Por: Francisco Figueroa Turcios
En el cumpleaños número 80 años de Nelson Silva Pacheco, es el momento propicio para evocar la metamorfosis de este jugador de origen uruguayo nacionalizado en Colombia: pasó de defensa a delantero goleador!!! Nelson nació en Las Piedras (Uruguay), el 8 de octubre 1944.
Nelson Silva Pacheco, llegó al fútbol Colombiano como defensa para prestar sus servicios al Atlético Nacional en el año 1970. Su paso por el Atlético Quindio, Cúcuta Deportivo y Junior le sirvió para su evolución hacia el gran delantero goleador que fue, el saber qué sentía y hacía un defensor le dio ventajas. Fuerza pura. Físico granítico. Coraje uruguayo. Rematador con ambas piernas.
«Silva Pacheco fue, sin dudas, un caso extraño en las mutaciones que algunos futbolistas viven a través de su periplo profesional.
Generalmente, esas transformaciones se dan de adelante hacia atrás: retrocediendo en la cancha, de atacante a defensor. En el autor del gol mil en la historia del Junior fue al revés: llegó a Colombia de defensor central y terminó oficiando- y dejando un gran registro – de centro delantero, de goleador.
No tengo dudas de que al haber vivenciado e interiorizado las severas formas de los defensas descubrió luego, en su papel de delantero, cómo permearlas. Su cerebro guardó los hábitos del defensa. Sabia cómo pensaba uno de ellos, qué movimiento haría, qué recurso utilizaría ante un amague, un giro, un pase, y entonces se anticipaba. Tenia información clasificada. Él, durante un tiempo, había hecho eso. Conocía perfectamente el virus anti gol, así que sabia cómo crear la vacuna. Supongo, por experiencia propia, que fue más feliz.
Evitar los goles es emocionante, pero convertirlos es onírico, es placer puro. Como el más nueve nueve, el clásico nueve de área, hizo de la contundencia su mejor valor estético. En su lenguaje goleador no tuvo cabida la retórica. La floritura la esgrimió muy a cuenta gotas, como en aquel inolvidable doble sombrerito en el área a los defensas de Santa Fe, una tarde soleada, bien barranquillera, en el Romelio Martínez. El gol se convirtió para él en el alfa y omega del fútbol. A partir del momento en el que se fue a jugar más cerca del área rival que de la propia, no hizo sino romper redes, entristecerles las tardes y noches a los porteros y cumplir una cita infaltable con el gol. Se volvieron amigos incondicionales.
Silva Pacheco está en la historia del Junior como uno de sus más grandes goleadores. Y, lo fue, con la fuerza que su físico granítico imponía, con el carácter de los delanteros uruguayos; guapo, ganador luchador, y con el talante y profesionalismo de muchos años a toda prueba. Rematador especializado, contundente cabeceador y propietario de los dotes clásicos del goleador: oportunismo, ubicación, resolución, convicción y mejor técnica dentro del área que fuera de ella.
Tras su retiro, decidió quedarse y echar raíces en Barranquilla, y se convirtió en un barranquillero más, de corazón y como padre y abuelo de su nueva generación nacida en esta tierra de mar y río. Silva Pacheco, sin la confianza del Alfonso Nelson del registro de nacimiento, tal cual lo identificó el mundo del fútbol, quizá por la seriedad que transmitía su rostro adusto, por el respeto que inspiraba su dureza física, fue un gran delantero, una mejor persona y tiene un sitial de honor en la historia del Junior, describe Javier Castell en el libro los 100 del centenario donde reseña a los principales futbolsitas que marcaron la historia del Junior