Por prescripción médica por estos días no puede ingerir licor, lo cual no impidió que sacara a flote su alegría y socarronería.
Sus hijos Álvaro, José David y su mamá Nora lo esperan con todo arreglado, porque él se había ido al centro desde bien temprano. Y eran las dos de la tarde y no regresaba. A la media hora llegó, y poco después arribaron sus hermanas Nuris, Helena, Eunise, Isabel y Angélica. Sus nietos José David Villa Rada (de 12 años, y quien ya juega en un equipo de fútbol) y Lianneth Rada (de 8 años), cuidan el pudín porque aparecieron una que otra mosca.
Por supuesto, Toño era el centro de atención. Acomodado en una silla que lo hacía sentir como en un trono, habló de su eterna pasión, el fútbol, los goles, el estadio, ese monumental ‘Roberto Meléndez’ que lo tiene frente a su casa y cada vez que mira esa mole de cemento recuerda su pasado de gloria.
Sin quitarse su cachucha, empieza con los primeros recuerdos que le afloran. “Te voy a contar la verdad: de los cuatro goles del empate con Rusia en 1962, yo hice uno (en el minuto 72 del encuentro). Le hice el pase perfecto a Germán ‘Cuca’ Acero para que anotara el primero a los 21 minutos cuando los rusos ya nos ganaban tres a cero. En el minuto 68 se produce el tiro de esquina, Marcos Coll, el encargado de cobrarlo, me llama. Me acerco y me indica que lo va a tirar hacia el segundo palo, que me ubique en ese sector. Me hago el loco, me abro y luego voy hacia el sitio que me había indicado Marcos. Cuando el balón viene en el aire, yo estoy en medio del portero Lev Yashin (murió en Moscú el 20 de marzo de 1990) y el defensa Leoid Ostrovski, hago como si fuera a saltar y con eso distraigo a ambos jugadores rusos, y como veo que la bola va hacia adentro, procuro no tocarla para darle el mérito a quien cobró desde el tiro de esquina, Marquitos Coll. Ya íbamos tres a cuatro. En el minuto 86 yo le quito el balón a un delantero ruso y me voy corriendo desde la media cancha, saco al primero y, cuando me sale el segundo, le meto el balón por entre las piernas y el desgraciado defensa (Ostrovski), me agarra las nalgas, pero miro al fondo y veo a Marino Klinger que se descuelga y le puse allá la bola en los pies para que anota el empate. Eso sí, después de la celebración, me devolví y le tiré un escupitajo en la cara al ruso que me había faltado el respeto”.
[gallery ids="1548,1546,1544,1550"] Con Antonio Rada se puede disfrutar de todo un día de charlas. Sus 279 goles anotados en su carrera, según estadísticas “de mi gran amigo Hernán Peláez Restrepo, quien me explica que eso me da un promedio de medio gol en cada partido que jugué como profesional. En 1968 fue goleador y el mejor deportista del año”.Sus mejores amigos en la vida han sido Marcos Coll y Efraín Sánchez. Claro, con Marcos ha vivido más vida. Han tomado más trago. Iban de verbena en verbena, de taberna en taberna. Eran otros tiempos. Otro buen compañero de cancha y de parrandas, el soledeño Henry Toscano, “chiquitico, escurridizo, de enorme carrera, puntero como ese no conocí. Claro que con quien hice la mejor dupla en la historia del Junior fue con el brasilero Elberto Albes de Santa Rosa, mejor conocido como Dida, que en paz descanse. Fue miembro de la Selección Brasil campeona en Suecia en 1958. Acá vino a mediados de los años 60. Nos entendimos muy bien y nos convertimos en una pareja demoledora”.
Los arqueros le temían cuando cobraba un penalti. Porque una vez metió a uno de ellos, con balón y todo, al fondo de la red. En otra ocasión privó al ‘Gordo’ Medrano, arquero de un equipo visitante en el viejo ‘Romelio Martínez’.
Sí. Ese es Toño Rada, el hombre de los 77 años hoy. Uno de los más destacados goleadores del fútbol colombiano. Toño fue tan glorioso, como en su momento lo fue Roberto Meléndez, en cuyo honor bautizaron ese enorme estadio frente al cual Toño tiene su casa que le regaló, por intermedio de su pariente y paisano (de Isabel López, Atlántico), José Consuegra Higgins, María Eugeni a Rojas, que en aquel entonces era gerente del desaparecido Instituto de Crédito Territorial. Hoy vive de una modesta pensión por intermedio del también borrado del mapa Seguro Social. A pesar de los quebrantos de salud, disfrutó, feliz, mamagallista y conversando sin tregua, sus 77 junios. Por Chachareros.
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