acuerdo al caso, no en éste) al estado pleno del enamoramiento, y de sondear con sus fauces y caricias el diafragma entero del enamorado, aquí se manifiesta en referencia directa (¿O indirecta?) a las mariposas amarillas que vaticinando una aparición maldita precedían a la llegada de Mauricio Babilonia en Cien Años De Soledad, y quien Meme, o Renata Remedios Buendía, podia distinguir en su proximidad, la presencia de un amor ruinoso, desesperado e imposible.
Conexiones con el beat del Pacífico colombiano

En un fragmento de El atravesado, el primo de María del Mar, al descubrir la espalda de su prima, profetizó su propia ruina: ‘‘No me lleves a la ruina» se dijo asi mismo, implorando cristianamente a su vez silencioso e inmutable ante ella, el día de la fiesta de sus quince años.
Como es de saber, los dos personajes, fueron conducidos ante su particular búsqueda del ideal, a un largo e infructuoso martirio, dejando a uno muerto, y al otro loco.
En Mauricio, no fue mas que una muerte adivinada en su obstinada busqueda, la cual una noche sin fortuna, sorteando alacranes en el tejado del baño donde Meme lo esperaba; un proyectil incrustado en la columna vertebral lo redujo a la cama por el resto de su vida, »muriendo de viejo en la soledad, sin un quejido, sin una protesta, sin una sola tentativa de indiferencia, atormentado por los recuerdos y por las mariposas amarillas que no le concedieron un instante de paz».
»Como un rayito de luna / Entre la selva dormida / Asi la luz de tus ojos ha iluminado / Mi pobre vida / Tu diste luz al sendero / En mi noche sin fortuna / Iluminando mi cielo / como un rayito Claro de Luna», reza el coro compuesto por Chucho Navarro, para la interpretación ni más ni menos que por el gran Trío de América «Los Panchos». Sin embargo, pocos le reconocen por ser la cabecera el cuento «Noches sin forturna», del escritor caleño, Andres Caicedo Estela.
Entre tanto, el jovencito primo de Maria del Mar de El Atravesado aun se cuida. Cazando gringos en el norte y azotando mandibulas, tirando pata, estudiando con el fin de que algun dia ella, su prima María, lo vea en los periodicos como el mejor bachiller.
Cuervo solitario, ratón de cines que se mete en cada salsa melancólico, prófugo de la deuda imposible con el serenatero de aquella noche en que con dos totazos en la jeta arrastraron su corbata con un nudo de impotencia en la garganta y el temor, pues como todo el mundo sabe, amenaza de serenatero es la unica que se cumple.
Pero ¡Qué culpa tenía, si era bueno pa’ la pelea, pero de malas pal amor!