Un estudio reveló que en la ciudad se habló de política en los medios solo un mes antes de las elecciones, y que no fue para analizar ni debatir, sino para pelear.
Por Jorge Sarmiento Figueroa
«Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar», José Martí, Nuestra América.
Las dos últimas semanas, varios de los más tradicionales y prestigiados medios y periodistas de Barranquilla convirtieron su oficio en un campo de batalla.
Los aspirantes a la gobernación Eduardo Verano De la Rosa, Alfredo Varela y Juan García, y sus cuadrillas de estrategas y seguidores, colonizaron las páginas y espacios de dichos medios y lograron manipular la opinión de los periodistas incluso en las redes sociales, mediante sobornos disfrazados de pautas o asesorías, y pusieron allí el cuadrilátero donde solo faltó que se mentaran la madre.
Si lo pensamos en términos de negocio, no era para menos. A ojo de cubero se calcula que las ricas campañas de Verano y Varela invirtieron más de 15 mil millones de pesos, cada una, entre publicidad, logística, reuniones y el presupuesto para el día de las elecciones. Y Juan García, que hasta ahora aparecía como hijo de menos madre, de repente sacó las uñas financieras que tenía guardadas.
Siendo así, la idea de perder ese montón de plata los asustó a ellos y a sus patrocinadores. Pero la política y la democracia no todos tenemos porqué verla como un negocio. Ya lo dijo un político global de nuestro tiempo, el expresidente de Uruguay ‘Pepe’ Mujica:
“Hay gente que adora la plata, se mete en la política; si adora tanto la plata, que se meta en el comercio, en la industria, qué haga lo que quiera, no es pecado; pero la política es para servirle a la gente. No es que se pueda ser desinteresado, no hay ser viviente que sea desinteresado, hay una cuota dentro de nosotros que así nos mandata. Pero la vida es el juego de solidaridad, de fraternidad. A la alta política le interesa ese cariño de la gente, algo que se transmite, que no tiene precio y que no se compra en el supermercado”.
A Barranquilla le sigue faltando el debate real
El espectáculo de estas dos semanas en la ciudad fue motivo de interés para investigadores sociales que venían analizando desde hace más de seis meses la dinámica de los medios locales con relación a la política.
El resultado del estudio coordinado ente la Universidad del Norte y el prestigioso periodista e investigador norteamericano, Maxwell McCombs, mostró que mientras toda esta guerra de opiniones e información tendenciosa sucedía en apenas quince días, el resto del tiempo prudencial para construir un debate público en torno a los candidatos y conocer así sus hojas de vida, sus procederes, sus ideas, comportamientos y propuestas, simplemente pasó en blanco en la mayoría de los medios.
«No hay debate o se omite un tema en los medios cuando a los políticos y al poder no les interesa que se hable de eso en los medios. Para eso es que compran periódicos, emisoras, noticieros y portales de internet, para manipularlos», dijo de manera sencilla y clara Maxwell McCombs durante su estancia en Barranquilla.
Pero dichos políticos, medios y periodistas no están teniendo en cuenta que la profusión de información en las redes sociales está haciendo que la gente tenga más opciones de análisis y por tanto pueden deducir quiénes informan con ética y quienes no, y cuáles se la pasaron atacando y defendiendo a sus candidatos como si de una competencia de caballos se tratara.
Gane o pierda, ¿cuál fue mi conciencia?
El 25 de octubre pasará, nadie se va a morir o pasará a mejor vida porque Verano, Varela o García queden elegidos. Ni si Alex Char le gana por paliza a Rafael Sánchez Anillo, o se da una sorpresa. Toda esa trifulca quedará en el recuerdo como un show mediático.
Salvo los mismos candidatos y su séquito de interesados, que de repente pasarán a manejar camionetas lujosas y dejarán de vivir arrendados para ocupar mansiones, a costa del dinero público, al resto de los mortales barranquilleros les tocará seguir moliendo el maíz para llevarse el pan a la boca. Hasta ahora la llamada democracia lo que demuestra es eso, porque ni los mandos medios de los puestos públicos ni los empleados ni los contratistas privados tienen garantía de sus puestos futuros con los votos que los están obligando a poner. Y de esto, nada en los medios.
Y la foto es que Barranquilla y el Atlántico tienen un nivel de pobreza y desigualdad crecientes. De hecho, dejemos nada más esta perla de video del genial humorista Lucho Torres, para que podamos recordar mucho tiempo después cuál fue el debate público más valioso que se hizo en esta campaña:
Al final, lo que quedará una vez más es la evidencia del nivel político de la ciudad y el comportamiento de sus líderes. Y eso no solo incluye a los candidatos. Eso también incluye a los medios, que son los responsables de estimular o no el debate; y a todos los mayores de edad que, queramos o no, tenemos relación con este juego. E incluye a las nuevas generaciones, que cosechan nuestro camino.
Por eso, que haya medios manipulados y dirigentes manipuladores, es la mayor razón para preguntarme: ¿Y yo, qué hago con mi conciencia? Siempre hay mucho por hacer, las razones abundan.